El "gracejo" es un término castellano de difícil traducción. Su equivalente en catalán sería algo así como "la conyeta", un vocablo probablemente machista. Los indepes catalanes parecen ir sobrados de gracejo o de conyeta, y se jactan de los memes indepes que circulan por sus redes.
-Si lo quieres, te mando los memes indepes que recibo cada día -me suelta una colega del trabajo, muy indepe y muy dispuesta.
-Si me los mandas yo te mandaré los que recibo yo, y así estaremos en paz.
La pobre ni se imaginaba que existiesen los memes que se burlan de Junqueras y de Puigdemont, por no decir los que se burlan de Rull&Turull, que son infinitos y muy chistosos. Ella creía que solo existía el gracejo unidireccional, el gracejo de los suyos, el gracejo unilateral. Ella también exige diálogo cuando las cosas les van mal a los de su bando, y se olvida de que no hay diálogo posible con quien dice: o dialogas conmigo en mis término o te acuso de fascista.
Tu tiras de Fairy y yo de Mistol, que rima con español. Ah, y por cierto: ¿sabes que son los "fairy tales"?.
Unos días atrás, en la bella población dialogante, luminosa y abierta de Vic, se montaron un chiringuito en el que la gente podía tirarle dardos a la efigie de don Felipe, tipo que no es de mi círculo de amistades, y un montón se rieron de la ocurrencia antimonárquica: es frecuente en Cataluña que uno confunda a la efigie con la persona. Ningún catalán atentó contra Franco. Contra la efigie de Franco, muchos. Los que atentaron contra el dictador fascista nunca fueron catalanes, vaya usted a saber porqué será.
Quim Monzó (a lo mejor le recuerda alguien) es un escritor catalán que está más pasado que el arroz de un chiringuito de la Costa Brava para turistas bielorrusos. Escribe unas columnitas en La Vanguardia más prescindibles que las de la Cosa Rahola, que ya es decir. Y hoy ha escrito un Tuit en el que se lamenta de que, en un pueblo de Sevilla, los sevillanos de aquel pueblo hayan tenido a bien promover un gracejo a costa del Puigdemont, el vivales que se fugó antes de ser detenido y se está pegando la vida padre en Waterloo y todo por no tener que llevar los niños al cole y poderse desayunar cada día mejillones con papas fritas, un desayuno muy fairy.
Monzó ha escrito un tuit lacrimógeno en defensa del Vivales de Waterloo. Años atrás, Monzó se esforzaba por escribir algo nuevo en catalán. Lo ha logrado hoy, por fin, tras décadas de inanidad: llorar por un prófugo menos épico que el Dioni será su mayor éxito en las letras universales. Vamos bien. Esa es la Cataluña que pretende ser el centro de atención del mundo Tierra y de parte de la galaxia láctea. Ahí están los yogures de La Fageda, por la cosa galáctica láctea.
Hay quien echa Fairy sobre el asfalto para que se resbalen los polis y hay quien echa Fairy para resbalarse a si mismo, como Monzó con su tuit, que es el último refugio de su literatura decadente, tan decadente que se cae resbalando en un charco de Fairy nostrat. Y digo yo que ese hombre, que ya tiene una edad y debería andarse con cuidado, debería cuidarse mejor: los resbalones son muy malos, y si te jodes el tobillo igual te quedas cojito para toda la vida, como aquel personaje de "Amanece que no es poco".
A día de hoy, que yo sepa, ningún escritor catalán contemporáneo o joven reivindica a Monzó: la mayoría le odian. Le odian por envidia, posiblemente, y le odian en silencio, como a las hemorroides, ya que Monzó es el último escritor catalán escribiente en catalán que consiguió la hazaña imposible de vivir a costa de los derechos de autor en un "país"(?) de gentes que no leen ni compran libros. Nada se mantiene en pie en Cataluña. Quizás se pasaron con el Fairy y ya es toda la nación ficticia la que se resbala en su propio exceso de Fairy.
Pásense al Mistol, les diría yo: quizás hecha menos espuma, pero limpia la grasa opulenta que da gusto verlo. Feliz Sant Jordi, por cierto. Feliz Día del Libro.
No és per enveja, ho comentàvem avui amb Júlia a ran d'un article d'ell a la Vanguardia de dissabte sobre signar llibres, és per la constatació del que Monzó podia haver estat i no ha set, i ja no serà.
ResponEliminaAi, quin tema, aquest! Efectivament, Monzó ja no serà. Però fer-li cas al sant Jordi tampoc no és bon plan.
EliminaVecino mío, por cierto. No lo tengo en gran estima desde una anécdota que dejó de serla para convertirse en repudio. En primaria, hace ya años, cuando mi hijo estudiaba en los Salecianos Rocafort, un grupo de cuatro niños (ninguno superaba los once años, y entre ellos mi hijo) quedó con él para hacerle una entrevista. Los críos ilusionados y con cierto miedo, me pidieron que hiciera de mediador (por cosas que no vienen al caso conocía su dirección, la misma que hoy en día), y así fue.
ResponEliminaFui yo el que hice de mediador. Fue él el que aceptó. Día y hora.
El día acordado les acompañé hasta la puerta de su finca, y al que hacía de jefe del grupo le dije que picara al timbre de su casa. Literalmente no reproduciré lo que le dijo. pero no hubo entrevista, y el trabajo se hizo con otra persona, también escritora al que desde aquí, y después de muchos años doy las gracias.
El Sr Monzó se quedó desde ese instante sin señor por mi parte.
PD: Por cierto, lo suelo ver a menudo por el barrio, con su problema a cuestas. ¿Qué cual es su problema?, si hombre si, su problema es el poderse aguantar a si mismo.
Salut
Hace años, quizá en el 2009 o 2010, el año de mi último y, quizá: ¡ojalá no!, definitivo viaje a Catalunya, en un bar de Olot en el que entramos a tomar unas aguas había un espacio al fondo del local en el que estaba colgado un poster de Zapatero ‘en pelotas’ (un montaje).
ResponEliminaSegún una nota que estaba situada al lado del poster, se premiaba con una cerveza gratis a todos los que conseguían darle con los dardos en las pelotas, pene y corazón de Zapatero, a la sazón Presidente de (la ‘fascista’) España.
Siendo como soy nada absoluto nacionalista, la mofa que se hacía contra un señor que, bueno o malo, era el cargo electo más votado de mi país, me produjo un profundo malestar en mi ego (en ese momento, quizá un pelín nacionalista español) y a la par una sensación extraña de no sentirme a gusto en una zona de España en la que, por lo que sabía por mi padre republicano, los partidarios de Franco había sido multitud, muchísimos de ellos agraciados con multitud de prebendas y dádivas que a otros zonas no habían llegado, como a mi Galicia natal.
Que hace unos días en un pueblo andaluz hayan tenido la ‘ocurrencia’ de quemar un muñeco parecido a Puigdemont, no es mucho más grave que lo que yo vi hace años en Olot.
Tragando quina mientras pagaba aquellas aguas minerales, salí de aquel local avergonzado al ver el grado de inquina que en una parte de ¿mi? país sentía por otra parte de ¡mi! país…
En fin…
Alfredo
Visto el éxito de la sátira de Coripe, que jamas se ha hablado mas de este pequeñísimo pueblo de la provincia de Sevilla, no cabria más que dar un premio a todos y cada uno de sus 1300 habitantes. Por fin alguien hace una sátira graciosa con la mierda de la republiqueta. Mi enhorabuena coripeños!!
ResponEliminaCreo que hay formas y formas de hacer sátira, quemar un muñeco y dispararle con gritos a lo chupúfero de salvajes es de retrasados trogloditas salvajes que jamás tenían que haber salido de las desoladas grutas del Cáucaso.
EliminaSi señor. Es tosco y hasta casposo lo de estos tipos de Sevilla. ¡¡ Donde vamos a parar !!
EliminaQueda infinitamente mas elegante lanzar dardos ingleses en la plaza del Mercadal de Vic a una fotografia a tamaño natural, previo pago de un eurillo, que para eso somos catalanes.
Pero le has de dar, ehhh RODERICUS ¡¡¡ sino no vale ¡¡¡ Vale darle a un tipo con su foto y mil dardos en la cara en Vic, ..¡¡ si JOAN FOSCATERRA ¡, lo demás es fanatismo andaluz de cuatro idiotas.
EliminaOJO a los pre-juicios, son válidos para todos.
Que una prosa rudimentaria, previsible, llena de lugares comunes y obviedades como la de Monzó sea siquiera considerada literatura (no digamos ya el gran hito narrativo de las letras catalanas actuales que nos pinta la crítica) es absolutamente sorprendente. Pero más desconcertante aún es que se describa como modélico el uso del catalán de alguien que llega a pensar que, verbigracia, la locución "no ve a tomb" se escribe "no ve a to".
ResponEliminaSí, ha tenido éxito comercial redescubriendo lo que anteriormente habían descubierto Cortázar, Calders o Bierce, sólo que con infinitamente mayores recursos lingüísticos y literarios. Solamente una sociedad ensimismada, con poca exposición al mundo, puede erigir a semejante mediocre en tótem cultural.
Curiosamente ayer escribió un buen artículo: https://www.lavanguardia.com/opinion/20190521/462376577583/y-no-se-les-cae-la-cara-de-verguenza.html
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