Suele hablarse del "hombre de las cavernas", el que pintaba bisontes y leones en las paredes de piedra de sus cobijos, en el vientre de la roca. Sin embargo, a mi se me ocurre que quienes pintaban eran las mujeres. En eso de la ilustración siempre hubo más mujeres, y además me temo que los hombres andaban muy atareados con sus cacerías, o en sus rutas por las prototabernas.
Creo que el desarrollo de la conciencia y del arte fue algo femenino, posteriormente usurpado por los hombres. Es cierto que nutrir a las crías, educarlas y cuidarlas debía de ocupar mucho tiempo a aquellas mujeres, pero quizás lo de dibujar en los muros formaba parte de su arduo y delicado oficio. Incluso hoy, las maestras de niños pequeños suelen ser mujeres todavía, y dibujan en las pizarras y escriben palabras con tizas en el áspero campo verde colgado de la pared del aula.
Yo ahora escribo en una pantalla retroiluminada (lo llaman así, creo), y eso es un soporte mil veces más sutil, más inestable y más efímero que la roca de la caverna. A veces me resulta muy difícil decidir para qué y para quien escribo. A veces tengo en la mente a un lector ideal y desconocido, irreal, alguien conectado a mi longitud de onda, alguien que quizás no ha nacido todavía o quizás lleva siglos muerto.
Hace dos años empecé a escribir una novela y decidí hacerlo en libretas baratas, compradas en bazares chinos de barrio porqué me asqueaba la pantalla retroiluminada de las narices. Llevo ya cuatro libretas llenas de palabras dispuestas en hileras, como hormiguitas laboriosas y responsables, ordenadas, pulcras. Hileras de hormigas que avanzan hacia alguna parte del mundo que desconozco. A veces pienso en estructuras narrativas complejas e ingeniosas, pero siempre intento no olvidarme de que es lo que quiero contar. Eso no es fácil, ya que, a uno, lo que quiere contar a menudo se le desvanece.
El tema de todo eso es la desaparición. Es algo que me horroriza y me fascina: lo fácil que es desaparecer, la cantidad de personas que desaparecen de mil maneras, por mil motivos. Hay gente que desaparece y consigue hacer como si la tierra se los hubiese tragado. A otros les desaparecen. En latinoamérica hubo, en tiempos recientes, gobiernos y regímenes especializados en hacer desaparecer a mucha gente, y al servicio de esta causa pusieron medios tan portentosos e imaginativos como sádicos y macabros. No hay que menospreciar la capacidad humana para el mal, y por eso debemos esforzarnos tanto en la educación y la prevención.
La novela de las libretas chinas, con el paso de los años, me está desapareciendo. La vida ha entrado en ella y se me está llenando de verdad a medida que lo novelesco se desvanece. Han entrado en ella mis sueños, mis temores, mis esperanzas. Y sucesos sucedidos y nombres de personas que existen y andan por la calle a diario. Cuanta más vida entra en ella, más se evapora la novela. Me siento como la mujer de las cavernas, pintando en las paredes con la ilusión de que alguien lea, de que algún día futuro alguien se detenga ahí delante provisto de una linterna y mucha paciencia.
Quizás la novela que quiere desaparecer se publique algún día, y creo que en ella solo se verá una trama más o menos de intriga sobre un tipo que busca personas desaparecidas y que él mismo, a su vez, también va desapareciendo. Quien persigue demasiado tiempo al lobo termina por parecerse al lobo. Si no pasa nada malo, la novela se publicará en una colección de novela "negra" y por lo tanto el lector se verá inducido a tomárselo como una trama de asuntos negros, crímenes, investigaciones y etcétera. Estos días se está celebrando un festival de novela negra al que he decidido no asistir. En los últimos tres años he tenido algún tipo de protagonismo en este mismo festival y me apetece el descanso y la desaparición. Es más que posible que nadie me eche de menos, o incluso que nadie se de cuenta de que no he ido.
Me pregunto porqué pensamos tanto en tramas ingeniosas, argumentos y personajes y tan poco en la ética. A lo mejor es un problema catalán: los catalanes están obsesionados en tener rasgos diferenciados del resto de la humanidad cuando en realidad no tienen nada distinto ni especial, ni nada que aportar. A veces pienso que desaparecer tiene sus ventajas. Hay idiomas que desaparecen porqué es mejor así. Bueno, estoy contando todo lo que se me ocurre sobre el asunto de la desaparición. Y además mi protagonista me está desapareciendo, lo veo cada vez más perdido. Se me ha ocurrido que mi protagonista podría abandonar la investigación sobre desaparecidos de repente, enamorarse de alguien de pronto y olvidarse de su investigación. Sería una forma de concluir el relato. Plotino (un discípulo de Platón tanto o más místico que el maestro) decía que en el alma humana hay un impulso tremendo que le empuja a disolverse en el cosmos. El amor es una herramienta al servicio de ese impulso, sin duda.
Quién sabe qué querían contar las mujeres que pintaban en las cuevas. Desaparecieron los leones y los bisontes de España. De aquellas fieras ya no queda ni una sola. Y las propias mujeres de las cavernas también desaparecieron, y solo nos queda ese rastro de carboncillos en las paredes, la prueba de ese exceso de conciencia metida en un cuerpo, eso que llamamos "ser humano" y que empezó hace decenas de miles de años.
Creo que llevo rato escribiendo y he perdido el hilo de lo que quería contar. Algo sobre la desaparición y el impulso de disolverse. Creo que debería desandar lo escrito y buscar, buscarme. Eso es escribir. Lo demás es confeccionar tramas policiales y pueriles: lo bonito es escribir para poder desaparecer en el texto, como Eusebio Poncela desaparecía en la cinta de celuloide de "Arrebato".
Lo he leído dos veces. Lo haré una tercera.
ResponEliminaUn abrazo
Salut.
No me tomes muy en serio ni le busques los tres pies... Muchas veces practico un ejercicio parecido a la asociación libre y busco los mecanismos del sueño, que enlaza imágenes o ideas sin razonamiento ni lógica aristotélica. Se trata de crear textos más parecidos a la poesía pero sin verso, le tengo mania al verso.
EliminaPues te tomo en serio, no lo dudes. Me pareces un escritor exquisito, y si, no es que haya leído un montón, pero si lo suficiente como para apreciar a quien lo hace con cierta calidad.
ResponEliminaUn abrazote, y te me cuidas.
Vam parlar de tu amb el Rafel Vallbona. Em va explicar que eres un dels "pares" de El vi fa sang.
ResponEliminaNo estaves desaparegut, hi va haver qui Et va trobar a faltar
Ah! És veritat que el Vi fa sang surt d'una conversa amb en Rafael i el comissari Espinosa (es diu així?). Posteriorment ha estat una "paternitat" invisible, cosa que ja em sembla bé. En fi, espero que el cinquè Tiana Negra hagi anat bé!
EliminaSí, molt bona feina del Tià amb autors que no acostumem a trobar a d'altres festivals... un día a tope i molt fred, i públic, que és el què compta
Elimina