Según la definición, la pareidolia es un fenómeno psicológico que consiste en reconocer patrones significativos —como caras o cuerpos— en estímulos vagos y aleatorios. En síntesis: algo muy humano que quizás compartimos con otros animales.
En algunos casos, la cosa se complica cuando el rostro que uno cree reconocer pertenece a Jesucristo o a la Virgen, y estos casos son frecuentes en España.
Desconozco si existe algo similar que nos permite reconocer como buenos a los de nuestra tribu. Me explico: han coincidido en el tiempo algunas imputaciones y sentencias referidas a políticos corruptos, y las reacciones me han llamado mucho la atención. Que el imputado/sentenciado se declare inocente y puro es natural e irrelevante, pero que en su entorno sean incapaces de ver lo más evidente ya sorprende un poco. Las pruebas reunidas contra la señora Borràs no permiten duda alguna, son múltiples y abrumadoras. E incluso bochornosas, cuando uno se toma la paciencia necesaria para leer los correos que la señora mandaba, con su manual del fraude escrito desde el sentimiento de impunidad más escalofriante.
Lo mismo sucede con la sentencia de los políticos andaluces. Y, sin embargo, en ambos casos se ha dado un curioso fenómeno que implica la distorsión cognitiva. Borràs habla de unos "diputados vestidos de jueces" en un tono solemne que bordea lo trascendente, y Sánchez de "pagar justos por pecadores", en un sorprendente sesgo religioso que no me esperaba de un hombre laico.
En ambos casos se apela a fenómenos raros o a hechos fantásticos.
Se debe añadir aquí una anécdota (significativa): cuando la señora Borràs salió del Parlamento regional tras ser suspendida de empleo y sueldo, la esperaban unas 200 señoras fans, que entre aplausos, vítores y exaltaciones, insultaron a las diputadas de ERC. Con especial ensañamiento para con la diputada Najat Driouech, que usa el velo en tanto que musulmana. A la señora Driouech la trataron, a gritos, de "mora de merda", en una nueva demostración de que Cataluña es, en efecto, tierra de acogida ejemplar. La religión, de nuevo, apareció en escena.
A veces creo que jamás salimos de las tinieblas medievales, con sus señores feudales, sus monjes y obispos, su temor de Dios, sus cruzadas y sus apariciones, milagros y monsergas, quema de brujas y demás atrocidades.
Desconozco si existe algo similar que nos permite reconocer como buenos a los de nuestra tribu. Me explico: han coincidido en el tiempo algunas imputaciones y sentencias referidas a políticos corruptos, y las reacciones me han llamado mucho la atención. Que el imputado/sentenciado se declare inocente y puro es natural e irrelevante, pero que en su entorno sean incapaces de ver lo más evidente ya sorprende un poco. Las pruebas reunidas contra la señora Borràs no permiten duda alguna, son múltiples y abrumadoras. E incluso bochornosas, cuando uno se toma la paciencia necesaria para leer los correos que la señora mandaba, con su manual del fraude escrito desde el sentimiento de impunidad más escalofriante.
Lo mismo sucede con la sentencia de los políticos andaluces. Y, sin embargo, en ambos casos se ha dado un curioso fenómeno que implica la distorsión cognitiva. Borràs habla de unos "diputados vestidos de jueces" en un tono solemne que bordea lo trascendente, y Sánchez de "pagar justos por pecadores", en un sorprendente sesgo religioso que no me esperaba de un hombre laico.
En ambos casos se apela a fenómenos raros o a hechos fantásticos.
No me sorprende nada, por consiguiente, que un columnista de La Vanguardia hable de Jordi Turull como de un Poncio Pilatos ante el caso Laura Borràs: ya llevamos tiempo instalados en el relato mágico, metafísico o religioso: lo pueden llamar como más les guste.
Se debe añadir aquí una anécdota (significativa): cuando la señora Borràs salió del Parlamento regional tras ser suspendida de empleo y sueldo, la esperaban unas 200 señoras fans, que entre aplausos, vítores y exaltaciones, insultaron a las diputadas de ERC. Con especial ensañamiento para con la diputada Najat Driouech, que usa el velo en tanto que musulmana. A la señora Driouech la trataron, a gritos, de "mora de merda", en una nueva demostración de que Cataluña es, en efecto, tierra de acogida ejemplar. La religión, de nuevo, apareció en escena.
A veces creo que jamás salimos de las tinieblas medievales, con sus señores feudales, sus monjes y obispos, su temor de Dios, sus cruzadas y sus apariciones, milagros y monsergas, quema de brujas y demás atrocidades.
Sobre el funcionario público todo debería ser más sencillo y más claro: tanto si mete la mano para lucrarse, como si beneficia a los amiguetes o hace la vista gorda, hay que apartarle y castigarle. El respeto al dinero público debe ser esencial (o sagrado, si es usted creyente): es el dinero que ponemos todos en las arcas públicas cada vez que nos compramos una barra de pan, un chicle o un bote de garbanzos. En muchísimas ocasiones, hay un esfuerzo muy grande en esa tributación, y ese esfuerzo es más grande conforme más dificultades tiene el que contribuye.
Yo, que he votado casi siempre al PSOE, entiendo que los políticos andaluces deben pagar en función de lo que diga la ley, del mismo modo que las legiones de corruptos del PP, de Convergència o del partido que sean.
Y uno debe alegrarse cada vez que cae un corrupto, pues este es el tumor maligno de la democracia. Se debe ser racional, y dejarse de distorsiones cognitivas, religiones y demás pareidolias que nos hacen ver lo que no es, o ver bondad (y santidad) en donde solo hay codicia o estupidez. O ambas cosas a la vez.
Si los juicios y sus sentencias fueran rápidos, quizás no hubiera tiempo para poner la mano en el fuego por nadie pero una vez puesta, nadie admite que se ha quemado. Eso por una parte; por la otra, nunca tuvieron credibilidad, no me sorprende ahora los insultos, mezclando al parecer el hecho de la feminidad con algo que no viene a cuento - tampoco la religión vendría a cuento -. (ya lo decía la mujer del ex-honorable, que no se mordía la lengua con los inmigrantes).
ResponEliminapodi-.
Nada...nada....todos son unos chorizos, menos los míos que son los buenos y hablan de "libertad".
ResponEliminaSalut
Creo que los psicólogos tienen un auténtico filón con estos casos, y están al descubrir un nuevo síndrome.
ResponEliminaTanto en el caso de Borrás como en el de los andaluces hay una actitúd persistente de negación de la realidad que las pruebas judiciales aportan, negación hasta el hartazgo a pesar de las investigaciones, correos electrónicos, evidencias, etcetera.
Saludos