En los 70 y los 80 aparecieron los Movimientos de Renovación Pedagógica en Cataluña, que abogaban por una reforma del enfoque y las metodologías en la escuela. Aquellos movimientos recogían ideas que llevaban décadas recorriendo Europa y que, algunas de ellas, procedían de la España republicana, que fue precursora mundial de la nueva pedagogía. Ahí estaban las ideas de Montessori o de Freinet, por citar solo a dos.
Una de las ideas principales de la renovación era permeabilizar los muros de la escuela en ambas direcciones: que la escuela salga a la calle y que calle entre en la escuela. Para entendernos: sacar al alumnado de entre las sórdidas paredes con crucifijo y retratos de espantajos, llevarlos a las plazas, los mercados, las fiestas populares y etc. Y, a la vez, meter a los ciudadanos en las aulas: charlas con jubilados, artistas, artesanos y etc.
Todo aquello ya pasó, y la escuela se hizo más burocrática, más formalista. A los viejos representantes de la renovación pedagógica les esperaba un destino bifurcado: los unos -los listos- ascendieron a los cargos educativos de la autonomía y medran por los despachos sin grandes ocupaciones. A los menos listos, que se quedaron en las aulas, empezaron a tratarles como a las tortugas de las Galápagos: con un cierto desdén hacia ese animalito simpático, antiguo y algo cochambroso.
A día de hoy, la escuela vuelve a fortificarse y a construir búnkeres. Quizás no haya crucifijos ni espantajos en sus muros, pero el blindaje ha vuelto a las andadas. Y pretenden blindar incluso los patios del recreo: no vaya a ser que la realidad entre por la puerta de la calle. La escuela catalana de hoy pretende reproducir, a su manera, el Show de Truman. Ya que en la calle se habla "demasiado" castellano, que solo se hable catalán en las aulas. O solo lo justo y necesario, o menos.
El señor Bargalló pasó un par de años por la Consejería de Educación y nos dejó un documento a medio redactar, un proyecto de "bilingüismo asimétrico" o algo así, en el que, por primera vez en mucho tiempo, se intuía que la escuela y la calle no eran universos paralelos. Creo que ahora pretenden rescatar del polvo y el olvido aquel proyecto, algo aderezado. Se lo resumiré: si el objetivo de la educación es formar ciudadanos competentes también en lo lingüístico, y si admitimos que en Cataluña son lenguas oficiales el castellano y el catalán, se debería enseñar más castellano en Olot y más catalán en Hospitalet. La idea no parece mala, cuotas aparte. Es más: lo de las cuotas parece una chapuza (o chapucilla) destinada a crear más crispación, denuncias, manifestaciones y huelgas. Y poco más. Ponerle puertas al campo, limitar esas puertas a un 25% de los campos o pelearse por la lengua del alumnado en los patios es casi lo mismo que admitir que la Tierra es plana en un 25%, para molestar solo un poco a los que creen que la Tierra es redonda y contentar otro poquito a quienes la ven plana.
Mucho me temo que, de nuevo, se han cerrado los muros de las escuelas. Tras el desastre, los parches.
Alguien debería contar el daño que le hizo el "procés" al consenso lingüístico, ya difícil de aceptar para muchas familias y profesorado: la paz social y lingüística en Cataluña saltó por los aires tras el embite supremacista que agoniza, y el debate se despide ya de cualquier intento de razonamiento, de estudio científico sobre resultados objetivos. La realidad catalana tiene un problema: es real. Si fuese exclusivamente fantástica, todo iría bien.
La realidad es real y es bilingüe. Nuestras vidas son bilingües y eso las hace mejores. Y mejores que las vidas monolingües (como exige la CUP). Y ojalá fuesen trilingües
Estamos a la espera de estudios serios, científicos e imparciales. Es decir, estamos hartos de los informes de la Plataforma per la llengua, esa entidad que se proclama la ONG del catalán, como si el catalán no tuviese un gobierno que le mete millones y más millones a la noble causa: que los niños y las niñas jueguen en catalán en el patio y que, cuando se conecten a Instagram o a TikTok, solo se conecten en catalán. El show de Truman otra vez. O Matrix.cat.
Ha llegado el tiempo de volver a derribar esos muros bunkerizados: el futuro de la ciudadanía futura no debe de estar en manos de fanatismos, nacionalismos ni mucho menos de estrategias de partidos tan agónicos como ansiosos.
Te agradezco mucho las aclaraciones que nos has aportado, de verdad, porque en realidad con tanta información interesada uno al final está en fuera de juego.
ResponEliminaSe manifestaron, a favor de la lengua catalana, dicen, unas 7.500 personas en Barcelona, pero no veo que la cantidad sea relevante, antes bien me parece poca gente.
Y no me parece mal que en Olot se enseñe más castellano y en Hospitalet más catalán, que creo sería lo justo. De todas formas re diré un detalle, aquí, en El Prat, voy a buscar al nieto, pues no creo que ni un 10 % hable catalán, y los niños , de una clase de 25 sólo lo hablan 3, entre ellos mi nieto.
Ahh y sobre mis nietos, que tengo dos, el mayor habla catalán conmigo, pero el pequeño le hablo en catalán y siempre, siempre me contesta en castellano, y a sus padres también.
Un abrazo
El asunto de la reforma de la ley de inmersión está en el aire, mientras entiendo que se está planteando un futuro tripartito catalán entre ERC, PSC y Comunes. En cualquier caso, la reflexión sobre la lengua en la escuela que nos presentan es un indicio de haber tomado una buena dirección. Veremos. La presencia de los socialistas en el pacto es buena señal. Soy muy fan de Eva Granados, de lo mejor del PSOE.
EliminaLo de matrix lo capto, pero lo del show de Truman es un cascabel que no me suena.
ResponElimina¿Qué show es ese? Me siento entre analfabeto y marciano.
EL SHOW DE TRUMAN
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