En la muerte de Carlos Fuentes
Observé en mi padre una inesperada tendencia hacia las posiciones radicales a medida que se acercaba su hora. Me sorprendía mucho esa deriva, porqué contradecía la idea que yo tenía de la vejez, la enfermedad y la proximidad de la muerte.
A lo mejor me había dejado influir por la evolución de sujetos anómalos o extraordinarios, pensadores y sabios que están como flotando un poco, levitando. A lo mejor me pesaban las lecturas de Raimon Panikker, no lo sé. O ese hechizo perpetuo que ejerce Gandhi sobre las mentes occidentales, siempre hipnotizadas por los gurús orientales. Mi padre, al que yo conocía como a un hombre de orden (había militado activamente en Convergència), conservador y tradicionalista, empezó a mostrar simpatías (empatías) hacia movimientos sociales que yo creía patrimonio de mis ideales: le caían bien los zapatistas del Yucatán, por ejemplo. Y hablaba con una cierta admiración de algunos postulados de ETA o del Ejército Irlandés.
Aunque lamentaba las víctimas inocentes comprendía que un buen día alguien se harte, se pille una ametralladora, se eche al monte y se quede mucho más tranquilo. ¿De qué me extrañaba yo? Incluso un tipo como Shakespeare le dedica una obra al tema de la venganza existencial.
Pero a mi me sorprendía, y llegué a imaginarle con el pasamontañas puesto y pegando tiros al lado de los indios de Chiapas.
Un día se lo dije, cuando su diagnóstico ya estaba muy definido. Lo recuerdo muy bien. El cáncer lo tenía agarrado por la espina dorsal del alma y apenas podía moverse, comer ni beber por su cuenta.
-Si fuese más joven... -soltó él, como para si mismo.
Me quedé silencioso. Días más tarde me puse a escribir un cuento: el protagonista narra como su padre, jubilado y artrítico, desaparece de casa. Y meses más tarde su familia recibe un telegrama del gobierno mexicano informando que el sujeto ha sido abatido en Chiapas, y que los gastos de la repatriación del cadáver corren a cuenta de la familia, ya que el Consulado español se niega a colaborar.
La vejez ha inspirado radicalismos. Contra el mito de la vejez pacífica y pacificadora, relativista, conformada. Ambrose Bierce tenía setenta años cuando se fué a colaborar con la revolución mexicana, y se fué a morir allí. Y parece que lo hizo a conciencia, a sabiendas. A la guerra española (he obviado el adjetivo civil) también acudió gente de edad avanzada, aunque el exponente paradigmático sea George Orwell, que por entonces era un joven idealista.
A veces me he preguntado si eso me podría suceder a mi. Bueno, pues no lo descarto: tal como lo veo todo, cada vez lo entiendo menos. Es exctamente esa frase cada vez lo entiendo menos una de las últimas respuestas que dió el (de nuevo) mexicano Carlos Fuentes, el autor de Gringo viejo que ahora viene de morir. Gringo viejo... murmuro.... ¡pues claro! la novela en la que se narra a Ambrose Bierce al lado de Pancho Villa. Ese tremendo Gregory Peck encanecido, despidiendo al público dos años antes de su muerte... El capitán Achab al lado de Pancho Villa. Eso estuvo perfecto.
Quizás uno en la vejez se conforma, pacta con el mundo y se rinde. O quizás no se resigna a irse sin hacer algo. Algo de lo que no hizo antes. Esa idea me da vueltas por la mente como un anguila joven, y quizá como una anguila joven con trastorno de hiperactividad. A lo mejor, antes de irse, uno no se conforma con haberse dejado maltratar y humillar por un banquero gilipollas, un político mezquino o un presidente de comunidad autónoma lerdo. Rebelarse contra el poder, aunque sea lo último que se haga: ¿era eso? Pues no lo se, igual me espero un tiempo y luego la armo. ¿Hay una revolución en marcha en alguna parte del mundo? Si voy para allá, igual redimo la imagen de Cataluña en el planeta.
O puede que suceda otra cosa: que me ponga a escribir de nuevo aquél cuento. Sobre el viejete que se va a pegar tiros con los indios de Chiapas, contra el imperialismo y el capitalismo. Y ya está. Que lo escriba mientras envejezco, me arrugo y me dejo matar suavemente. Has de cambiar tu vida, dice el terrible y enigmático último verso de un soneto de Rilke [Torso de Apolo arcaico]. Creo que Rilke, aparte de escribir, poco más.
Conviven varias formas dentro de nuestra alma. Una, sosegada, centrada, convergente. Y otra radical, despeinada, en bolas y necesaria. Yo, reconozco esos impulsos cada día. A veces gana uno, a veces otro. Generalmente el primero, por esas cosas de la vida cívica que decía Pla. Podría ser que, al final de la vida, ganara la segunda. Conozco algunos casos. Cuando ya tenemos poco que perder, ponemos la carne en el asador y enseñamos los dientes.
ResponEliminaQué gran cuento el del padre guerrillero. Luchar significa resistirse a la muerte y a la vez ponerse en sus manos.
Tendría que ponerme a escribir definitivamente el cuento, quizás incluso pensar en un guión para un corto, que es otra de mis deudas pendientes...
Eliminajo quan era jove, encara, però de gran no em veig tirant tiros a cap revolució, prefereixo escriure un conte. De jove si que somniava acompanya al Che Guevara per la serra Boliviana però ara, només de pensar-ho em venen calfreds. Prefereixo desfalcar un banc, sempre m'agradat el tipus d'tracament que feia un, que portava escrit en un paper "Tengo una bomba deme todo el dinero"
ResponEliminaAixò dels atracaments a bancs m'ho començo a estudiar. Seria una forma legítima de respondre a la pressió dels mercats.
EliminaEstoy seguro que de poder volver a vivir, muchas personas harían otras cosas. Con mi padre despues de los veinte años, hable mucho y me comento que no hiciese igual que él, que disfrutase más de la familia y que trabajase menos. Imagino que cada uno lleva su cruz, la de mi padre fue que siempre estuvo trabajando y dedico poco sitio a su familia,,,
ResponEliminaBueno, una de las gracias de la vida es que pasa una sola vez, por eso digo yo que nuestro cerebro imaginó la imaginación.
EliminaGregory Peck cada dia me gusta más de forma retrospectiva, fue otro 'gringo viejo', en 'Y llego el día de la venganza', una de maquis muy interesante que no pudimos ver en su día. Creo que ser tan guapetón condicionó su valoración artística.
ResponEliminahttp://www.filmaffinity.com/es/film451823.html
Yo creo que quizá convivan esas dos tendencias pero a cada cual le tira más una u otra, la verdad. También existe la figura del antiguo revolucionario que, en perspectiva, ve que no valía la pena y que 'los suyos' tampoco eran lo que parecían, me parece admirable alguien que admite sus errores de perspectiva, no es lo habitual.
He ido a ver la ficha de la peli y probaré a bajarla (a ver si puede ser sin delinquir). A mi Peck también me gusta mucho, y creo que me dejó hipnotizado con su capitán Achab.
EliminaA vegades també em venen ganes d'agafar la meva Kaláshnikov i anar a sac. No sé si mai em donen un diagnòstic irreversible marxo fent neteja.
ResponEliminaEm frena una tendència vers al pacifisme massa arrelada però que em porta a entendre que a algú a vegades se li giri el cervell i faci un disbarat.
Vaig estar temptat de posar -al capdavall del text- alguna de les moltes iconografies revolucionàries que ha generat el Kalashnikov (l'eina que ha fet més per la classe obrera que no pas els discursos de Lenin).
EliminaAixò sí que t'ho he de dir: l'expressió "fer un disbarat" t'ha sortit catalaníssima. Som així...
De més jove em veia en una barricada durant el 36, del costat del POUM de Nin.
ResponEliminaAra no m'hi veig; no perquè no hi cregui, sinó perquè no crec en els meus veïns ni en els meus conciutadans, d'aquí fins uns quants milers de quilòmetres enllà. Ara com ara, em tempta l'exili interior.
És cert, jo també m'he anat cansant, decebent i fatigant dels congèneres. Deu ser inevitable. Potser per això imaginem revolucions llunyanes, en països exòtics i desconeguts, o idealitzem temps passats.
Eliminano t'ho creuràs, Lluís, els meus pares han fet el camí contrari: de felipistes convençuts a lectors diaris de El InMundo, per mi, això sí que és extremisme. Jo també començo a no entendre res. Sort de l'evasió amb bons llibres, la música, l'art que ens oxigena!
ResponEliminaLa deriva conservadora poter soprèn menys, però també sorprèn. Crec que la gent gran està molt sotmesa a la pressió de la TV, encara que no sé si es pot explicar de forma tan senzilla. Crec que el Josep Pla diu que els grans es tornen conservadors perquè la naturalesa és destructora, i sembla la forma de reaccionar-hi.
EliminaEn fi... sí, ens hem d'amagar (o d'exiliar, com l'Enric) per agafar aire. I l'art és aquest lloc. La idea del text també va per aquí: cinema i literatura.
amb l'edat la majoria es torna més conservadora, el meu pare ha passat de votar PSC a CIU, qui m'ho havia de dir.
ResponEliminaNo sabem si és un fenòmen de la naturalesa, o simplement els temor que agafen a la gent gran. Per això a mi em va sorprendre veure el camí contrari.
EliminaCreo que, yo, ya me conformo. Muy a mi pesar.
ResponEliminaA lo mejor eso es lo que hacemos mayoritariamente. Y también a nuestro pesar. Porqué cada uno tiene una definición propia de conformación.
EliminaHe viscut a Mèxic i allà deien: "Cuanto más viejo más pendejo". M´encanta l´història d´Ambrose Bierce, el "Gringo viejo". Diuen que quan l´anavan a afusellar va dir a l´escamot d´execució: "No els inclouré al meu cercle d´amistats". Salut. Borgo.
ResponEliminaEm fas enveja, Miquel. A mi m'agradaria dir "he viscut a Mèxic". De moment ja ho veus, em conformo mb llegir una mica de la seva fabulosa literatura.
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