Israel iba y volvía de la infancia hacia el presente, una y otra vez. La última fue el viernes, en el metro de Barcelona. Cuando la línea 1 penetra en Hospitalet, paradójicamente, el tren sale al exterior y a la luz del sol. Los pasajeros levantan la mirada o pegan la nariz contra el cristal para acercarse a la luz. Este gesto instintivo lo hacía él, de niño. Se acuerda perfectamente.
-Si yo fuese Piero della Francesca -se murmuraba Israel- ahora mismo estaría tomando apuntes para una obra maestra.
Sin embargo, el viernes pasado, los viajeros llevaban los ojos cubiertos por un velo de tristeza y de silencio. Israel miraba esos ojos. No había miedo, pero tampoco esperanza. Esas miradas retratan la España de hoy, la Cataluña miserable e invisible, la Europa fracasada. Se acordó de la infancia triste.
En la estación de Santa Eulàlia entraron una madre y un niño. Ella era una mujer negra caribeña y parecía triste y ensimismada. Un prejuicio idiota le llevó a pensar que estas mujeres no deberían estar tristes jamás. Israel pensaba que caribe y tristeza son incompatibles porque Israel era un poco platónico.
El niño mestizo se puso de pie encima del asiento y se agarró a la ventana. Y miró al mundo que se deslizaba tras el cristal, con alegría. Su madre, con la cabeza agachada, le sentó con un manotazo severo y convincente.
Mientras contemplaba la escena se puso a pensar en sus cosas. Llevaba tiempo dándole vueltas al asunto de la marioneta a la que, tiempo atrás, bautizó con el nombre de Oscar, después de dudar si no sería mejor llamarle Ismael, por lo de Moby Dick. La había arrastrado consigo en los últimos quince años, que no es poco (llevarla consigo parece una expresión demasiado lujosa para expresar la verdad). El títere fue construido por un artesano casi mágico, a partir de un antiguo comic de los años ochenta.
Con los traslados y los años el muñeco se había deteriorado, así que había llegado la hora de la restauración. Se rió para adentro cuando se le ocurrió que, una vez restaurado, a Oscar le podría comprar un Kalashnikov a su escala, para procurarle un poco de paz y de sosiego. Quizás armado con el fusil mitológico la vida le respetaría.
Por la tarde, mientras se afanaba en recomponer la marioneta, recordó la mirada del niño mulato. Israel vio de nuevo el paisaje de mierda tras la ventana, el suburbio postindustrial, el gris acero y el gris hormigón, las nubes gris de Payne, los charcos de agua sucia. Y sin embargo el chaval había sonreído a todo esto.
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Notas: en el video, la expresión final "¿Con quién hablar?" está plagiada de Kieslowsky, del primer capítolo de su decálogo.
Tots el que tenim una mica de consciència som fills de l'Auxilio Social i de Paracuellos, i tenim un titella que ens parla a cau d'orella i ens diu de què estem fets. I podem mirar per la finestra i veure el sol i pensar que la vida és lluminosa, o podem aprofitar l'ocasió que ens ofereix la llum per veure quina és la cara de la realitat.
ResponEliminaQui digui que no es pot triar menteix. I el món és ple de mentiders, com podem comprovar cada dia si mirem per la finestra enlloc de mirar-nos el melic.
Tens raó: la realitat és plural però no ho és, i en aquest dilema és on creixen i prosperen els mentiders, sempre interessats. Jo procuro mirar per la finestra mentre penso en el meu melic.
EliminaL'estació de Mercat Nou sempre m'ha semblat el bronx barceloni, per alló de que a Nova Iork el metro va a trossos descobert...
ResponEliminaMercat Nou té alguna cosa del Bronx, crec que aquesta imatge se'ns ha acudit a molts. I no és tant sols pel metro.
EliminaVeig sovint aquesta mirada de desesperança en els ulls de massa gent que em creuo pel carrer.
ResponEliminaEt confesso que l'expressió "sense por i sense esperança" la vaig llegir, no és meva. Però l'he assumida perquè em sembla que retrata molt bé els carrers de Catalunya.
EliminaLluís, la verdad es que el bodrio babilónico lo leí por la mania de acabarme los libros, pero sí, es un libro bastardo. Hay que decirlo claro.
ResponEliminaTenemos pendiente la lista de reseñas de bodrios...
EliminaEl paisaje de nuestra vida es el que nos hace sonreír, a veces sólo desde el recuerdo, si es que el recuerdo pertenece a otra esfera de realidad que la propia vida, que a veces lo dudo. Recuerdo esa línea, esa parada, cuando sales del túnel y asoma la ciudad que uno intuye sin ver hasta ese momento. El metro es el olvido de la ciudad, para poder ganarla.
ResponEliminaEstos vídeos que pones me conmueven, este pintando el muñeco, es como una metáfora. Una cámara fija que nos retrata a nosotros mismos, que pintamos y que nos cuestionamos cuando te leemos.
Ya sabes que la memoria es una aplicación bastante creativa, y por algo será que se localiza en el mismo sector del cerebro que los sueños y las fantasías.
EliminaMe alegra haberte conmovido con el muñeco, porqué esta era la pretensión. Si puedes tómatelo con calma, porqué la serie el títere continuará.
Mi nombre es Ismael. Hace unos años, encontrándome sin apenas dinero, se me ocurrió embarcarme y ver mundo. Pero no como pasajero, sino como tripulante, como simple marinero de proa. Esto al principio resulta un poco desagradable, ya que hay que andar saltando de un lado a otro, y lo marean a uno con órdenes y tareas desagradables, pero con el tiempo se acostumbra uno.
ResponEliminaY por supuesto, porque se empeñan en pagarme mi trabajo, mientras que un pasajero se ha de pagar el suyo. Aún hay más: me gusta el aire puro y el ejercicio saludable. Digamos que el marinero de proa recibe más cantidad de aire puro que los oficiales, que van a popa y reciben el aire ya de segunda mano.
Me quedo con esta magnifica obra, porque en muchas ocasiones es mejor leer que hablar...
Aunque al capitan la pierna se le coma la carcoma... jejejeje
No se porqué, Moby Dick me parece una metáfora de nuestros tiempos cada vez más nítida. No debe ser casualidad que yo nombre a Ismael (perdón por la broma fácil) y tu al capitán Ahab con un día de diferencia...
Eliminat'informo que has guanyat el premi Best Blog, més informació al meu blog
ResponEliminaMoltíssimes gràcies, Aris. Veig que aquest premi no dóna diners sinó feina. Bé, no passa res: de diners en tinc a cabassos i de feina no en faig gaire, sóc un privilegiat.
EliminaBienaventurados, pues, los ojos capaces de entrever un islote de dicha entre los paisajes de mierda que corretean al otro lado de las ventanillas de los trenes de los suburbios.
ResponEliminaEso pretendía decir, precisamente. Porque lo que es yo no puedo ver los islotes.
EliminaTot canvia perquè no canvïi res. Un túnning al titella ben curiós que demostra, però, les teves habilitats heretades de la teva mare del pinzell.
ResponEliminaI sobre el paisatge que agradava al nen és lògic, només quan som adults i comparem ens n'adonem de les diferències. Per a mi Paracuellos fou una obra que em va obrir molt els ulls!
Vaig llegir infinitat de còmics en aquells temps, i "Paracuellos" és dels que no se m'ha esborrat gens.
Elimina...li he estat donat voltes a n´aquesta entrada . Moby Dick , l´obcecat Capita Hahab, simbolisme d´una tragedia i un orgull honoros .I la titella que reneix en guerriller amb fusell... el comic me és conegut i aquest darrer somriure també.
ResponEliminaNo m´estranya que et meresquis el premi blocaire . Enhorabona pel premi i pel bloc.
salut !!!
Potser la relació amb Moby Dck està agafada amb pinces, però jo la veig...
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