El señor Duran concede entrevistas. Dice que siempre supo que el señor Mas era un pequeño inútil y un mediocre o algo así. Que el señor Torra no merece ningún comentario, ya que es insignificante; que el señor Puigdemont es más de la CUP que de Convergencia (¡olé por la ocurrencia!), que el "procés" es un sinsentido y que eso terminará mal, y que hay que ser racional y etc.
El señor Duran dice esas cosas ahora, en marzo de 2019, cuando el señor ya no vive de su nómina de diputado nacionalista catalán si no de lo que cobra por ser miembro del consejo de administración de un grupo empresarial muy conocido, ocupando la plaza que dejó vacante el señor Josep Piqué, el exministro del PP y exconseller de Pujol (la historia es larga, densa y retorcida, a fe de Dios). Lo dice cuando ya no arriesga nada. Eso es de cobarde, claro. Pero como cobardes, pusilánimes y peseteros lo somos casi todos en Cataluña, la cobardía no se la afeo.
Lo que le preguntaría es lo otro. Lo demás. Lo que Duran no dice no dice.
El señor Duran fue el socio necesario del señor Pujol, el alma del nacionalismo convergenteunionista, uno de los arquitectos de la política del "peix al cove", el escudero del sátrapa que robaba a los catalanes, el mayordomo de la familia, el consigliere en la sombra. Duran vivió no solo muy bien al albur del nacionalismo pujoliano que es la semilla del desastre actual, si no que vivió en una suite del Hotel Palace de Madrid, lugar que mostraba satisfecho a los reporteros. Duran siempre me pareció una víbora, el paradigma del "profesional de la política" en el mal sentido. En el mismo sentido en que el Dioni fue un profesional del transporte de caudales.
Duranes los hay en todo el maldito mundo. Y, aunque se prodiguen más en la política profesional que en otros ámbitos, también los hay en la cultura, por decir un ejemplo. Dylan se pasó al rock eléctrico en cuanto vió que eso tenía más futuro que el folk plomizo de Joan Báez. Wong Kar Wai se pasó al cine de trompazos y bofetadas marciales cuando descubrió que daba más dividendos que sus espesas reflexiones sobre el romanticismo decadente y los trabajos de amor perdidos. Durán jamás hizo aportaciones tan notables a la cultura universal como los anteriores pero, sin embargo, como ellos, supo variar el rumbo para acercarse al sol que más calienta.
Dice el señor Durán que nunca quiso ser ministro español. Dice que nunca fue nacionalista el que fue la sombra más fiel del ladrón Pujol. Lo dice el que capitaneó un partido misteriosamente perdonado siempre de sus desmanes y corruptelas, con un muerto incluído (suicidado, dijo la sentencia inapelable). El señor Duran muestra ahora un perfil racionalista y exquisito (bueno, exquisito siempre lo fue, con la exquisitez de un doctor Lecter de las tierras bajas). El señor Duran intenta alejarse de aquella caricatura ya antigua, la del hombre cristianodemócrata de cintura para arriba y socialdemócrata de cintura para abajo, dualidad de la que se cuentan cosas -siempre en voz baja- que no voy a contar porqué el delito tiene aspecto de sobreseído por prescrito. Ahora se presenta como un ejemplo de racionalismo que contiene algo de santidad. O, por lo menos, de beatitud probable.
Si el señor Duran supo qué cosa era Mas ¿porqué aguantó tanto tiempo a su lado? ¿Qué cosas esperaba a cambio de secundar al que consideraba un necio? ¿A qué tipo de ética personal responde esa actitud?
Creo que el señor Duran es tan profesional de la política como de la mentira, en el caso de que eso sean cosas distintas (yo, ingenuo de mi, todavía creo en que lo son, por lo menos algunas veces, en algunos casos). También creo que el rollo contricionista actual del señor Durán es una forma elíptica de querer restaurar la figura de su antiguo dueño/socio, el ladrón que reside en General Mitre. Creo que el señor Duran participa de una operación que pretende redimir a Pujol y a su oscuridad medieval. Creo que él, como otros, pretenden hacernos creer que Pujol fue el último hombre sabio (o santo), lo cual me parece de una indignidad monstruosa. Pujol no solo es el orígen del mal y el huevo de la serpiente, si no un corrupto mayúsculo. Por eso no me creo al señor Duran.
Creo que más pronto que tarde muchos otros se apuntarán al carro de las contriciones de Durán. Asustados ante el baño de realismo que les da el juicio a los golpistas, asustados ante la historia, temerosos de la justicia democrática. Muchos dirán que ellos no fueron, señoría, que ellos no sabían nada de la solución final o de nada de nada, que solo obedecían órdenes. Algunos dirán, como Trapero, que no solo no estaban si no que les advirtieron a los que estaban de que no deberían estar. Nadie dirá:
Que todo nacionalismo es una corrupción. Ya sea un nacionalismo blando, negociador y pactista, ya sea agresivo, unilateral y lacista. Ya sea catalán o castellano (palabras que comparten la misma etimología, aunque no lo reconozcan). El nacionalismo es corrupción, bajeza y mediocridad. El nacionalismo es el robo y la muerte.
No te olvides que este personaje dijo que la homosexualidad tenía cura, lo que le acerca a los Pujol cuando la señora abadesa al preguntarle contestó que de eso ...."eso"...no había en su familia, hay que joderse.
ResponEliminahay un montón de anécdotas, casos y sucesos alrededor de Durán, puesto que el hombre estuvo mucho tiempo en el poder y el los sillones. Todo ello habla de un personaje turbio, la versión libidinosa de un Pujol clerical y chupacirios. Durán promovió una misa y un ritual en Montserrat, con la colaboración de algunos monjes y posiblemente del abad, para rezar por la curación de los desviados. Sin embargo, yo viví algunos años en Lérida, y me contaron cosas muy interesantes del señor D., cosas que le presentan como un tipo de una pasmosa doble moral. Supongo que lo de ahora es otra exhibición de esa dualidad. Le fue muy bien al lado de Pujol y alentando el nacionalismo embrionario. Ahora debe haber comprendido que debe pasarse al otro lado para que las cosas le sigan yendo bien. El día en que publique sus memorias juro por el Divino Señor que me las compro, su lectura será de risotada infinita.
EliminaUn personaje que le pregunta a la periodista que le entrevista si lleva sostenedores (sic), no da para mucho.
ResponEliminaLe han jodido vivir in eternum en el Palace. Eso si que era vida en Madrid.
Este es el mayor vividor del Reyno después del Juan de Borbón, el de Estoril.
Salut
Buena observación la tuya, como siempre. La pena es que en Cataluña no tengamos un Tolstoi. Ni tan siquiera un Gogol. Todo ese asunto nos hubiera ido distinto con un buen narrador.
EliminaA John Gotti, uno de los ultimos "Don" de la "cosa nostra" en Nueva York, le apodaban "el gangster de teflón", sencillamente porque ejerció su poder durante décadas sin que se pudiese probar nada, vamos, que no se le "enganchaba" mierda a su piel. Eso hasta que decidió "monopolizar" el servicio de recogida de basuras en la Gran Manzana, y fué entonces cuando despabiló el fiscal supremo de la ciudad.
ResponEliminaA Duran Lleida se le podria apodar casi iguál : el "sátrapa de teflón".
Ha sobrevivido a asuntos turbios de corrupción, como fué el caso de los cursos de formación, supo despegarse de Pujol en cuanto sonaron los cuernos de caza para el acoso y derribo, cogió distancia con Más cuando se gestaba todo este dislate, y así podria estar horas citando esa habilidad casi vaticana.
El fué el representante de la derecha católica y "meapilas" catalana, incomoda con ser asimilada con las derechas españolas, y que no quería perder el control de la economía.
Hasta que el "invento" reventó por las costuras
Aaayyyyy....como se mal interpreta esa palabra: Racional.
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