Nadie es capaz de contar cuantas Españas hay. A algunos, cuando se ponen a hacer cuentas, les salen muchas naciones dentro de España y, a otros, solo una. A mi, la verdad, esa manía cuantitativa nacional me interesa muy poco.
Pero les voy a contar algo. Me he puesto a rastrear las distintas Cataluñas y me han salido un montón. La rica, la pobre. La interior, la de la costa. La metropolitana, la rural. La profunda, la superficial. La auténtica, la ñorda. La catalanohablante, la bilingüe, la castellanohablante. La muy poblada, la muy despoblada. La de Sant Cugat y Puigcerdà, la del resto. La que vota nacionalista, la que vota españolista. La auténtica, la botiflera. La rica, la pobre: vuelvo al principio.
Trabajo en un barrio paradigma de la Cataluña pobre. En este barrio no solo las personas son pobres: la escuela y el instituto se caen a pedazos y nadie ha invertido en ellos. El Centro Cívico, cuyas paredes eran blancas, hoy son verdes de ese verdecillo de las humedades que tienden al marrón y luego al negro. Lo mismo le sucede al centro de atención primaria.
Llevo ya unos años en este barrio y el otro día, de repente, caí en la cuenta de algo: ni tan solo durante los peores años del procesismo aparecieron pintadas nacionalistas en las paredes. Jamás ni una bandera estrellada, nunca. Un extraño territorio vacunado, olvidado por el virus, invisible al tormento.
¿Jamás ni una sola pintada? Les he mentido: a finales de marzo aparecieron unas inscripciones en pintura verde en la entrada del Instituto: "L'escola pública, en català". Lo firman "Arran" y el "Sindicat d'estudiants dels Països Catalans" (SEPC). El mensaje, por cierto, tiene su enjundia: exigen la pública en catalán pero se soslaya explícitamente a la escuela privada. ¡Vaya!
Por fin se acordaron del barrio y vinieron a estampar sus consignas, que nadie se ha molestado en tachar, no por respeto si no por desprecio absoluto. Ni caso. Es relevante que se hayan acordado de los barrios más pobres para reivindicar la lengua catalana y, sin embargo, sus pintadas no se hayan fijado en nada más: ni la pobreza, ni las penurias, ni el mal estado de las instalaciones públicas. Nada de eso han visto y, por consiguiente, nada tienen que objetar.
Hay una Cataluña casi muerta en nuestro mapa. A esta parte del mapa catalán no vienen nunca los nacionalistas, y hacen bien en no venir: tenemos muchas cosas que contarles. Pero tampoco vienen los otros. Quizás estamos muertos.
Como decía la Hannah Arendt:"para perdonar se ha de haber padecido una afrenta"; al hilo de la frase pienso que para saber como se vive en un lugar hay que estar aposentado en él.
ResponEliminaEs tu caso.
Cierto que quizá no sepas como son los colegios públicos en Sant Cugat, que alguno habrá, aunque sea para los hijos de las limpiadoras de los chalets, pero lo que es seguro es que sabes de lo que hablas.
Entro en otras páginas afines al prosses y me dan ganas de no volver a hojearlas. Los fanáticos sólo tienen una idea y te tildan de fascista si les contradices, pero es seguro que no han pisado nunca un colegio público ni de Tarrassa, ni de santa Coloma, ni del Raval de Barcelona.
Sólo les va lo del espionaje de España y lo malos que son al querer espiar a unos tipos que sólo querían el bien de Catalunya, esos mismos que ahora gobiernan, que tienen las competencias de Educación dadas y que se gastan la pasta en abrir embajadas catalanas, olvidándose de que la verdadera independencia comienza por una buena educación.
Salut
PD: He querido poner tu entrada en Facebook. Me lo ha impedido. El argumento es que voy a poner una página que está vetada por contenidos ofensivos.
ResponEliminaEstá visto que hablar de colegios públicos con capa de humedad, ofende.
Un abrazo
En efecto: el blog Mil demonios está vetado para siempre en Facebook, y no se puede colgar el enlace. El pecado que cometí (y que alguien, anónimo, denunció) fue un artículo sobre el pregón que hizo el payaso Tortell Poltrona en unas fiestas de la Mercè, en el que insultó a las personas catalanas que hablan castellano en Cataluña.
EliminaHago mia la frase de Miquel : "La verdadera independencia ( intelectual ) empieza por una buena educación".
ResponEliminaLo curiosos es que aquellos que legislando recortes niegan unos mínimos de calidad a la enseñanza pública, envían a sus retoños a los colegios privados de la parte alta de Barcelona, donde se pagan mensualidades de 800, 900 y 1.000 Euros.
Y por otra parte, me gustaría que alguno de nuestros próceres independentistas me citasen solo tres ventajas reales de tener abiertas "embajadas catalanas" por medio mundo, aparte de ser unos jugosos pesebres para segundones.
Saludos.
A mí me parece claro que la idea que subyace en esto de las "embajadas" es la de conseguir el apoyo internacional al "prusés". Por eso tienen prioridad sobre la educación a la hora de invertir los fondos que recaudan de todos nosotros.
EliminaYo fui profesor en un instituto de "máxima complejidad" en Cornellà en el barrio de Sant Ildefons donde más del setenta por ciento del alumnado era inmigrante, latino y magrebí, sobre todo. Discrepo en que no se acerquen los poderes fácticos a nosotros, por lo menos en la experiencia que tuve. El Barça ofreció un curso a setenta alumnos de la Eso para formarlos en la práctica del fútbol y en "valores" deportivos y de los otros. Dieron una equipación deportiva a todos los participantes y ya sabemos lo que vale una equipación del Barça y todos sabemos cuál es su ideología política en el procés. No quiero decir que aquello fuera una maniobra sutil para atraerlos al sentimiento nacionalista, pero algo de eso hubo. NO me imagino algo parecido hecho por el Espanyol porque se hubiera rechazado. La mayor parte de los profesores del instituto tenían un sesgo nacionalista, como es frecuente en el profesorado, algunos más exaltados que otros, claro. El que no lo era solía mantenerse discreto y no hablaba, algo que no era mi caso. Un detalle es que hice encuestas anónimas entre mis alumnos de tercero de ESO sobre el tema de la independencia y entre un sesenta y setenta por ciento la rechazaba, pero los más independentistas eran los alumnos magrebíes que están muy trabajados ideológicamente por las aulas d'acollida y la propaganda. Jamás han oído el término España si no es para hacerlo frío, distante y agresivo y, por supuesto, Cataluña es cálido, amable y acogedor. El trabajo en los centros problemáticos existe por lo menos en la experiencia que tengo yo.
ResponEliminaPor otra parte, jamás utilicé el aula para difundir mis opiniones políticas o posición respecto al tema nacionalista, pero utilizaba el término España con afecto y esto les extrañaba a mis alumnos.