Sé que sólo el medico herido puede curar, y por esto vine a verle. Cuando le descubrí supe que usted estaba herido, herido de muerte. Lo comprendí viendo sus ojos, su forma de andar. Le seguí y le pedí que me escuchase.
Estoy enfermo porqué vivo en un país enfermo. He dejado de leer los periódicos. Todo lo que cuentan me horroriza, me siento como los ratones de laboratorio, condenados a encontrar salidas de imposibles laberintos, construidos por mentes heladas. Me refugié en los libros, en libros que cuentan ficciones antiguas, sueños. Sin embargo, por las noches, escucho siempre como aúlla el viento entre los muros del laberinto. El viento tampoco sabe encontrar la salida, agita banderas como enloquecido, banderas con rojo de sangre.
Siento miedo, estoy muerto de miedo. Me asusta ese rugir de las banderas teñidas de sangre cuando ondean furiosas y llenas de sombras, la palabra patria vociferada en esos labios rezumando babas diabólicas por las comisuras agrietadas.
Cuando era niño, una noche al irme a la cama, en un arrebato de pereza infantil le pedí al ángel custodio que por favor apagara la luz. Al instante reparé en lo fatal de mi petición, pero ya era tarde: junto con apagarse la luz de la habitación, se apagaron las luces de la casa, las luces de la calle, las luces de la ciudad; se apagaron las luces de colores de los anuncios luminosos, la luz salvadora de los faros en los puertos; se apagó la luna, se apagó la Osa Mayor, se apagó el Triángulo del Verano, se apagaron las constelaciones todas, y el universo entero, made mía, se quedó sumido en las más sorda de las tinieblas.
Vine a usted porqué al verle herido comprendí que usted me podría ayudar. Que me iba a ayudar. Es la única esperanza que he podido guardar en este viaje, hasta llegar aquí tan cansado. Sólo los heridos sabemos la esperanza de curarnos porqué sabemos el dolor y la tristeza. Y el miedo. Sólo de entre los iguales brotarán las palabras de la sanación y alzaremos la luz de nuevo. Más arriba de los muros.
Vine a usted porqué le escuché murmurar
Los vencidos somos invencibles.
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El texto contiene un fragmento adaptado de El escritor de epitafios, Hernán Rivera Letelier, Alfaguara, México 2011.
ya decían los mayas que en diciembre viene el fin del mundo....
ResponEliminaCreo que según Arturito será el 25 de noviembre, pero ya se sabe que este hombrecito es un innovador.
EliminaEl mes de novembre ja ens ha marcat algun final, esperem que aquest inclús, pugui ser millor... però em sembla que ara estic pecant d´optimista.
EliminaNo en tinc ni idea. No oblido que aquest país ha optat sempre, democràticament, per la opció més imbècil possible, i que es diu Convergència i Unió. No me'n refio gens. Crec que els tornaran a votar. Pujol o Artur, tant li fa: dos idiotes, però sobretot dos idiotes perillosos.
EliminaVes que el calendari Maya no s'estigués referint a Catalunya, Aris...
EliminaAmi, em temo que jo sóc molt menys optimista que tu.
Em quedo amb lo de "Los vencidos somos invencibles"....
ResponEliminaSí, podria ser la frase clau del text.
Eliminacomo la armada española aquella, más o menos.
ResponEliminasalut
El problema que tenia l'armada és que no l'havien vençuda. Jo vaig néixer entre els vençuts. Com tu.
EliminaEstamos en el proceso de irse apagando todo. De todas formas yo siento que siempre ha sido así. Sólo que ahora vemos las costuras, y el proceso se agita, como en un escenario, ante nuestros ojos.
ResponEliminaNo, no estamos mejor ni peor... Quiero decir, claro que estamos peor, objetivamente peor. Pero el fondo no ha cambiado. Si yo te contara lo que creo te quedarías "gelat". Pero yo también me siento muy desmoralizado en general.
Creo que será mejo que no me cuentes... El desmoralizamiento es general, y yo también sé de cosas que demuestran como este país se desmorona.
Eliminadoncs això els vençuts som invencibles..
ResponEliminai si és cert que només en la mesura que un se sap ferit pot iniciar el camí de la curació o si més no, intentar-ho o cercar quin és o podria ser el camí..
El que jo em pregunto és si cal trobar el metge ferit
EliminaLluís,
ResponEliminaJa ho diu, el Rajoy, que no hem de veure els telenotícies!! A mi també em produeix pànic algunes de les proclames que comencen a fer-se (el patriotisme sempre m'ha produït urticària). Sí, més val no deixar-nos curar si no és per algú que es reconeix la malaltia en si mateix. Jo, a segons quin metge, no li ensenyo ni l'ungla del dit gros.
De vegades llegeixo autèntiques animalades relacionades amb el tema de la pàtria, com ara el debat sobre si Catalunya haurà de tenir exèrcit. És evident que la maniobra per evitar el fracàs de la política és fantàstica: el país es desmunta però discutim de crear exèrcits i ens entretenim amb el Vidal-Quadras i altres freaks.
Elimina"Sólo de entre los iguales brotarán las palabras de la sanación y alzaremos la luz de nuevo. Más arriba de los muros."
ResponEliminaMalgrat el to general del teu post, el final em sembla optimista. Un retorn a la lluita de classes, que és on ens porten amb la seva violència. Ara potser encara no ho veiem clar, no hi confiem. Però de tant en tant veiem coses que ens fan recuperar algunes esperances.
Sobre si cal trobar el metge ferit, depèn com imaginem que ha de ser aquest metge.
Sí, alguna escletxa per l'esperança s'ha de deixar, perquè si no ho tenim fotut. I jo diria que es veuen molts petits senyals de canvi. Al capdavall, a a majoria de balcons no hi ha banderes.
EliminaDe Varda solo he visto el documental sobre los espigadores en Francia, que me gustó bastante. No sé, yo aspiro al orden, pero no al que deviene de la escuadra y cartabón sino al que lo hace del caos. Y no lo digo por la teoría libertaria, sino por otras que también me interesan como la Teoría general de sistemas.
ResponEliminaLos documentales de Agnès Varda tienen algo de eso: de un caos aparente va surgiendo un orden frágil pero potente, que agita el pensamiento.
EliminaLos vencidos somos invencibles.
ResponElimina¿Lo somos porque una vez abatidos ya no queda ni una minúscula, microscópica posibilidad de plantar batalla o porque la derrota nos fortalece y nos impulsa a arrojarnos contra quienes nos han pisoteado la primera vez...?
En el fondo -y en la superficie- las mejores -y más inquietantes- aseveraciones son las que plantean, en su aparente firmeza, las mayores ambigüedades.
La gracia está en esa ambigüedad, y cada uno puede pensar porqué la derrota te convierte en invencible.
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