De los Estados Unidos de Trump nos llegó el terraplanismo. El terraplanismo parece algo pueril, casi inocente, solo un juego para personas raritas que prefieren dudar de todo, actitud que, de por sí, no es mala. Lo malo es que abjuren del pensamiento científico. ¡Con lo que nos costó llegar hasta aquí!.
Luego vino la Teoría de la Gran Sustitución, que también responde por el nombre de Genocidio Blanco. Según esa teoría hay un plan (¿dónde, quién, como?) para sustituir a la raza blanca por las demás. Y al cristianismo por otras religiones. Lo demuestran con ejemplos sacados de varias partes del mundo. No tan solo de los EUA, también de Australia y de Suráfrica (!). Hay un plan, dicen, y ese plan se está ejecutando en medio mundo: por varios métodos que no excluyen el asesinato, se pretende eliminar la raza blanca. Sin excluir el asesinato, dicen: y para explicarlo exponen casos de asesinatos de personas de piel blanca y confesión cristiana en muchas partes del planeta.
Sin embargo, como el asesinato es llamativo y cuando sucede acude la policía a husmear y los periodistas lo cuentan, los hacedores de la Gran Sustitución recurren a métodos sibilinos: promueven la homosexualidad en las escuelas de los blancos para menoscabar la hombría y su capacidad reproductiva, difunden la depresión, crean culpabilidad en el blanco manipulando la historia para que asuman que son los blancos los malos de la película... Éstas y mil tretas más, todas oscuras, lúgubres, sutiles y perversas además de sospechosas de izquierdismo, ecologismo, feminismo o ateísmo.
¿Qué debe hacer el hombre blanco para impedir la Gran Sustitución? En primer lugar: no avergonzarse jamás de ser el dueño del cortijo, rechazar la homosexualidad como si de una plaga se tratase, levantar la cabeza y, si hace falta, recurrir... al asesinato. Lo consideran una respuesta legítima, un caso claro y evidente de legítima defensa. El blanco debe aferrarse a Cristo en primer lugar y a todo lo que les parece indiscutiblemente blanco: el mercado, el neoliberalismo, la supremacía, la nación, la familia bien entendida.
Lo que he expuesto es real: hay centenares de videos, de conferencias, de folletos, de discursos. Incluso libros. Alguien me susurra que la teoría de la Gran Sustitución está promovida por cierta rama de la Iglesia Evangélica Norteamericana, y bien conectada con algunos líderes latinoamericanos. Una iglesia rica y poderosa que ya ha cruzado el charco: se cuenta (y se debería estudiar) qué relación tiene esa Iglesia y esa Gran Sustitución con la organización Hazte Oír, y a su vez qué relación mantiene Hazte Oír con Vox. Hay que verlo, no lo puedo afirmar de momento.
Y mientrastanto en Cataluña... ¿Qué sucede en Cataluña? No hace falta contar que Cataluña dispone de su propia versión de la ultraderecha cristiana, que por aquí también lleva el sombrero del nacionalpopulismo y tiene sucursal en Waterloo.
En Cataluña, también la hegemonía se disfraza de minoría para poder adoptar los dos roles: el de la víctima de puertas para afuera y el del victimario impune de puertas para adentro.
Anna Erra parece ser la avanzadilla de la Teoría de la Gran Sustitución en su versión de Vic, siempre algo más rancia y más cursi que el original americano. Erra teme que los catalanes con aspecto físico de catalanes seamos sustituídos por otros que no lo parecen, o lo parecen pero quizás no lo son, hay que andarse con ojo, porque son personas venidas a Cataluña desde cualquier parte del ancho mundo con la única pretensión de sustituir a los catalanes de veras. Y nos dice Erra: debéis identificarles por la calle. Anna Erra, alcaldesa, quizás sugiere regresar a la medición de cráneos. Y dice la alcaldesa: debéis desmontar su pérfido plan usando... ¡el idioma catalán!. (Erra plantea la guerra santa en términos lingüísticos: ya se sabe que los catalanes son pacifistas y que, cuando se manifiestan, no dejan ni un papel en el suelo aunque se manifiesten dos millones de catalanes de golpe y porrazo).
Lo que dice Erra lo suscribe el club de Koiné: Pau Vidal, Laura Borràs y los abajofirmantes. Están completamente convencidos de que el idioma catalán se pierde (y con él las esencias patrias) por culpa de la tibieza, la pereza y la desgana de los catalanes, incapaces de advertir el gran peligro de la Gran Sustitución. Ya lo saben, pues: entre las desgracias que nos ha traído el procés a los catalanes, está la versión nostrada de la Gran Sustitución.
El otro día alguien me sugirió: deberías escribir como crees que será la Cataluña del futuro. Y yo empecé a escribir un texto sobre la concordia, la convivencia y el regreso a la Cataluña agradable, aquel lugar en el que se vivía bien. Empecé escribiendo: la Cataluña futura tendrá paz y volverá a ser un buen lugar en cuanto un tercio de los catalanes renuncien a la independencia y admitan que el castellano es, tanto como el catalán, lengua propia de Cataluña.
Pero justo entonces Anna Erra dijo lo que dijo y toda mi ilusión se fue al carajo. Ahora debemos afrontar que las ideas de la ultraderecha norteamericana ya están en Vic. Y los alrededores de Vic, un perímetro que todavía no hemos perimetrado.
En fin, todo puede entrar en el ámbito de las teorías, pero las teorías quedan en eso mientras no se pongan en práctica. Cuando se ponen en práctica ya dejan de ser teoría para convertirse en realidad. Un ejemplo es el grupo Koiné, que tu citas.
ResponEliminaClaudio Magris, un filósofo que se dedicó siempre a hablar sobre los "límites de la tolerancia" (conste que la palabra tolerancia no me gusta), nos decía que "No todo es igual y hay cosas que no se pueden aceptar"; un ejemplo: Que en Alabama tengan la costumbre finisecular de no aceptar negros en la universidad porque "desde siempre ha sido así", no se puede tolerar, y si ha de venir el ejército a proteger la entrada de negros a las aulas (como así fue), pues adelante.
¿Porqué pongo este ejemplo?, pues por lo de la Meridiana.
Tenemos todo el derecho a manifestarnos por la prisión de los políticos, aducen, y así se lleva 128 días de corte diario (de 19´30 a 22 horas más , menos) por una vértebra de la ciudad, impidiendo y colapsando (ese es el fin), la libre circulación de toda una ciudadanía. Tanto es así que se dan el lujo de hacer cada día una butifarrada en medio de la avenida.
El relativismo, en esta ocasión (y en muchas otras) es inaceptable.
Hay un problema serio de lenguaje en el código de la gente que secunda el prosses, no tienen código mínimo, y eso les lleva a saltarse la ley, la ley que ellos mismos votaron y que nos dice que la via pública es de todos, no de una parte; que no puede haber unitelaridad porque dentro de la sociedad hay diversidificación y que no se puede beneficiar a parte de una población porque piense de una manera en detrimento de la otra parte porque su pensamiento sea diferente.
El problema es que nos gobiernan los últimos de la clase.
salut
Y otro gran problema a resolver...
ResponEliminahttps://twitter.com/RadioLesBorges/status/1228261060597223424?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E1228261060597223424&ref_url=https%3A%2F%2Fcronicaglobal.elespanol.com%2Fpolitica%2Fparlament-rechaza-productos-resto-espana_319979_102.html
Al final, estos iluminados pedirán a los catalanes-catalanes que luzcan una barretina en la cabeza ( eso ellos, ellas llevar la toca negra tradicional ), y que vayan por la calle canturreando el Virolai, o en su defecto, El Cant de la Senyera.
ResponEliminaMiquel, habría que averiguar si todo el aceite que se etiqueta con la D.O Les Garrigues, es realmente el cosechado allí.
Porque hay un fraude muy extendido entre los aceiteros ( de todo el país ), que consiste en comprar aceite a granel procedente de Marruecos, Túnez y Argelia, y envasarlo como si fuese de producción propia. Otra variante es mezclar este aceite foráneo con el local en proporciones bajas, para no delatarse.
Aquí hay mucho "patriota", pero muy pocos tontos.