Sostenía, el discurso nacionalista catalán clásico, algo sobre la superioridad moral de los catalanes. Cuando yo era chico, me contaban que los catalanes éramos lo más parecido a los europeos del norte: los más limpios, educados y cultos al sur de los Pirineos. Durante la etapa pujolista ese discurso se hizo institucional y hegemónico, como el tumor que se instala en el organismo que lo acoge y no despierta a los anticuerpos. Sin evidencia científica alguna, la superioridad de los catalanes se presentaba como una obviedad. A nadie le molestó esa idea: a nadie le molesta que le tilden de superior y cualquier mentira es eficaz en tanto y cuanto dé satisfacción al que la escucha.
Es más: en mi primera visita a Madrid, siendo yo muy joven, intenté ver suciedad e incultura en la ciudad de la Meseta a pesar de que, empíricamente, la veía mucho más limpia y educada que Barcelona. Me dije a mi mismo que había visto un Madrid parcial o quizás sesgado, que quizás no había estado en los lugares oportunos, aquéllos que me iban a desvelar la ciudad miserable que me habían vaticinado. Tardé décadas en aceptar lo evidente: Madrid es más cosmopolita, culta y limpia que Barcelona. Y no pasa nada. También París es más interesante que Lyon o Marsella, Londres mejor que Manchester o Liverpool, Berlín que Hamburgo. (Quizás Lisboa no sea mejor que Porto, pero eso es otro asunto).
Una amiga me contó, cuando yo era un jovenzuelo imberbe, pazguato y atónito, que su hermano había hecho la mili en la división Brunete y que allí había descubierto la cocina mesetaria, que me describió como una cocina de platos densos, áridos, adustos e indigeribles. Me dijo ella: su mentalidad es como su cocina. No es como la nuestra, que es abierta y ligera. La verdad es esa: yo me creí aquella definición y sus consecuencias.
Muchos años más tarde llegaron los magrebíes, los africanos subsaharianos, los americanos latinos, los asiáticos. El discurso de la superioridad catalana se desbordó por todas partes. Y el servicio militar obligatorio se terminó. España adquirió otro aspecto, la democracia y la Constitución se afianzaron, ingresamos en Europa y en la Otan, el estado de las autonomías avanzó a grandes zancadas y los españoles nos convertimos en el país más descentralizado de Europa, en el país en donde las autonomías disponen de mayor autogobierno. Uno como yo, que trabaja en educación, sabe de lo que habla.
Tras mucho autogobierno y mucha autonomía, la impresión general es que Cataluña ha optado por la vulgaridad y, lo que es peor, por un nacionalismo excluyente con tintes supremacistas (absurdos a todas luces) y por un tono agresivo que la equipara a las peores opciones de la Europa xenófoba, antifeminista y clasista. Cataluña ha optado por la vulgaridad protofascista, una vez caída hacia la parte del populismo nacionalista más soez. Esa no es es la Cataluña que quiere la mayoría.
Cataluña es de todos, para todos. No hay otra opción. Y la mayoría desea una Cataluña que priorice la educación inclusiva, la sanidad universal, la equidad y la igualdad de oportunidades y de resultados, la justicia. El nacionalismo ya no sirve para nada. La mayoría de los catalanes hemos optado por una Cataluña plural, abierta y empática. Todo lo demás es vulgaridad tribal, y nadie en Cataluña quiere ser equiparado a los más oscuros reductos de la Europa feudalista que se extingue entre estertores melancólicos. Queremos dejar de ser vulgares y queremos ser abiertos, multilingües, pluriculturales, cosmopolitas. Debemos decirles a nuestros representantes políticos que preferimos ser como Nueva York y no queremos ser como Amer.
Yo admiraba Cataluña, ahora me parece una bufonada y me produce tristeza, amarga tristeza.
ResponEliminaNi te cuento: yo he defendido la lengua y la cultura catalanas. Pero cuando la lengua y la cultura se ponen al servicio de una ideología, se soscavan la lengua y la cultura y se pierden para siempre. La lengua y la cultura catalanas deben desvincularse de la ideología nacionalista, solo entonces se salvarán.
EliminaPues un poco igual... Un día visité Madrid y me pareció una ciudad que no tenía nada qué ver con la que me habían hablado; y así muchas otras cosas.
ResponEliminaPODI-.
Y somos tres...
ResponEliminaCreo que la han convertido en una aldea grande, gobernada como y al dicho de Millet: "sóm quatro cents i sempre sóm els mateixos".
Me pongo triste de ver lo que fue y lo que han hecho, pero ya no sólo fisicamente, una ciudad gris, sino intelectualmente, se han ido todos aquellos que no están de acurdo a "nosaltres sols".
Se ha destrozado la sanidad, se ha roto la educación con su "norma" y su visceralidad, y han fracturado la convivencia (en casa no hay conversaciones sobre política con mi hijo y su señora).
Lo dicho, una aldea grande gracias al latrocinio de el exhonorable y su manera de querer defenderse. que no era otra que distraer al personal y emolumentarlos a base de prebendas, cargos y honorarios de la Generalitat.
Salut
Lo peor del nacionalismo es cuando se vuelve supremacista e identitario. El siguiente paso se llama fascismo. Ojo con él.
ResponEliminaUn saludo y feliz domingo.
Un descanso para el "alma" leer tanta lucidez. Es increible como la mayoria de la gente, alguna que no sabe ni escribir correctamente en catalán se siente superior frente a l@s carpetovetónic@s.Ignorancia e interés económico señas de identidad del "prucés".
ResponEliminaUna profesora jubilada.
Entre determinados paletos sienta bien eso de que son mejores, a falta de cualidades propias se "arrejuntan" a un rebaño y piensan que por estar mecidos en el mismo les crece la inteligencia.
ResponEliminaLa primera vez que fui a Barcelona fue en 1.991 y me encantó, me gusto mucho la disposición de las calles que era muy racional y bien pensada, me gusto el paisaje y el paisanaje, se olía algo que no sabia muy bien definir, me gusto su comida y pase unos días fantásticos.
Y esta impresión siguió siendo así hasta el año 2.011 en el que recibí de una empleada de una empresa en Tarrega un desprecio brutal por ser "castellano" y "español", cito palabras textuales, nunca en mi vida he oido ese desprecio cuando la imbecil esta dijo en catalán por teléfono al encargado (pensando que no la entendía), hay aquí unos "castellanos" y luego cuando le dijo que me hicieran pasar le comento "ahora pasan los españoles", la verdad es que me puse como "dios en el Sinai" . Una empresa a la que por cierto, con mi intermediación, facturó ese año de plena crisis 180.000 aurelios más IVA a mis clientes. No he vuelto a trabajar con ellos, ni mis clientes tampoco.
Voy a Barcelona y sus alrededores por otras razones, dos o tres veces al año (alguno que viene por aquí puede dar fe de ello), la verdad, cada día veo más el mal que os ha causado ese nacionalismo de opereta, esos tontos con ínfulas, esos payasos de un siniestro circo que a poco que os despisteis os llevaran a la ruina. Es mi visión, posiblemente sesgada, pero es la que es.
Yo no meto a todo el mundo en el mismo saco, nunca hablo de los "catalanes" como si todos fueseis iguales, nunca y en alguna ocasión cuando aquí hablan así de vosotros, tontos hay incluso en Burgos, no me callo, nunca me callo y nunca me callaré. A algunos les sorprende esta conducta sabiendo mi "especial simpatía y cariño" hacia los compadres "Chorra y Pigdemont", pero siempre he defendido que es mejor ser francotirador que no liarse a tiros a lo bobo.
Ahora hago algunas cosas con catalanes con nombre árabe para exportación.
Y para acabar, ¿sabes lo que más me jode?, que a la gente que no esta de acuerdo con el "régimen" les hacen callar en una siniestra y vergonzosa dictadura encubierta, y eso no me lo puede negar nadie, porque lo he visto. Y a los "hijoputas" (con perdón) se les llena la bocaza con la palabra democracia.
Un saludo y disculpa la extensión.
Solo una pequeña apreciación, si me lo permites. Cataluña no es otra cosa que lo que llevan décadas votando los catalanes. Si hay prusés pues toma, premio. La mayoría de los catalanes que votan, que no hay otra forma de contar, opta por eso. Cataluña es lo que quieren los catalanes. Y los catalanes quieren puigdemont, leyes del 6/7 de septiembre e insultar a Illa por usar el español. Eso es Cataluña. Y en cuanto pueda me largo.
ResponEliminaY sí, Cataluña son más cosas, pero eso es lo que mayoritariamente elige Cataluña. Y como dice algún comentarista más arriba, al que disidente silencio y si no quiere, ya sabe, carretera y manta por español. Así las fastan y así les irá. Bon día, amic
ResponEliminaNací aquí, aquí crecí y aquí vivo. Un xarnego ( Uy, perdón, ahora nos llaman "colonos", que queda algo mas fino ) hijo de inmigrantes andaluces, pero catalano-hablante desde la cuna, perfectamente integrado en Cataluña, y catalán como cualquier otro hasta que aquí se despertó la vena "rauxista" de una parte de la población, y salieron a pasear los demonios del supremacismo, la intolerancia y el racismo disimulado.
ResponEliminaCrecí en una Cataluña culta y vanguardista, conectada intelectualmente con Europa, que hacia de la tolerancia y el respeto al diferente el aglutinante social que le daba cohesión, con un mestizaje que había renovado su fuerza y su liderazgo económico y social dentro de España.
Hoy ya no queda ni rastro de todo aquello, la decadencia cultural, social y económica es imparable y se acelera mas cada día que pasa.
Si sobrevivo hasta mi jubilación, liquidaré todo lo que tengo aquí, y me marcharé a vivir a otro rincón de España. Dejaré de ser un "colono".