Supe que existía la educación emocional hace algunos años, alrededor de ocho o nueve, -cuando acudió una experta en ese asunto al centro educativo en donde trabajaba para largar una conferencia por la que se cobró 180 euros de dinero público. Lo cual no significa que yo no supiese de la existencia de las emociones en la vida o de su implicación en el aprendizaje. Lo sabe casi todo el mundo que ejerce de docente y es muy antiguo: en un entorno equilibrado emocionalmente se aprende más y mejor. Eso ya lo contaron Piaget y Vigotsky, Pandura y Dewey.
En un aula con buenas relaciones emocionales, con paz y buen rollo, el alumnado prende más y mejor. En eso estamos de acuerdo. Sucede lo mismo en el hogar o en el trabajo: es obvio y no hay discusión alguna.
Pero luego: ¿la educación emocional es más importante que el resto de la educaciones? Eso ya no está tan claro. Si las emociones pesan más que los contendidos, lo que sufre es el razonamiento, lo que sufre es lo racional. El ser humano tiene algo de emocional, claro, pero si ha progresado ha sido por lo racional. Con lindas emociones no se hubiese descubierto la rueda, ni el péndulo ni el reloj. Aunque en la invención de la rueda, del péndulo o del reloj puede que hayan intervenido las emociones del transportista, del preocupado por la gravedad o por el obseso en la finitud de la vida. Las emociones cuentan, claro. Pero cuenta en una proporción que no es la totalidad de la vida.
Darles un grandiosos papel a las emociones resulta engañoso y da pie a los ofendidos (y a las ofendidas que se han ofendido por el participio que no las incluía a ellas). Hay algo tramposo en el valor de las emociones cuando se exagera su valor. Las emociones cuentan, por supuesto, pero todo estar en su justa medida. El ser humano dispone de cerebro (dentro del cráneo) y también dispone de pies o de gónadas, pero a nadie se le ocurriría confiar en el progreso de la especie a la sobrevaloración de los pies o las gónadas, con los cuales no habríamos llegado a la Luna ni habríamos descubierto las vacunas.
No pinta bien un futuro presidido o condicionado por las emociones y las ofensas a las emociones, que son muy respetables. Pinta bien el futuro en base a los razonamientos. No vaya a ser que, tras superar la oscuridad del pensamiento cristiano, nos veamos oscurecidos por una nueva religión y su oscurantismo. Las emociones existen, por supuesto que se deben tener en consideración. Faltaría más. Pero es la razón lo que nos ha llevado a la democracia, al estado del bienestar y a la sanidad pública, y al sistema de becas, a la Universidad y a los tribunales de justicia universal. ¿En qué han contribuído las emociones a lograr los tratamientos contra el cáncer?
Completamente de acuerdo contigo, esto empieza a ser el triunfo de la mediocridad.
ResponEliminaPara que un niño tenga unas emociones equilibradas, hay que empezar porque tenga una vivienda digna, un plato sobre la mesa tres veces al día, y unos padres dignos de serlo.
Todo lo demás, es comenzar la casa por el tejado. Es muy difícil "estar de buen rollo" cuando vas al colegio con el estómago vacío, cuando has pasado la noche en blanco escuchando discutir a tus padres, o algo peor.
Pero creo que todo esto, los sabes mucho mejor que yo.
Saludos.
Va a ser "emocionante" la llegada del otoño. Una nevera vacía a causa de los precios, y si no está vacía estará desconectada...a causa de los precios.
ResponEliminaTodas las revoluciones, todas, empiezan por la cocina. Todas.
Decía un tema de "Vainica Doble", hace ya muchos años, que cuando la miseria entra por la puerta el amor sale por la ventana.
La miseria es tangente, palpable, más el amor emocional. Es aquí donde nos damos cuenta del peso de lo uno y de lo otro, y gana lo primero, es evidente.
Una vez, Manuel Sacristán, aquel cátedro de economía del PC, dijo una frase que viene al dedo, : "lo primero es antes", y si, hoy lo primero es la educación, pero la racional.
Salut
El otro día vi un vídeo que se había hecho viral. Se trataba de un maestro que se despedía de sus alumnos que lo adoraban. Eran pequeños, tal vez de segundo ciclo de infantil. Él le dirigía unas palabras en que manifestaba que lo importante que quería decirles era que daba igual que hubieran aprendido matemáticas o geografía o lengua, que lo verdaderamente importante es que fueran buenas personas. Ello me hizo reflexionar sobre la escasa importancia que tienen los conocimientos para una determinada forma de entender la educación porque en definitiva lo que importa es que sean buenas personas. Y la escuela es el espacio de la felicidad, no del conocimiento y de ansia de aprender. Podría haberles dicho muchas cosas estimulando su curiosidad, su espíritu de saber, pero no, parece que la escuela solo debe formar en valores y emociones, lo demás es secundario o prescindible. Este vídeo viral fue difundido porque representa dicha forma de entender la escuela.
ResponEliminaGran comentario
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