8 de juny 2022

Urtain: los mejores deportistas son los de mi país


Cuando era muy niño supe de la existencia de un boxeador cuyo nombre era José Manuel Urtain. Para aquel niño se trataba simplemente de Urtain, sin José Manuel. Lo de “Urtain” debió de ser un apodo, ya que según consta en los documentos, se llamaba José Manuel Ibar Azpiazu. Lo de Urtain lo tomó del caserío en donde creció.

Hay detalles en la vida de José Manuel Ibar que invitan a soñar en una infancia difícil, desde la cual se llega en línea recta al asunto de los puñetazos, a esa metáfora llamada "boxeo".

Con el transcurrir de los años he superado mis prejuicios de socialdemócrata y progresista nacido en Barcelona, y he comprendido algo sobre la poética estricta y tensa del boxeo. Arthur Cravan me ayudó bastante a olvidar mis manías, aunque fue el fabuloso poema cinematográfico de Isaki Lacuesta “Cravan versus Cravan”. Debo decir que mi debilidad por el dadaísmo es antigua. Adoro ese momento, su estética, su capacidad para subvertir el ridículo, para devolver algo de humildad al ser engreído.

Conocí a Urtain porque un 6 de enero por la mañana –mañana de Reyes– apareció entre los regalos de sus majestades un objeto de lo más dadaísta. Estoy hablando de un año que podría ser 1969 o 1970. Se trataba de una mezcla de títere y de muñeco articulado, un boxeador de plástico de unos 30 centímetros, provisto de una faldita verde de lana afelpada bajo la cual se podía introducir la mano con la que se sustentaba el invento y permitía el acceso a un pulsador mediante el cual el boxeador agitaba sus brazos (con las manos enfundadas en unos guantes marrones) simulando unos ganchos terribles.

— Se llama Urtain —es todo lo que recuerdo que me contaron.

Aún siendo muy niño me interesé por Urtain mientras agitaba el muñeco para golpear el aire. Me contaron que Urtain era un campeón de veras. Por lo visto, la tele andaba llena de las hazañas del boxeador guipuzcoano (español, en aquellos tiempos). Urtain ganaba campeonatos internacionales, derribaba a tremendos contrincantes de todas las naciones y llevaba el nombre de España hasta lo más alto.

Crecí por ley de la naturaleza. Y el muñeco de Urtain debió de romperse, se desarticuló o se perdió por la misma ley. Pero creo que retuve algo del asunto del púgil vasco, ya que a menudo me acuerdo del títere automático. Me pasa por las mañanas, cuando me levanto. Me pregunto si no será que soñé con el títere, y entonces me pregunto qué me dirían Freud, Lacan o Jung de tal ensoñamiento.

Fue unos cuantos años más tarde cuando descubrí que cualquier nación solo habla de los deportes en los cuales destaca. Cuando Rafael Nadal desfallezca, los noticiarios se olvidarán del tenis. Sucedió lo mismo, años atrás, con Arancha Sánchez Vicario. Y con Blanca Fernández Ochoa y el esquí. En su declive, la prensa se olvidó del esquí. Cuando Severiano Ballesteros ya solo perdía torneos, la prensa se olvidó del golf. En el mundo estrambótico de la Fórmula 1, el caso de Fernando Alonso induce a pensar que los canales de tv nacionales van a tardar poco en dejarlo.

Uno sospecha que la televisión pública catalana trata a los “castellers” como deportistas sobre todo porqué en su deporte no tienen competidores y se puede argumentar con una facilidad pasmosa que, a hacer “castells”, no nos gana nadie. El día en que los chinos hagan “castells” de quince pisos, la Tv3 se volcará en otro asunto. En cualquier asunto en el que le sea posible contar que nuestros deportistas son los mejores. Se trata de eso. De contar que somos los mejores. Como lo fue Urtain en su tiempo.


3 comentaris:

  1. Precisamente hace dos días comentaba con un amigo que parece que no se habla del tenis femenino como antes, ante lo que mi amigo sentenció "no hay españolas que destaquen, en este momento".

    podi-.

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  2. Es tal como lo cuentas, LLUIS.
    El mal llamado deporte, pues lo profesional no es deporte sino trabajo, así el Sr Nadal trabaja de tenista y para ello ha de entrenar sino no destacaría en el mismo,del mal llamado deporte, repito nos habla, y tu lo sabes, Ortega. Sirve para ensalzar las cualidades de los seres que nacen en una región y no en otra. Así Urtaín, campeón en su pueblo por eso de levantar piedras, era considerado el mejor de los mejores y el más fuerte y así lo hizo saber el sistema del momento haciéndole incluso una película.
    Lo que nunca dijo esa película fue como acabó el astro de los puñetazos, porque los nacionalismos y los que se encargan de promocionarlo nunca dicen la verdad, y si tienen que decirla la ignoran.
    Salut

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  3. Un ejemplo de "ídolo caído". Si hubiese sido estadounidense, a estas alturas habrían filmado ya un par o tres de películas basadas en su vida.

    Urtain, o el "morrosko", como era conocido en Euskadi, vencía en los combates por k.o. técnico de rival, pero perdió el combate mas importante, el combate pr la vida.

    Dio a ganar mucho dinero a sus "managers" o representantes, pero a el lo estafaron miserablemente. Esto, unido al despilfarro, lo sumió en la miseria y la depresión cuando acabó su carrera. Y acabó saltando al vacío.

    Lo dicho, merece una buena película o serie basada en su vida.

    Saludos.

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