17 de gen. 2020

Das Kabinett des Doktor Puigdemont

Resultat d'imatges per a "cesare caligari""

Cuando tenía 14 años sufrí el virus del "lletraferit"(*), que es un virus del vulgo en Cataluña: el virus afecta al cerebro, como la neuritis pero a la catalana. El paciente cree que ha nacido para escribir en catalán pero no para escribir por escribir nomás, si no por hacer patria: escribir para engrandecer a la lengua catalana y para devenir, como dicen algunos, un guerrero de la lengua catalana. En tanto y cuanto la lengua catalana es, por transubstanciación, la patria catalana: el enfermo cree que si escribe en catalán hará más grande la patria. Hay personas del género masculino que ingieren polvo de cuerno de rinoceronte con la convicción de engrandecer su pene.

Una vez infectado, empecé por escribir poesías. Nada reseñable, la verdad: poesías pastoriles, amorosas pusilánimes, o imitaciones de los peores líricos nacionales y nada más: lo habitual en catalán. Pero hete aquí que me presenté a los Juegos Florales Juveniles que se convocaban en Andorra. Gané un accésit en un año que no recuerdo pero que, me digo, debió de ser 1979.

A mi padre no le vino bien acompañarme a recoger el premio, de modo que se prestó un pariente. El día del premio alguien se durmió, no recuerdo si fui yo o mi pariente. Eso qué más da. Salimos muy tarde, demasiado tarde. Recuerdo el viaje a Andorra la Vella como lo haría un personaje de Lovecraft: la carretera oscura que transita por valles sombríos y mortecinos, la niebla y un frío asqueroso. Al llegar a La Seo de Urgel, la carretera estaba cubierta de nieve. El Seat 1430 tuvo problemas. Llegamos tardísimo: el acto de entrega de premios había concluído horas atrás. Mierdas. Recuerdo (lo recuerdo vaporosamente) haber llamado a varias puertas, por si alguien sabía algo de lo del premio. Al final nos dieron una dirección.

La gente que ha estado de compras en Andorra la Vella recuerda calles con muchas luces y muchas tiendas, pero entonces, en 1979, cuando uno salía de la calle principal del villorrio andorrano se encontraba con una oscuridad glacial, con un terror primigenio, con unos callejones siniestros, casi malditos por una maldición antigua y eficaz. Al fin dimos con alguien, y ese alguien me dio un diploma y un cheque intercambiable por pesetas, algunos escasos miles de pesetas. La imagen del tipo que me dio el diploma y el cheque la retengo vagamente: era un hombre de edad provecta que olía a desinfectante y que exhalaba naftalina. A día de hoy le tendrían catalogado en el archivo de pedófilos del FBI. En Andorra, sin embargo, era considerado un poeta y benefactor de la cultura. Para siempre jamás retuve la imagen de su pelo canoso, lacio y demasiado largo, que le ocultaba parte del rostro. Todo en él rezumaba ocultación, doblez, ambigüedad.

A pesar de la hora tardía pude cambiar el cheque por dinero. Mi pariente me propuso que cada uno se fuese por su cuenta a gastar su dinero. Yo me compré las chorradas propias de un adolescente en la primera adolescencia: una calculadora y una Kodak Instamatic. Mi pariente apareció con unas cintas en Super8 que no me dejó ver nunca.

Poco más tarde del incidente en Andorra vi "El gabinete del Doctor Caligari". Quizás se mezclaron las imágenes del recuerdo andorrano con las de la cinta de Robert Wiene, pero el asunto es que vi, en la imagen del doctor pérfido de la película a aquel extraño andorrano casposo y turbio. Pasaron los años y el mal recuerdo regresó. A día de hoy, cuando vuelvo a ver la cinta alemana veo al presunto eurodiputado Puigdemont en la figura del siniestro Cesare, cuya pelambrera es muy similar a la del prófugo catalán. Cesare vive hipnotizado y dentro de un ataúd: nuestro orate en un chalé lujoso que tiene algo de tanatorio de pueblo pretencioso y los dos víctimas o victimarios de una hipnosis colectiva. Y de repente, en mitad de la noche se me ocurre: ¿y si fuese Matamala un doctor Caligari? ¿Explicaría eso su apego misterioso a Puigdemont? ¿Es Puigdemont un hechizado, como Cesare?

A día de hoy, ya bastante más allá de la mitad de mi vida, se que jamás me libraré de las pesadillas andorranas. Sin embargo, he tomado algunas medidas, ingenuas y pueriles: no volver a Andorra, no comprar más calculadoras y sobretodo no escribir en catalán.

_____________
(*). Lletraferit, literalmente letraherido/a, no dispone de traducción directa. Aunque la RAE lo recoge así y explica que deriva del catalán: dícese de alguien "que siente una pasión extremada por la literatura". Sin embargo, el término "lletraferit", en catalán, indica más bien al que escribe aunque sea sin ton ni son, y con el propósito perentorio de engrandecer las letras catalanas, nunca jamás las españolas ni, por supuesto, las universales. Desconozco el dato sobre si Puigdemont ha escrito poesías (o poemas en prosa), pero sería probable. Sabemos que ha publicado algunos libelos. El último (Re-unim-nos), tiene unas 50 páginas y allí explica, con una extensión que rebasa sus capacidades ensayísticas y sus competencias argumentales, lo que podría llamarse su pensamiento político. A todas luces superficial y propagandístico. No hay datos disponibles ni fiables sobre el número de ventas de Re-unim-nos.

1 comentari:

  1. Creo que uno se expresa mejor en la lengua materna.
    Pienso que el encaje, la sonoridad, el ritmo, la fluctuación, la cadencia y todo lo demás de un escritor, vienen dado por el dominio del idioma.
    Un traductor, por muy bueno que sea, creo que al no ser el creador de la obra no puede darle aquello que desea que tenga.
    No conozco escritores que hayan escrito bien en los dos idiomas, castellano y catalán, sin embargo conozco personas que lo hacen fantásticamente en uno u otro idioma, pero en directo, sin traducción.

    Creo que has de escribir en el idioma que domines, dando igual si es en uno o en otro. Lo importante es escribir.
    Un abrazo
    salut

    ResponElimina