Por la tarde me fui para la estación del tren. Eran algo más de las seis. El andén estaba abarrotado. Eso me sorprendió, y me fastidió por la incomodidad que auguraba. Los trenes del sábado por la tarde hacia Tarrasa suelen ir vacíos, son tristes y melancólicos y da gusto viajar en ellos. Tardé poco en descubrir la causa extraordinaria del gentío: una hora antes había terminado un desfile procesista que pedía anular la separación de poderes (un desfile contra Monstesquieu, en síntesis) y los desfilantes del Vallès regresaban a sus casas, una vez cumplido con el deber patriótico y contra la democracia que tanto placer les da. Digo "sus casas" mejor que "sus pisos", y luego lo explico.
El tren tardó unos diez minutos en llegar, y durante esos diez minutos se llenó el andén por completo, ahora ya desbordado. Cuando entró el convoy, la masa de gente empezó a gritar, al unísono:
-¡Llibertat, llibertat!
Me pareció una reacción incomprensible ante la llegada de un tren. ¿Qué libertad le exigía la masa humana a un convoy ferroviario? ¿Se trataba de una protesta contra el progreso de la ingeniería? ¿Alguien les obligaba a subirse a los trenes? (¿Qué pensará ese maquinista joven al que le toca currar los fines de semana? me pregunté para adentro) El victimismo, el ridículo y las barbaridades del independentista son indescifrables, como la infinitud de la estupidez universal. Empecé a darle vueltas: la imagen del tren y la masa de gente esperando quizás produjeron una de esas sinapsis que solo se dan en la mente secesionista. Quizás se sintieron como presos judíos que van a ser llevados a Buchenwald, yo que se. Cualquier barbaridad sirve, por más desquiciada que sea. La mitomanía victimista puede producir delirios como este, no me extrañaría.
El trayecto fue bastante nefasto. Lo hice de pie, entre apretujones, codazos y palabrería sobre el asunto, que es el único asunto que les interesa. [Creo que si mañana cae un cometa y asola la vida en la Tierra, tras el impacto se les oirá gritar "Llibertat presos polítics" o "Espanya ens roba" con el mismo ímpetu que hoy. Y si alguien les suelta:
-Pero oiga ¿no ve usted que ha caído un cometa y vamos a desaparecer de la faz de la Tierra?
el independentista (con lacito amarillo, bufanda amarilla y tez enrojecida), le respondería:
-¿Como puede ser que me hable usted de un cometa y del fin del mundo cuando tenemos a nuestros patriotas procesados por poner urnas? Es usted un insensible. Incluso le diré más: es usted un fascista.]
Los viajantes miraban sus smartphones y deslizaban esos dedos más vegetales que animales por las pantallas. Todos gente mayor o muy mayor. Jubilados. Jubilados de los que no salen a protestar por las estrecheces que pasan la mayoría de los jubilados. Los del tren eran jubilados de clase alta. Muchos de ellos han viajado pocas veces en un regional, y eso se les nota. Pese a su dominio hegemónico del convoy, en su cuerpo se nota la extrañeza del cuerpo sometido a un medio desconocido, popular y barato. Quizás se preguntan: ¿los obreros charnegos viajan así cada día para ir a trabajar? Con los años, uno aprende a distinguir enseguida a las clases bien acomodadas por sus señales externas: indumentaria, peinado, gafas, gestos, forma de hablar, y ese ademán autoritario que se cuela entre la gesticulación y las palabras o el brillo de la mirada, el de la gente acostumbrada a mandar, a ser obedecida por virtud del rango, la posición social o el grosor de las cifras en el banco (quizás uno de Andorra).
Por suerte, llevaba la novela de Roberto Bolaño en la mochila y me pude refugiar en su lectura. "Estrella distante" es una genialidad del autor chileno, una joya. Sumergido en el mundo y las frases de Bolaño, tan bellas, soporté el viaje. Con cierto alivio. La literatura es muchas cosas, y entre ellas es refugio, incluso venganza. Pude haber leído algunos fragmentos en voz alta. Es innecesario decir que no lo hice. Venganza: les habría leído las partes en las que habla de la dictadura de Pinochet, de las torturas, los secuestros, los asesinatos de la dictadura de Pinochet. Lo habría hecho por un impulso didáctico, para ayudarles a comprender las diferencias que hay entre una dictadura y una democracia, ya que en su mundo de medias verdades y mentiras completas, ya no discurren.
Aprovecho la ocasión para recomendar "Estrella distante" a todo el mundo. En la edición de Penguin Random House de bolsillo, vale 9,95 euros. En la novela hay algunas escenas catalanas. Quiero decir que algunas escenas, hacia el final, suceden en Cataluña. Bueno, en Barcelona. Bolaño conoció otra Cataluña. Como yo, que conocí y recuerdo una Cataluña diferente aunque quizás no mucho, una Cataluña más feliz que quizás profetizaba ya el horror de hoy. No se me ocurre qué diría Roberto, el sudaca exiliado, de esa Cataluña supremacista que todavía está meditando si los de fuera son catalanes o no, y si lo son en qué grado lo son (un López García no puede valer lo mismo que un Trias i Trueta, por ejemplo), esa Cataluña que baja del pueblo para ocupar calles de la capital. ¿Qué diría Bolaño de la presencia de Colau y los suyos en una manifestación del nacionalismo populista de derechas? Quizás nada. Quizás no hay nada más que decir.
Los jubilados que regresaban comentaban las informaciones que, sobre su desfile, aparecían en los medios. Era muy gracioso: vi varias veces la misma secuencia. Primero consultan Vilaweb. Se alegran con las cifras de la participación que da este medio nacionalista. Pero luego consultan El País, La Razón, el ABC. No es un ejercicio de comparación, solo pretenden engañarse o indignarse, o ambas cosas a la vez: no hay nacionalismo válido sin un nacionalismo enfrente y enfrentado. Los nacionalismos opuestos se necesitan, se alimentan mutuamente, es así de tonto. Los nacionalistas aplauden, se indignan, celebran, rebuznan en función de lo que les muestra la pantallita. Se cuentan los datos los unos a los otros. Creo que les gustaría ver una guerra. Una guerra pero lejos. En sus pantallas, por supuesto. Una guerra de mentira por una patria que no existe. En Cataluña funciona la autoficción como subgénero novelesco. Aunque en Cataluña nadie compra libros: miran algo de Tv3 y listos.
Varios me han observado en algún instante, en instantes distintos e inconexos. Su mirada ha sido analítica, evaluadora: han escudriñado mi atuendo sin pudor. Constatan y concluyen que no llevo nada amarillo. Luego me miran a la cara, no con malas intenciones urgentes, solo como quien quiere retenerla para vete a saber qué ocasión futura de ejecutar algo, solo como quien anota un nombre en una lista, para cuando llegue el momento. El momentum. Quizás solo pretenden decirme: tu no eres de los nuestros. La sensación que me llega es de que solo me han vuelto invisible. Y eso me tranquiliza en este momento, la verdad. Aunque también es cierto que me inquieto y pienso en Carlos Wieder, en cuando este se paseaba por entre los poetas marxistas de Concepción, en Chile. Casi todos aquellos poetas desaparecieron de la faz de la Tierra en cuanto Pinochet dió el golpe y Wieder los fué a buscar, uno por uno, una por una.
En 2006 me regalaron 2666. Aún lo tengo de cabecera, pues me he dedicado a estudiar uno por uno todos los personajes no de ficción, que salen en la novela.
ResponEliminaFilósofos, poetas, escritores.
Las calles las encuentro por Maps, y las situaciones me las imagino.
Quizá el mejor libro que he leído nunca y que no puedo parar de releer.
Salut
Yo me quedé atrapado en las páginas de 2666. En "Estrella distante" te puede pasar lo mismo aunque en menor cantidad, ya que es un texto de 130 páginas, pero con un montón de nombres para investigar.
EliminaIgual me equivoco, pero yo no veo que ésto vaya a terminar como el Chile de Pinochet. Me parece que está muy alejado de eso.
ResponEliminaYo tampoco lo creo. Solo digo que hay que distinguir entre dictadura y democracia, porqué intentar equipararlas no nos ayuda en nada.
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Eliminaes molt bona estrella distante, encara que per a mi el millor de Bolaño és 'LOS DETECTIVES SALVAJES'
ResponEliminaEstem d'acord: la millor del Bolaño és "Los detectives salvajes". Fa pocs dies estava rellegint la tercera part (Los desiertos de Sonora).
EliminaPugcarbó me regaló esta novela de los detectives...muy buena. Pero me quedé atrapado en 2666
ResponEliminaGracies Pugcarbó
¡¡¡¡¡¡