Uno se levanta a veces optimista, y piensa que la pesadilla catalana de 2017 ya se pasó, y que vista con esa distancia de hoy más bien produce risa. Pero hay otros días en los que uno se despierta oscurecido y con el mal pie, y entonces regresa a los temores de aquellos meses nefastos. La realidad se mide por estados de ánimo
Así pues, tras ver las valoraciones de la manifestación de este 11 de septiembre, ya he vivido las dos emociones. Por un lado, el número de manifestantes es objetivamente bajo y, lo más sensato, sería soslayar el acto. Por el otro, hay quien considera que el número es alto pese a todo y que se debe volver a la carga. Aunque debilitados en número, de nuevo hay quien percute los tambores. Esos tambores me llegan, de madrugada, y hacen temblar los cristales del piso.
La ANC lidera esta opción, con el acompañamiento tibio del partido de Borràs y Turull, escindido en dos almas. La ANC insiste en anteponer la "voluntad del pueblo" (las personas que salen a la calle un día determinado) a cualquier ordenamiento legal y, por consiguiente, creen que esa voluntad debe imponerse y debe orientar al gobierno autonómico. Hablan de "desestabilizar al estado" en una demostración de irresponsabilidad escalofriante. Se ha comentado mucho la similitud de esta manifestación con la "Marcha sobre Roma" de Mussolini, ahora aumentada por haber desfilado con camisas negras -trasmutadas en camisetas. Aquella marcha italiana partía de los mismos presupuestos que ésta: los gobiernos deben obedecer a los manifestantes.
En el ánimo de Dolors Feliu, nueva presidenta de la ANC, está esa pulsión por violentar a la convivencia, a la ciudadanía y en última término la propia democracia: desestabilizar al estado.
A mi, Pere Aragonès no me despierta mucha simpatía, pero le reconozco un valor importante. Es el primer presidente de los cuatro último que intenta no ser la noticia del día. Artur Más encendió el fuego en un acto de irresponsabilidad y en un error de cálculo enormes. Pero luego vinieron Puigdemont y Torra, adictos al titular bravucón y a la declaración diaria de soflamas tan inútiles como peligrosas. Aragonès, por lo tanto, ha entendido mucho mejor que los anteriores cual es el papel de un presidente autonómico más allá de que a él le guste o no ese rol, de que nos guste o no a los demás su figura.
Por eso es más triste todavía la actuación de la señora Feliu, empeñada en revivir una pesadilla que llevó odio, confusión y malestar. En su papel de nigromante indeseada, pretende levantar de nuevo al monstruo. El mismo monstruo que asoma por muchos países de Europa y cuyo último fin no es otro que derribar la democracia: la pulsión totalitaria disfrazada de oveja, trasvestida de víctima. De nuevo y como siempre.
Está claro que si se desea algo ha de ir de la mano de lo político haciendo política y no de la mano de asociaciones que sólo son temperamentales y poco dadas a razonar.
ResponEliminaHay un cambio evidente en ER, a ese cambio, los que gritan y no razonan, Junts, le llaman "butiflerisme".
No hay nada más que el tiempo, que es el que quita y da razón.
Salut
¡¡ Huy !!, pues según la Rahola, fue todo un éxito.
ResponEliminaHay detalles que los hermanan con los nazis : procesión de antorchas la víspera en el Fossar, y usar la entelequia de "la voluntad del pueblo".
A mí me avergonzaría usarla, en nombre del pueblo se han cometido las mayores atrocidades imaginables.
Aragonés tendría que replantearse las subvenciones a la ANC, eso es alimentar a su enemigo.
Saludos.
Cuando leí "la marcia su roma" vi claramente de donde habían copiado el esquema en los últimos 11 de septiembre. Las democracias modernas están vacunadas contra esos fenómenos que tomaron por sorpresa a la Monarquía Italiana de 1922. No obstante, ¡cuidado!
ResponEliminapodi-.
https://podi-podi.blogspot.com/2021/07/la-marcia-su-roma-gianpasquale.html