Jorge es el hijo de Dolores Benialsina y de Eustaquio Vil, ambos de Arenas de San Pedro, provincia de Ávila. Su padre fue destinado a la Comandancia de Marina de Barcelona en 1978, en calidad de segundo oficial ujier. Así consta en el catastro avilés y en el Archivo de Burgos. Nació el 14 de octubre de 1960.
Cuando Jorge era muy pequeño asistió, impávido, a la rara transformación de su padre, que convocó una rueda de prensa en la cual afirmó ser la reencarnación del coronel Coronado Ladrón de Guevara, héroe de Las Filipinas. Solo "El Eco de La Barceloneta" refirió el suceso, que pasó sin pena ni gloria. En este lance, sufrido a muy temprana edad, el niño descubrió que la historia es una ilusión, una fantasmagoría y un juego de nombres, fechas y heroicidades. Eso le fascinó en grado superlativo, y dedicó a la especulación histórica no solo los mejores años de su vida si no su vida entera. A obsesivo nadie le gana, a Jorge.
Así pues, en cierto momento y alrededor de 1989, Jorge Vil Benialsina proclamó que su verdadero nombre era Jordi Bilbeny Alzina, aunque a veces era Jordi Alzina i Bilbeny: en esa vacilación se oculta algo de su identidad cambiante y caprichosa, esa personalidad tránsfuga y juguetona. Jorge, deseoso de ser admitido en la lúgubre sociedad catalana provinciana y aplaudido por la cultureta, hizo todo lo posible por ser querido y aceptado, como tantos aculturados. No se limitó a catalanizar su nombre y apellidos: dilapidó la herencia de su padre en el soborno de los funcionarios del registro civil. Así fue como consiguió una modificación en los documentos y cambió las Arenas de San Pedro por Arenys de Mar, que es la localidad que consta a día de hoy como localidad de nacimiento. De repente y mediante un engaño, Jorge era un catalán de pura cepa, rural y rústico tal como lo son los mejores catalanes: muchos presidentes de la Generalitat nacieron en las comarcas más rupestres.
Ya un poco mayor, Jorge Vil se las apañó para construir el Instituto de la Nueva Historia. De nada sirvió que algunos familiares le advirtiesen del eco fascistoide que contenía su proyecto: Jorge cree que, si las intenciones son buenas, no puede haber fascismo de por medio. Y dudó menos todavía cuando recibió una sustanciosa subvención de la Generalitat regional catalana que aupaba su Instituto y le permitía medrar mucho mejor entre la clase dominante. Jorge sospechó, en algún instante, que ejercía de Rigoletto catalán en la corte del sátrapa Pujol, pero lo soslayó: lo importante es vivir bien y salir en Tv3, se dijo.
La labor de Jorge Vil fue insistente e incombustible: dedicó todo el tiempo de su vida a demostrar la catalanidad de las mayores figuras de la historia, en una extensión de su propio delirio. Proclamó el origen catalán de Cristóbal Colón y luego el de Santa Teresa de Jesús, de Erasmo de Rotterdam, de Hernán Cortés, de David Bowie (David Bou, de Masrampinyo), de Mike Jagger (Miquel Llager, de Vilajuïga), de Ludvig van Beethoven, de...
Luego demostró (subvención mediante) que Tartessos era Tortosa, que la Atlántida era un cacho del Cap de Creus que se hundió en la mar, que el Puerto de Palos era el Port de Pals y que la democracia se inventó en Avinyonet de Puigventós y no en Grecia, cuando el pueblucho ampurdanés votó si quería quemar a la bruja Calletana Alvarès de Tolèt (y votó que sí).
Jorge Vil murió en Antofagasta, Chile, hace poco, tras perder la subvención gubernamental de la región que le mantenía. En su lecho de muerte, atendido por dos indígenas de la Tierra del Fuego, proclamó que su vida era toda una mentira y que en realidad su nombre era Georgina Vilchez Alsacorta, nacida en Antananarivo (Madagascar), hija de un comerciante español de azúcar y monos exóticos y de una mujer gaditana y muy guapa, de Los Caños de Meca. Las dos nativas quedáronse perplejas y algo consternadas, pero le enterraron según el rito yámana. Descanse en paz el malogrado Jorge Vil.
Jajajajaja...nooo...ojo, ojo, recuerda que la realidad supera siempre la ficción.
ResponEliminaUn abrazo desde El Prat.
Marededéu, o d'onze, No ho hagués pensat mai. I jo que pensava que havia nascut a Sant Boi de Llobregat.
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