Cuando una propuesta política no gusta a ninguno de los extremos, el instinto nos dice que es una buena medida. Quizás este axioma solo nos sirva a los socialdemócratas y a los moderados en general, lo se.
Estoy hablando de indultar a los presos por el atentado gravísimo a la democracia de octubre de 2017 perpetrado en el parlamento catalán. A los más enardecidos nacionalistas el indulto no les gusta, ya que ellos exigen la amnistía, aún sabiendo que es imposible. A la versión más cañí del españolismo, el indulto tampoco le gusta y lo recurrirá con todas sus fuerzas. Por desgracia, pugnarán en los juzgados para sacar un puñado de votos, al más puro estilo populista e imitando, sin quererlo, a quienes pretenden mantener en prisión. El Partido Popular siempre naufragó en inteligencia cuando abordó el asunto, y las pruebas están en las urnas. Mal que les pese a los populares, Sánchez supo como se desmonta al engaño independentista: se le desmonta con democracia y luego más democracia.
Sánchez siempre les tuvo la medida tomada a los nacionalistas catalanes y sabe como se les desactiva: si fuesen una bomba (que no lo son pero les gustaría), Sánchez sabría como anular la espoleta. Al fin y al cabo, los secesionistas no tienen otra opción racional que aceptar su fracaso en todos los frentes: sus líderes juzgados y condenados, su república duró 8 segundos, el líder huyó en el maletero de un coche, perdieron 700.000 votos en las últimas elecciones regionales y ya no convocan a casi nadie cuando todavía tienen el cuajo de convocarles. En cualquier lugar del mundo eso es una derrota sin paliativos.
Y el indulto funcionará en ese sentido. Con que solo uno de los presos acepte el indulto, el relato del estado opresor que tantos frutos electorales da entre la parroquia indepe se habrá extinguido. Quizás el señor Cuixart no pida el indulto y lo rechace con grandes aspavientos retóricos, pero ya lo veremos. Quizás lo aceptará de una forma oblicua o metafórica. O con el estilo de los iluminados por el rayo divino que suele usar en sus alocuciones.
En cualquier caso, lo que suceda tras la oferta del indulto es el declive del imperio independentista. Mutilada una parte muy relevante de su relato (de su cuento chino), les quedarán muy pocos argumentos y deberán ingeniarse una camama nueva, empresa nada fácil porque el agotamiento conceptual es tremebundo. El victimismo, tan cansino, habrá perdido fuelle.
Tan solo la contemplación (en pantuflas y con palomitas) de las discusiones entre los políticos independentistas por quien pide y quien rechaza el indulto ya será un espectáculo digno. A ver como nos lo cuenta la Tv3. No se olviden de que los seguidores de Puigdemont se plantaron ante la sede de ERC hace pocos días para gritar a pleno pulmón: Junqueras, traidor, púdrete en la prisión (en catalán rima: Junqueras, traïdor, podreix-te a la presó). Tampoco se olviden de que Rull y Turull abandonaron el PDECAT y se pasaron a Junts cuando el primero dejó de ingresarles 7.000 euros mensuales (¡siete mil al mes!), aduciendo que sus arcas están secas. Así están las cosas entre los socios de gobierno.
A veces, el poder se demuestra siendo magnánimo con quien fue despótico, autoritario y altanero. Siendo democrático con quien fue antidemocrático. Esa actitud funciona bien incluso con los alumnos más insurrectos del aula, con los más provocadores. Eso sí, en todos los casos se les debe recordar que existen las líneas rojas en cualquier democracia, y quizás por eso la inhabilitación para ejercer cargos públicos debe mantenerse.
Coincido casi al cien por cien con tu opinión pero yo, que soy pesimista por naturaleza, mucho me temo que el curso de los acontecimientos sea aproximadamente éste:
ResponElimina- El gobierno concede el indulto
- Los presos, tras hacerse un poco los estrechos, se acogen y son liberados
- Los de charanga y pandereta apelan al Supremo o a donde corresponda
- El Supremo o quien corresponda se toma su tiempo para resolver la apelación
- Casualmente el Supremo o quien corresponda resuelve desfavorablemente para cuando se aproximen las próximas elecciones catalanas.
- Se les encarcela de nuevo
- Los indepes se enardecen, los dudosos se deciden, los pacíficos se cabrean... y vuelven a ganar las elecciones los partidos independentistas, por mayor diferencia que en elecciones anteriores
Y es que yo estoy convencido de que los indepes hiperventilados y los Canadells no están solos en esto de contribuir a ina escalada que acabe de hundir a Cataluña. Me temo que en la España de los Madriles hay algunos estamentos que también verían con buenos ojos una escalada que justifique una represión violenta.
Ojalá me equivoque.
Quizás tengas razón... Aunque a mi me recuerda otra situación del pasado, el dilema - si bien tengo muy presente que esta gente no ha matado a nadie, más bien su mensaje era antibelicista aunque no siempre se interpretara así -. El dilema que yo tenía en la época en que ETA era muy activa era de que el Estado debía llegar a un acuerdo con la finalidad de que cesaran las muertes. Claro, entonces Estado habría cedido al chantaje, pero es que no podíamos permitirnos muertos diarios y no parecía que el Estado pudiera acabar policialmente con la organización. Cuando se acabó con ETA, ya entendí que el no haber cedido había dado sus frutos.
ResponEliminaAhora, a veces, también me planteo algo parecido - ¡ey! que no, que no han matado a nadie, lo sé -. ¿Se llega a un acuerdo con el independentismo porque no hay otra forma de derrotarlo? ¿no será considerado un triunfo por los indepes? A su favor tienen la no violencia y mi resistencia a los indultos obedece a personalmente lo pasé mal en ese período de "días históricos" y cuesta, cuesta ver los indultos como un inicio a una cierta solución.
No sé si eso desmonta el argumentario del estado opresor, pues todos saben que la decisión vendría tomada en base a que no hacerlo podría implicar una caída del Gobierno, si bien eso tampoco interesaría mucho al sector independentista.
Lo que se haga, que se haga de forma legal, ese el mejor ejemplo que podrá darse.
podi-.
He leído tu entrada, LLUIS, y agradezco que sea en plan reflexivo, a mi también me hace falta pensar tres veces antes que escribir.
ResponEliminaTambién, como no podría ser de otra manera, he leído a J Vicente y a Podi, y me parece más que interesante las opiniones vertidas, que creo son de lo más pacífico y objetivo que pueda encontrarse.
Si "...A los más enardecidos nacionalistas el indulto no les gusta..." y "...A la versión más cañí del españolismo, el indulto tampoco le gusta..." creo que este es el camino para otorgarlo, dado que si no les gusta es que no les interesa "politicamente", porque es obvio y se presupone, que mantener en prisión a una persona no es del agrado de nadie.
Me apunto al último párrafo de PODI.
Salut
Ahhh, y en el último párrafo de PODI, se entiende perfectamente lo que dijo el otro día Felipe Gonzalez: "El debate no es si se arrepienten, sino si están dispuestos a respetar la legalidad vigente".
ResponEliminaPersonalmente no creo en la justicia. Quizá en la divina si Dios existiera. Porque un buen Dios sería justo al ponerse en el lugar de todas las partes. La Justicia es una de las patas del Estado de Derecho, tendremos que creer en ella si queremos seguir en una sociedad democrática. En mi opinión los indultos también son legales, igual que las penas de cárcel (Aznar fue de lo que más indultos dio).
ResponEliminala Republica, duro lo que se tardó en rezar un Padrenuestro
ResponEliminaHabéis perdido el honor, y tendréis guerra.... Cada cual se engaña como quiere, pero la Mafia, es lo que es... Yo estoy harto de pagar el pizzo... Ya resolví mi adolescencia hace tiempo, y llevo mal soportar sobre mis libertades públicas la irresolución de la ajena... En fin, cada cual se engaña como quiere...
ResponEliminaParece que desapareció mi comentario. Iba también sobre la idea de evitar que algunos vayan de víctimas, apuntando como inconvenientes el especial momento que vivimos con el ascenso de la extrema derecha y la radicalización de la derecha extrema, la desmemoria de los que ya en su día acercaron o indultaron presos y el agravio comparativo que se produce con los que siguen en la cárcel, titiriteros o raperos, por ejercer su libertad de expresión. Un tema polémico en todo caso.
ResponEliminaUn saludo.