El mapamundi nos cuenta cuales son los estados federales del planeta. Es imposible decir si son mejores o peores los federales que los demás. Incluso es imposible decir si son más democráticos los unos que los otros. Tampoco nos cuenta nada acerca de la calidad de vida de sus ciudadanos, de la calidad de su justicia o del índice de éxito escolar. La opción federal es una opción más, y nada más que eso. Ahí va lo que quiero contar: es muy posible que España se encamine a pintar de verde oscuro lo que aquí es gris. Para ello hay que quitar hierro, ponerle humor y ¿porqué no? magnanimidad. ¡Magnanimidad! ¡Vaya palabra!
John Carlin, el periodista divertido y que por fortuna podemos leer en español, ha dejado un artículo magnífico sobre el asunto de los indultos, las manifestaciones en contra de ellos y alguna que otra cuestión afín, con una imperdible comparación con el asunto escocés. El título de Carlin es, justamente, Magnanimidad. Cuatro ojos ven más que dos, y si dos de ellos son extranjeros, mejor. Otra contribución a los beneficios de la mezcla, el mestizaje, el encuentro y la diversidad.
No resulta fácil leer algo o alguien que se expresa con calma y con sentido del humor. Quizás es lo que más falta nos hace ahora, cuando tanto conciudadano nos presenta la realidad como una tragedia horrible. La realidad tiende más bien a la comedia según yo lo veo, y España sabe más de comedias que de tragedias, aunque estas últimas no nos hayan faltado: mis abuelos sufrieron una guerra fratricida y atroz, la miseria rampante que le siguió y las mil y una dificultades y sacrificios que acontecieron a lo largo de sus vidas.
Sin embargo... seamos ecuánimes. Nuestras vidas son algo mejores que las de nuestros abuelos y además estamos en Europa, continente al que hasta poco solo pertenecíamos por razones geográficas. Ahora estas razones son también políticas, administrativas, jurídicas y sociales. Aún siendo todo eso muy mejorable, aquí estamos: en la Europa de la democracia y los derechos, un oasis casi increíble en un mundo muy bestia.
El artículo de John Carlin que les mencionaba habla de la magnanimidad, palabra difícil en la política actual, más proclive a la dureza, la inflexibilidad y la mano dura. Cuando se habla de la mano dura conviene recordar la metáfora del roble y el junco bajo el vendaval, que es aplicable hoy y aquí.
Conviene recordar la actitud del gobierno inglés para con el secesionismo escocés: hay que tomárselo poco en serio. Cada manifestación contra el secesionismo y a favor de la mano dura crea más independentistas en Cataluña, que no se nos olvide. Al secesionismo se le puede vencer con razón, con mucha democracia y, si hace falta, con magnanimidad. Y hay que insistir en ello: solo se puede permitir la magnanimidad quien gobierna y, en este caso, quien ha vencido ante el envite iliberal y antidemocrático.
A mi modo de ver, y respetando los demás puntos de vista, la manifestación de la Plaza de Colón es un error garrafal. Las consecuencias de este error no las pagarán los ciudadanos de Madrid: las pagaremos los ciudadanos catalanes que no somos independentistas. De Vox no espero nada que no hagan: seamos honestos y admitamos que este partido es más previsible que la muerte. Pero me temo que el Partido Popular navega sin rumbo y sin estrategia alguna, por no hablar de esos Ciudadanos desnortados que, en su declive imparable, pisotean la brújula que se les cayó del bolsillo hace un tiempo.
Es probable que España sea distinta dentro de poco. Pero ¿será peor? Solo la desconfianza en el progreso y en el cambio nos llevaría a esta conclusión. Hay algo en las personas que nos lleva a las unas a pensar que cualquier cambio nos mejora y a otras a pensar en todo lo contrario. Quizás eso define la división entre conservadores y progresistas, división que no indica solo ser de derechas o de izquierdas: hay izquierdosos muy conservadores y derechistas de progreso, aunque quizás no lo sepan ni ellos mismos. En cualquier caso, es imposible decidir quien es más bueno, más agudo o más clarividente.
Ya he contado alguna vez que yo vería con buenos ojos una España federal, al estilo de Alemania o de los Estados Unidos (salvando las distancias, por supuesto). Tener buenos modelos ayuda un montón: a eso le llamaba Paulo Freire caminar a hombros de gigantes. La España federal no es, por consiguiente, ninguna ocurrencia. Si algo me enfría en mi federalismo solo es una duda: el federalismo exige corresponsabilidad y, sobretodo, lealtad entre socios federales. ¿Serían corresponsables, honestos y leales los gobernantes catalanes en una España federal? Esa pregunta viene a cuento a día de hoy. Y la respuesta deberíamos tenerla en la reacción que muestren ante la magnanimidad del Estado. Lo sabremos en breve.
Y una última reflexión: todo lo que nos aleje de la guerra, la muerte y el nacionalismo me parece bueno.
[No se pierdan el artículo de John Carlin que les enlazo aquí].
las pagaremos los ciudadanos catalanes que no somos independentistas...."
ResponEliminaNo nos quepa ninguna duda. De una u otra forma lo pagaremos nosotros.
Salut
Según tengo entendido, el federalismo es una modo de organización del estado para países muy cohesionados y unidos, no para países centrífugos llenos de independentistas por todos los lados. La Cataluña independentista nunca será leal con España y su propósito no es una configuración federal del estado, esto es un sueño de algunas personas de buena fe. El autonomismo ha creado mafias regionales que se perpetúan indefinidamente, con sus complicidades económicas a todos los niveles, a la vez que profundas diferencias entre las regiones -véase País Vasco y Navarra-. No sé si el federalismo es una solución para España, pienso que agravará el enfrentamiento interfederal porque sería imposible ponerse de acuerdo en qué compartimos -si es que compartimos algo más que el gusto por los bares-. El otro día leía que J.M.G. Le Clezió envidiaba el modelo autonómico español frente al centralista francés que ha acabado con las culturas regionales. Yo, por mi parte, envidio el modelo administrativo francés y mucha gente también es España. Así que habría una minoritaria corriente federalista y una gran corriente anti si el precio es todavía una mayor distancia entre las regiones ricas y las pobres. El federalismo no sería una solución. Los independentistas no lo quieren. Quieren eliminar España de su contrucción mental, eliminar espiritualmente a todos los españolistas catalanes, odian y nada les satisfará obtengan lo que obtengan. Ni siquiera la independencia les haría felices porque España seguiría estando allí. Si hay algo metafísicamente imposible es contentar a un catalán, no está en su ADN.
ResponEliminaTal como puedes inferir de mis apellidos, soy catalán de origen y de cultura. También soy español sin duda alguna, por las mismas razones. El federalismo no es mi primera opción pero me parece una opción siempre que se garanticen determinados principios y lealtades. Dicho de otro modo: soy tan catalán como Junqueras, ni más ni menos. Si él se puede sentar a negociar, yo también. Hay tantas formas de ser catalán como de ser español o de ser humano, aunque eso todavía no lo hayan comprendido nuestros líderes secesionistas. Ya lo comprenderán, con el tiempo y con pedagogía. Soy federalista (con dudas) siempre y cuando se garantice la lealtad federal, pero estoy seguro de que esa lealtad se puede regular y revisar. Lo que sea para desinflamar el nacionalismo y empezar a tratarnos como ciudadanos de pleno derecho y olvidar para siempre los derechos de los territorios, que es una idea medieval y maligna.
EliminaDetrás de la supuesta "magnanimidad" se oculta el interés de Pedro Sánchez de mantenerse en la presidencia hasta el final de la legislatura a toda costa.
ResponEliminaNo me cabe la menor duda de que los indultos se van a conceder por "bemoles", pero hay la posibilidad de que el Tribunal Supremo los impugne por no acogerse a los supuestos que contempla la ley para su aplicación.
Y entonces, los "indepes" se rasgarán las vestiduras ante el "espíritu persecutorio de venganza" del Estado.
Y seamos honestos y hablemos claro, Tanto PDCAT, Esquerra y la CUP saben que el "prosésssss" murió al nacer, y les importa un bledo. Lo que buscan y están consiguiendo todos ellos, es vivir del pesebre del independentismo. Sin programas electorales, sin planes de gobierno, y además con la llave de la caja de los presupuestos que financiamos todos.
Imagínate que cobras un pastón en tu trabajo, que nadie te fiscaliza el rendimiento, tienes un séquito de fieles, y que además, si algo sale mal, solo tienes que charle la culpa de ello al Estado español.
Un chollo, ¿ o no ?.
Estoy muy de acuerdo contigo. Ya sabes (o intuyes) lo que pienso de Junqueras y compañía. Sin personas con quienes me resultaría difícil pactar. Pero hay que ser constructivo. Es posible que todo ese asunto se lea de forma distinta en Cataluña, donde lo que más deseamos es que regrese la normalidad, incluso pagando un precio muy alto. para mi modo de verlo, desmontar el victimismo es un principio que abre muchas puertas. Lo iremos viendo sobre la marcha. No soy adivino y se me da muy mal anticipar el futuro. Si me equivoco, rectificaré. Y no se me caerán los anillos si debo rectificar.
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