Entonces supieron de una oportunidad cerca de Barcelona. Des de hace dos meses, viven en una población mediana, a unos 20 quilómetros de la capital. A Marianela, menor y en edad de escolarización obligatoria, le asignaron una plaza en un centro de secundaria. De esa gestión se encarga la Oficina Municipal de Escolarización, la OME. La OME es uno de esos organismos en los que se van colocando cargos, a cargo del erario público: el anterior alcalde situó a una nueva directora, y el nuevo alcalde situó a una superdirectora por encima de la directora. Sea como sea, ambos deben ser buenos trabajos: la directora humillada no dimitió y siguió en su cargo devaluado, que tiene un muy buen horario y cabe suponer que un mejor sueldo.
La OME lleva unos años ejerciendo lo que las autoridades locales llaman una política de progreso y de lucha contra la segregación escolar. Esa política consiste en repartir al alumnado inmigrante por todos los centros, por más lejados que estén de su domicilio. Suena muy bien sobre el papel, ¿verdad?. Así pues, la OME mandó a Marianela a un centro concertado del centro de la ciudad, uno de esos centros de toda la vida y al que los ciudadanos de toda la vida quieren matricular a sus hijos.Marianela aguantó apenas dos semanas en el centro asignado. Lo cuenta con palabras escasas que soslayan la crudeza de lo que vivió allí: no entiendo el catalán y soy negra. Mi mamá no tiene dinero. Me hicieron la vida imposible los compañeros y los profesores. Marianela abandonó los estudios y ahora le deben buscar una plaza donde sea, a toda prisa. Las cifras del abandono escolar son altísimas en Cataluña -de las más altas de España- y eso requiere acciones.
Así fue como, una tarde, Marianela y su madre llegaron al instituto y las entrevisté. Solo pido que me matriculen en un centro público como este, me pide Marianela, cansada y tímida, cabizbaja. Ha observado que en este centro de la periferia hay muchos más negros y negras y, por el atuendo, deben ser tan pobres como ella. Aquí sería una más.
Las políticas contra la segregación han obtenido ese resultado, y el de Marianela no es el único. Hay una buena intención evidente en la política de repartir a los inmigrantes por centros públicos y concertados, es una de esas políticas bienintencionadas y progresistas. Sobre el papel. Pero no en la piel de Marianela, ni en el de otros casos que conocí: allí yo era el moro, el chungo, el gitano, el paria. Y, el resto, niños de papá.
A veces el progreso es una ilusión en un papel, y parece muy progresista cuando está escrito con frases bellas, decoradas con conceptos espléndidos y llenos de humanidad, fraternidad, ensueño igualitario. A veces las ideas progresistas te confunden, como la noche. No era tan fácil luchar contra la segregación, cuando los segregados y los segregadores son personas reales, con nombre y apellido. Como usted o como yo.
No puedo opinar porque no vivo un colegio desde dentro, pero si recuerdo las palabras de Ortega cuando habla de las circunstancias. Ser niña es un handicap, y serlo negra, más. Además el problema del idioma, para una persona foránea, es indiscutible que hace barrera.
ResponEliminaTodo, desde que se ha politizado, me refiero como punto de partida el 2003, se ha puesto más complejo en Cataluña. Todo.
Como complemento puedo decir que en sanidad ya no se quejan tanto de tener médicos "adora-monos" y "tiraflechas", como he escuchado infinidad de veces, ahora ya no piden que se les atienda en catalán en el ambulatorio, ahora sólo piden que se les atienda.
Un abrazo
Políticas contra la segregación que tienen como consecuencia aún más segregación, ésta real, no administrativa.
ResponEliminapodi-.
En los colegios concertados,se paga poco,la mayoría lo hace el concierto con la Generalitad.Los niños son de familia sencilla y trabajadora,no son hijos de papá, termino poco afortunado,en todo caso sería aplicable a los privados.
ResponEliminaEl rechazo,si es que lo hubo,se debió a la incorporación tardia,suele ocurrir,aunque sea blanquita y rubia
EliminaCada centro cencertado tiene sus peculiaridades, sus tasas y sus cuotas. Aunque debería controlarse, hay muchos centros concertados que evitan la normativa e imponen cuotas más o menos encubiertas. En este caso concreto, el centro pretende preservar un aura de excelencia y filtra su matrícula con estrategias más o menos disimuladas. Si el rechazo se puede producir en una persona solo por el hecho de la incorporación tardía, imagínate cuando la alumna es extranjera y de bajo nivel económico. En estos centros, el profesorado tiende a mirar hacia otra parte y afirman no haber visto nada.
EliminaLo digo,porque una de mis nietas,rubia y de ojos azules,se incorporó a un concertado,procedente de Valencia y tuvo sus problemas,pero con el tiempo y su alegría natural le dio la vuelta.Sí, cada centro,en sus actividades (muchas veces para ampliar horario),hace que aumente el recibo,pero ten en cuenta que debido a las sucesivas crisis,hay una bolsa de impagos,que hace difícil el mantenimiento.Problemas hay en todas partes
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