El día 26 de diciembre encontré el santo Grial,
pero ¡córcholis! era un cáliz de plástico integral.
En lo personal, 2019 ha sido un año medio bueno. Bueno y sin nada muy destacable, circunstancia que ahonda en lo de "medio bueno". Una vez cumplidos los 50 creo que la vida es eso. En lo colectivo, un año medio malo. Por el ascenso del nacionalismo de aquí y de allá, por el ascenso del nacionalismo del tipejo de Waterloo y el ascenso del tipejo Abascal, tipejos demasiado similares según mi parecer. Y porqué, según un estudio reciente que a ningún nacionalista se le ha ocurrido mencionar, el chabolismo y la miseria han crecido en los alrededores de Barcelona. Me entristece que eso tampoco lo mencione un socialista que cuenta naciones españolas para conciliar el sueño: lo otro me fastidia, y lo del socialista me apena.
Durante el 2019 he leído bastante. Y bien y bueno. Mucho en castellano y casi nada en catalán. La novelita en catalán que empecé no la terminé, era infumable.
En 2019 me han publicado dos cuentos en una antología, viajé a Madrid para promocionar el libro de dicha antología y lo pasé muy bien. En septiembre encontré alumnos nuevos, que siempre es un reto agradable. Me regalaron la integral de Max Richter, que no es integral pero está muy bien aunque esté incompleta. Incluso lo integral nos sabe a incompleto, eso es la maldita condición humana.
Una de esas plantas crasas que crecen en mi balcón decidió echar flores de repente y sin venir a cuento, a finales del otoño, eran unas flores grandotas, desproporcionadas, muy vistosas. Durante varios días pensé: hete aquí el misterio, el indicio de lo maravillosa, lo rara y lo sinsentido que es la vida.
Di la vuelta a los Mallos de Riglos en dos horas y media (pas mal!), estuve en un desierto de Almería y soporté sus 44 grados centígrados, me enteré de la muerte de una amiga de juventud, lloré solo y en silencio por esa muerte a los cincuenta y muy pocos, de la que ignoro los motivos y no quiero saberlos, leí una novela de Faulkner en dos noches muy largas y muy calurosas, en Guadix, y leí la mayor parte de la obra de Emmanuel Carrère entre otoño e invierno. Escribí muy poco.
En diciembre encontré el Grial en San Juan de la Peña. Pero ¡jolines! era una réplica de plástico. El mismo día del grial de plástico encargué el libro "Las armas y las letras" de Trapiello. Estoy deseando empezar a leer.
Inicié a escribir dos o tres veces una novela sobre un arquitecto catalán que, tras su jubilación, decide hacerse editor de poesía y no encuentra poetas que editar, y cuando por fin lo encuentra descubre que era un miserable fascista (ese proyecto era un homenaje a Bolaño), lo cual le jode y le hunde en la miseria.
Me gusta empezar a escribir novelas y abandonarlas cuando se ponen bien: es el género literario que practico, el abandono indolente. Ese es mi despropósito para el 2020: seguir combatiendo a mi ego, anular mi vanidad. Me gusta esta sensación de cuando salgo de mi casa y me voy al trabajo, hombrecito gris entre la gente, no ser nada, nadie, me gusta contarles a mis alumnos que no se nada, que el conocimiento no me atañe, que solo tiene valor cuando es compartido, que creo en los demás mucho más que en sí mismo, que soy uno que no quería molestar y sin embargo molestó, uno al que, si se lo piden, dirá que lo mejor de la vida ha sido leer y ver paisajes no muy lejanos, conocer personas como en un sueño. Mis mejores paisajes están cerca, circunscritos a la península ibérica. No se si me hubiese gustado ver los hermosos paisajes exóticos de ultramar, o en países muy lejanos, en donde se hablan lenguas raras: me contento con verlos en la pantalla.
Tras más de 50 años viviendo más que coleando sobre el planeta (en un lugar más bien feúcho y tristón del planeta), recuerdo mi primera juventud de cristiano creyente y doy con las ideas de San Pablo, que estaba loco de atar pero que escribió algo así como que la sabiduría nos hace sabios y la santidad, santos. Pero que, sin amor, nada tiene sentido.
Para mi el año que acabamos de dejar a sido insustancial (como viene siendo desde hace mucho), y un poquito más decepcionado con el género humano.
ResponEliminaFeliz año nuevo. Salut.
Te doy un guión..
ResponEliminaLa desaparición del pobre de solemnidad y la aparición de fauna pobre por diversas circunstancias. Pobre de pensión, de hipoteca, de separación, de descendencia (ayudar a los hijos), de sueldo, de viudedad, pobre por foráneo sin papeles...
Se trata de juntarlos en un lugar, mira por donde, un comedor social, y de allí ir desgranando a la sociedad a partir de la vivencia de cada uno.
Seguro que sale una novela sobre Barcelona de sucar melindros.
Salut
Salut, Lluis. Espero tus sabrosos escritos este desconcertante e imprevisible 2020.
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