28 d’abr. 2018

Los sueños de Strindberg

Resultat d'imatges de august strindberg

Empecé a los 25, más o menos. Me lo sugirió una amante, que también lo era del psicoanálisis en la versión del Jung tardío. Se trata de tener libreta y bolígrafo a mano cuando duermes, en la mesita de noche, y anotar en ella lo que uno recuerda del sueño nada más desvelarse, antes de salir de la cama y aunque estés a oscuras. A lo largo del tiempo he sido irregular en el propósito, de modo que no he conseguido cuajar un hábito sólido. La infidelidad y la pereza explican bastante bien quién soy. Le fui infiel a la amante que amaba a Jung.

Per sin embargo, con el tiempo he desarrollado una memoria y unas estrategias que me permiten revivir partes del sueño bastante extensas que, una vez escritas, dan lugar a relatos coherentes. Aunque sean relatos extravagantes, tienen algún sentido. He encontrado repeticiones, patrones, esquemas reiterados. He soñado muchas veces los mismos paisajes y arquitecturas. Tanto es así que en el sueño me doy cuenta, con alivio o incluso con alegría, de que ya he estado allí. Hay una consciencia en la inconsciencia, una memoria del yo soñador. A veces siento algo así como una familiaridad con esos paisajes y casas soñadas, los reconozco como si fuesen reales y me reconforta estar en lugares conocidos. Aunque en esos lugares sucedan cosas bochornosas o ridículas, uno se siente bien en su casa porque tiene un cierto dominio del espacio, conoce sus rincones y sabe los trucos para escapar si la cosa se pone mala.

La capacidad para recordar, escribir y poder pensar sobre los sueños habrá sido, estoy seguro, una de las mejores cosas de la vida. No lo cambiaría por casi nada. Es algo así como percibir sensorialmente lo maravilloso. Con el tiempo, la memoria muchas veces distingue mal entre lo soñado y lo vivido realmente y eso da pie a una confusión íntima, casi imposible de compartir con otros. He soñado sueños que cuestionan severamente cual de las dos realidades es la real. Estos sueños tienen un lado bueno: uno siente que vive una vida más amplia. O dos vidas. También tienen un lado menos bueno: te podrías meter en líos graves si no disciernes bien.

En este punto, mi vida soñada me lleva a pensar en el infierno de la locura. Creo que el yo soñador ya está medio loco, porque a veces le espeta al interlocutor cosas como: "me importa una mierda lo que me hagas, porque sé que estoy soñando".

Hace un tiempo leí "Inferno", de August Strindberg, y una noche soñé algo relacionado con esa obra. Por la mañana me puse a investigar sobre el autor.

Descubrí que Strindberg fue diagnosticado de esquizofrenia, aunque se negó a recibir ningún tratamiento. En 1894 practicó la magia negra con una fotografía de su hija menor: le clavó pequeños alfileres en los ojos, derramó sobre la imagen unas gotas de su sangre y finalmente echó la foto al fuego del hogar. En este periodo de delirios y gestos parecidos al vudú, Strindberg leía a Swedenborg, un autor esotérico y espiritista que cautivó (y alteró) a miles de hombres y mujeres de la época. Hoy, Swedenborg está casi olvidado. Pero su lectura sigue siendo bastante turbadora.

El escritor sueco encontró respuestas a sus delirios en los textos crípticos de Swedenborg. Lo cuenta en la obra autobiográfica citada. En algunas de las fotografías que se tomó a lo largo de la vida (practicó a menudo el autorretrato), August Strindberg muestra una mirada verdaderamente rara. A veces como si estuviera poseso. En otras dirías que es un ser sin alma, vacío. Es como contemplar la fotografía de un cadáver. Después de haber visto sus fotos, he soñado varias veces más con él.

Hasta el punto de que, en ocasiones, he dudado si August Strindberg es alguien del mundo real o una creación de mis sueños. O bien alguien real pero que habita en otro mundo, un tipo que se ha colado por una grieta de luz desde la otra parte. Que las enciclopedias lo nombren no me resuelve la duda: nada ni nadie me garantiza que no estoy soñando una enciclopedia en una biblioteca, porque, al fin y al cabo, las bibliotecas parecen espacios más próximos al delirio y al sueño que no a este mundo dominado por el hormigón, el hambre, la furia y la codicia.

6 comentaris:

  1. Per sin embargo, con el tiempo he desarrollado una memoria y unas estrategias que me permiten revivir partes del sueño bastante extensas que, una vez escritas, dan lugar a relatos coherentes.

    d'aquesta manera he escrit uns quants poemes, escrits i fins i tot ressolt el final d'una novel·la, només cal memoritzar just despertar-se. Tambè he tingut premonicions den somnis, encara que això ja és més complicat.

    Salut

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    1. Gràcies pel comentari, Francesc. Ja saps que determinades coses que diem sobre els somnis es podrien usar per acusar-nos de bojos. Cal ser valent. Jo no crec que els somnis ens donin informacions rellevants, però ens donen idees que, desperts, no tindríem.

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  2. L'escrit de l'altre dia sobre MANEL VALLS el vaig redactar somiant i el vaig escriure nomès llevar-me, recordo que li ho vaig comentar al Miquel, és més, de vegades hi ha enmig del somni correccions sobre la marxa del text, su juru!

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  3. Y yo incluso me he permitido el lujo de soñar con lo que deseaba soñar ¡ y sin estar despierto ¡. Se que es rizar el rizo, pero se puede. Hay que depurar la técnica y no aminalarse.
    Salut

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  4. ¡¡¡ Cert lo de Manel Valls ¡...Y eso que se suele soñar con quien no se duerme ...

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    1. Bueno... intentar entender algo de los sueños me parece muy difícil, y cada vez más. A mi me ha ayudado más Mircea Cartarescu que el pobre Sigmund Freud, quien le puso mucho empeño pero creo que no acertó.

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