Tuve la oportunidad de ver "Memorias de un conspirador", (Ángel Amigo, 2013) una larga entrevista -tratada como un monólogo- a Jesús Egiguren, - el que fuera presidente del Partido Socialista de Euskadi en aquellos años tan terribles. Se puede ver en Filmin.
Egiguren, una vez libre de cargos políticos, habla sin tapujos sobre el asunto vasco y pone los puntos sobre las íes a varias cuestiones, como por ejemplo el lamentable papel del PP, cuyo interés parecía ser sacar tajada en votos al precio que fuese. Decir eso supone un gran acto de valentía, y si no lo creen así, pruébenlo ustedes en algún foro ya verán.
Pero más allá de eso, me fijo en eso que se llama el "sentido de Estado", algo que no le falta jamás a Egiguren. Un hombre que, no se puede olvidar, se sentó enfrente de Arnaldo Otegi y de Josu Ternera: hay que tener valor e ideas claras para hacer eso. (En este sentido, el político socialista aporta buenas ideas sobre el miedo y la posibilidad de controlarlo, porque... ¿se imaginan ustedes hablando con un tipo que en cualquier momento puede ordenar su asesinato?
Durante todo el documental no pude evitar pensar en mi desdichada Cataluña, especialmente cuando Egiguren se plantea ¿cómo convivimos en un mismo lugar personas con ideas políticas tan distintas? ¡Caramba! Me dije: eso sí es una mesa de negociación, y no esa tediosa monserga de nuestros políticos independentistas, embarrancados en una idea de la negociación que para nada consiste en negociar.
Para entrar en el tema: ¿cómo nos las apañamos para convivir unas personas que parten de unas ideas completamente opuestas de país? Es decir: unos creen que Cataluña es una nación ¡milenaria! y otros que Cataluña jamás ha sido una nación. Unos creen que la invasión de Prats de Molló es la gesta heroica de Macià y otros vemos claro que fue una bravuconada ridícula. Unos creen que Cataluña tiene una lengua propia y otros que los territorios no tienen lengua, y solo su ciudadanía tiene lengua(s). Unos creen que el destino histórico de Cataluña es ser un país independiente y otros damos gracias por formar parte de España y, por consiguiente, de Europa.
Creo que ahí está el fondo del asunto y lo primero que se debería abordar en una negociación: no estaría de más invitar a Jesús Egiguren a la mesa de los de ERC. Yo estaría más tranquilo con este hombre sentado frente a Aragonès y compañía.
Antes de abordar referéndums, estatutos e indultos para supuestos exiliados o amnistías para supuestas víctimas de la represión, deberíamos saber en qué podemos llegar a un acuerdo de convivencia quienes vivimos hoy en Cataluña, ya que estamos partidos por la mitad y es urgente encontrar lo que nos une, lo poco que podemos compartir. Aunque sea muy poco es un punto de partida hacia el futuro.
Otro aporte al tema: Egiguren se cuidó mucho de que los documentos que se redactaron durante su negociación soslayaran el lenguaje del nacionalismo y se redactasen con el lenguaje constitucional y democrático: estamos un poco hastiados de la presencia de términos nacionalistas (cuando no medievales y obsoletos) en los manifiestos oficiales de la Generalitat, en los discursos de sus cargos públicos: Aragonès no es Junqueras y mucho menos Puigdemont, pero en cada alocución suya hay decenas de conceptos impropios de una democracia constitucional y resuenan, cansinamente, ideas de un nacionalismo romántico, cuando no carlista. ¿Acaso no suenan a nacionalista romántico esas machaconas alusiones a "el poble català", tratándonos de súbditos de un señorito feudal?
Quienes negocien con ERC espero que tengan las ideas tan claras como el antiguo presidente del PSE: se debe demostrar que el nacionalismo no es progresista, si no que es tradicionalista y retrógrado, y es por ahí por donde se debe comenzar. El discurso de cierta izquierda nacional, empática con el independentismo por un problema de miopía y daltonismo, debe iluminarse con los principios de la ilustración y la democracia: ¿acaso el carlismo era progresista?
Es obvio que el franquismo arrasó con la ilustración en España, y a día de hoy seguimos huérfanos de pensamiento democrático, eso es algo que se constata a diario, visible en los políticos independentistas pero también en parte del discurso opuesto. Por ahí debería empezar el diálogo, aunque tal como yo lo veo, la única mesa de negociación necesaria e inaplazable es la que se debe abrir en Cataluña y entre catalanes. Pero eso se debe abordar, aunque nos falte el valiente que dé el primer paso.
Me despido de ustedes con una frase del propio Jesús Egiguren: para algunos, la paz (en Euskadi) fue una putada.
Pues aquí lo mismo: el fin del procés y de sus mentiras será una putada para muchos, pero será la solución buena para la convivencia.
Y yo recuerdo las palabras de Felipe González, aquellas de que en realidad se prefiere ser nietos del franquismo que no hijos de la Constitución.
ResponEliminaSalut
Creo que de eso se trata, el meollo del asunto está aquí. Hay más descendientes del franquismo que de la Constitución entre los políticos actuales, y eso afecta incluso al joven Aragonès, que el día de la Constitución lo aprovecha para soltar una estupidez como que su generación no la votó. ¡Cómo si los norteamericanos de hoy hubiesen votado la Constitución de los EUA! Sin embargo, no dice nada del pasado franquista de su familia, ya que nada tiene que objetar de eso.
EliminaHacía tiempo que no te leía. Vienes a terminar con esta frase: "Me despido de ustedes con una frase del propio Jesús Egiguren: «para algunos, la paz (en Euskadi) fue una putada». Frase referida al PP. No me parece adecuada. El PP junto al PSOE, sufrieron con dureza la criminalidad de ETA. Una organización terrorista, qué antes, exterminó a la UCD. Y que asesinó a cualquiera que estaba en frente por motivos ideológicos. Una ETA fascista. Que el PP reivindique a las victimas, que no quiera poner un tarje nuevo a lo sucedido con ETA, que que esté en contra de blanquear a ETA y todo lo que le rodeaba, no quiere decir que el PP «viva de ETA». Te lo dice alguien, ya lo comenté aquí hace tiempo, que estuvo frente a frente con quienes pudieron matarme en aquel mismo momento. Egiguren acudió a aquellos encuentros con un pacto de no agresión. Yo acudí a pecho descubierto. Por lo demás, el resto de tu escrito me parece muy bueno.
ResponEliminaSaludos cordiales.
No dudaría jamás de tus palabras, ya que entiendo que contienen mucha verdad. Sin embargo, lo que se percibe es que el Psoe y el Pp han usado el conflicto y sus víctimas de un modo muy distinto. Para mi (y no creo ser el único) el Pp siempre ha tendido a un uso diría que espurio de las víctimas, e incluso lo hace ahora, todavía. Te recomiendo que veas "El fin de Eta", un documental de 2016 de Justin Webster muy plural y del que cada uno puede sacar sus conclusiones. Por supuesto que los asesinos nacionalistas derramaron sangre de políticos del Pp, pero la respuesta y el sentido de estado de ambos partidos no es simétrico.
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