Yo mismo, intentado recuperar la cámara fotográfica
A mis alumnos, adolescentes en primavera, les suelo ofrecer tratos y pactos para que, a cambio, mantengan una cierta actitud en clase y una cierta predisposición al trabajo escolar. No he sido nunca un profesor autoritario, y creo que soy demasiado tolerante. Pero no lo se muy bien: reconozco que casi siempre yo también he tenido una relación problemática con la autoridad. Padre, patrón y Dios lo podrían contar.
Las ocasiones en que he tenido una relación fluida con el poder son escasas y caras, porqué pocas veces me he encontrado con un poder ideológicamente cercano.
Yo mismo, una vez he comprendido que recuperar la cámara fotográfica no será una tarea fácil.
Aquéllo en lo que más he tenido que progresar en mi vida laboral ha sido en incorporar y asimilar que cuando estoy en clase soy el sujeto de la autoridad, su imagen. He leído mucho sobre educación libertaria, educación y libertad, etc. Pero leer no basta. Este trabajo exige algo imposible de aprender en la lectura. Sólo en la vida se aprende, y la vida sólo desmiente lo aprendido
La idea de que debo ser demasiado tolerante es la que, sin mediar palabra, expresa el rostro de algunos maestros cuando irrumpen en clase para pedir algo (¿me dejas la plastilina?) y observan el ambiente que hay allí dentro. Nada del otro mundo, pero sí una cierta relajación de la norma.
El caso es que, desde unas semanas para aquí, el trato con los alumnos incluye que antes de marcharse a casa pueden poner la música que quieran. Es así como, casi cada día, las paredes del aula retumban a este ritmo:
Aunque la canción me horroriza, no verbalizo ninguna opinión. Pienso que a ellos les parecería espantosa la pieza de Ludovico Einaudi que tanto me gusta a mi. Y pienso que igual -si todo va- a lo mejor un día preferirán a Einaudi. Bueno, a Einaudi o a la Joy Division. A mi tampoco me gustaba el Erbarme Dich de Bach cuando tenía doce años.
Pienso todo esto mientras leo la lista de los libros más vendidos durante el DCCL (Día del Consumo Compulsivo de Libros, Sant Jordi lo llaman también). Las preferencias de los clientes van de la bazofia a la miseria, aunque el componente patriótico y mediático nos lleva a pasar por la estupidez. En este momento me doy cuenta de que a mis alumnos les gusta lo que les gusta, pero tienen las infinitas excusas que les brindan sus doce años de vida.
Y además no saben quién demonios es Pilar Rahola, ni les interesa.
___________
Por si alguien tiene dudas sobre gustos musicales en generaciones distintas, sólo puedo decir que hace unos pocos años la pieza siguiente me parecía muy buena. Y con muy buena quiero decir muy buena. Y aunque siento todas la simpatías por el señor Chao, me gustaría saber qué oreja es capaz de encontrar diferencias significativas entre Pa'romper la discoteca y la pieza del señor Chao, Love and hate. Cuyo objetivo no era otro que romper la discoteca, y lo se porqué la he bailado en discotecas de pueblo ya muy entrada la mañana.
con no sóc alumne teu, m'estalvio escoltar al FARRUKO aquest, si de cas un altre dia, o més endavant.
ResponEliminaD'acord, no t'ho recrimino pas, sincerament. El Ludovico t'agradarà, és un pianista virtuós.
EliminaTus alumnos están vivos, igual que tu. Besos.
ResponEliminaEres toda una autoridad. besos.
Gracias, pero mi autoridad es muy pequeña.
EliminaNo sé si es trencar les dicoteques, però a mi em trenquen les orelles, tant la versió del Farruko, com la de Mano Negra, però la música també es un llenguatge, així que aguantar i a ballar el ball que ens toca!
ResponEliminano em sembla mala idea poder acabar les classes amb un "bailoteo" amb los companys i el professor.
ResponEliminad'aquí a un temps potser recordaràs amb carinyo o fins i tot amb nostàlgia esta cançó que ara dius que t'horroritza.
està bé conèixer el que els agrada, poder compartir-ho...
i no has provat d'escoltar i ballar amb ells altres músiques, a més de les que ja coneixen?
no t'agradaria poder estar més temps amb ells? deu ser durillo pensar que ja els toca marxar de l'escola...
esperem que els vaigue bé.