25 de jul. 2018
Los pobres no veranean en Blanes
Solo he estado un par de veces en la villa de Blanes. En la primera, hace más de 20 años, para asistir a un acto de la cultureta y recoger un premio literario. Fue una escena berlanguiana que todavía hoy me trae una sonrisa a los labios. Si, es así: yo también participé de la cosa. Solo me puede excusar mi juventud, con la ingenuidad y la memez que conlleva. En la segunda, ya más madurito, para rastrear las huellas de Roberto Bolaño, el chileno genial que vivió en Blanes (algunos afirman que el chileno eligió Blanes por el capítulo de la novela de Juan Marsé que transcurre en esta villa, y a mi me gusta pensar que es así). En la segunda visita me encontré el paseo marítimo (ese alarde de ingeniería tan inevitable como costoso, además de inútil, que no falta en ningún pueblo costero) devastado por la tormenta del día anterior.
Blanes siempre será, para mi, el escenario de las andanzas de Bolaño y, por supuesto, el de las escenas de una de las grandes novelas catalanas, en las que el Pijoaparte, en la ficción, se pasea (y fornica) y descubre algunas cosas interesantes de la burguesía catalana que veranea en Blanes. Blanes podría ser una villa del imaginario literario, por donde uno podría andar con todos los pajaritos revoloteándole en la cabeza. Blanes pudo haber sido algo bello. Sin embargo...
Sin embargo, la codicia de los ricos afeó la villa con sus hoteles y su deliberada desobediencia a las normativas urbanísticas, un vicio que nos hace muy españoles digan lo que digan los catalanes esencialistas. Y sin embargo, también en Blanes plantan cruces amarillas en las playas esos mismos esencialistas, amparados por la autoridad, algo que, a día de hoy y en la desdichada Cataluña, se considera libertad de expresión. Y sin embargo, también en Blanes nació el que hoy ejerce de presidente de la Generalitat. Todos esos sin embargos han transformado la imagen de Blanes y la invalidan como el lugar literario y mítico que pudo ser.
Hoy pensaba en Blanes solo porqué he empezado a leer "2666", la novela de Bolaño que se publicó, póstumamente, en 2004. He comprado la edición de bolsillo, la más barata. Hace unos años leí algunas páginas, pocas, (tiene más de 1000) de un ejemplar que tomé en préstamo de la biblioteca pública. Cuando uno ha nacido en una casa pobre arrastra para siempre los hábitos que enseña la pobreza. Y no lo lamento para nada: es más, me gusta reivindicar la pobreza como forma de vida, como opción. Quizás no me quede otra opción, claro, ya que la vida de un asalariado español no permite vivir de ninguna otra forma y asumir la pobreza como opción no deja de ser una forma de resignación adornada por tintes cristianos. Quizás. Incluyo la duda con este "quizás" porqué, al fin y al cabo, Artur Mas y otros jerifaltes de casa buena también reivindican la austeridad.
Nací en una casa pobre, muy humilde. Jamás deseé ser rico, las cosas como sean. Ni rico ni poderoso. Y cuando pude codearme con los ricos huí despavorido sin saber porqué, por puro instinto. Se que la pobreza genera ignorancia y la riqueza, codicia. Ya se que la codicia también genera jardines con piscina, sombrillas y muros altos, recubiertos de hibiscus y de buganvilias: no soy tonto. Pero entre la codicia y la ignorancia, prefiero la ignorancia: a la ignorancia la puedo combatir con lecturas y escuchando a los grandes del pensamiento. Sin embargo, nada se puede contra la codicia: dos mil años de cristianismo solo han logrado caridad e hipocresía.
Es por todo eso que me apena la realidad catalana de hoy, ese soberanismo que ansía una república de ricos codiciosos henchidos de una superioridad que no se en qué se fundamenta. Es por todo eso que me entran ganas de subirme a un tren y visitar de nuevo Blanes como un Pijoaparte sin promesas amatorias, sin motivo, solo para sentarme y leer a Bolaño en la terraza del bar más cutre que encuentre. Y regresar en el último tren, de noche, hacia mi pisito que huele a incienso del Mercadona.
Es que siempre la clavas!!! Conozco algo Blanes porque una de mis hijas ha vivido alli los ultimos seis años, es invivible, un lugar con mar donde nunca iria de vacaciones, un ejemplo total de caos urbanistico. Tambien conoci aquellas calas de Blanes a las que antes solo se accedia con un barco (barco cuyo pasage era demasiado caro para mi) y más cuando aun vivia en l'Hospitalet. Soy de las que aun hoy me enorgullezco de ser pobre (digo aun hoy porque parece que ahora eso de ser pobre es vergonzoso, en todo caso mucha clase obrera son aspirantes a ricos) y si tambien en la clase trabajadora ha crecido la codicia a la par que la ignorancia muchos de esos apartamentos que han crecido de forma desordenada tanto en Blanes como en otros puntos de la costa catalana son propiedad de esos obreros codiciosos (solo que muchos los han conseguido con muchas horas de trabajo). En el tema medioambiental pienso que la sensibilidad es la misma. Si el amor a la tierra se definiera por el respeto a esta para mi esta claro que aqui en Cataluña por muy independentistas que se definen hay una gran mayoria a quien esta les importa un rave (por no decir algo peor) Felicidades por tu escrito que siempre lleva a reflexionar.
ResponEliminaComparto todo lo que expresas, punto por punto. La gran desgracia es que la ignorancia y la codicia se hayan encontrado, un fenómeno que quizás describe el tiempo que nos ha tocado vivir. Es decir, hoy. Y la paradoja fascinante de que el amor por la tierra incluya, sin escrúpulos, la especulación con la tierra (convertida en terreno de propiedad), y que se eso se cometa en nombre la libertad: creo que ya lo dijo Lenin: los que hablan de libertad siempre son los mismos, y siempre es la libertad de los ricos para hacer lo que les de la gana.
EliminaEn 1968 Blanes significaba aquello inalcazable. La primera vez que lo pisé, con quince años, me pareció fantástico. Se bajaba uno de la estación del tren, que se cogía en Sans y se iba caminando carretera a través cruzando campos y factorías fabriles hasta la llegada al pueblo, donde tenías que pasar por el cuartel de la Guardia Civil. Después de más de tres cuartos de hora y ya introducido en la pwqueñ a ciudad, divisabas la arena, gruesa, y el agua, limpia y a la vez azul. Y te quedabas a comer a pie de playa, en unos chiringuitos parecidos a merenderos, donde los asientos eran largos y juntos, y la gaseosa tenía más sabor a gaseosa que en Barcelona. Aquello era vida.
ResponElimina2666 es un libro inagotable, uno de los mejores que he leído nunca. Es un homenaje al poeta loco de Mondragón; a la filosofía (verás cuando llegues a los dibujos -el 4 empieza por Heidegger y acaba con el dominico Sertillanges- y el 5 por Kolakowski, pasa por Mario Bunge -aún vivo y lúcido- y acaba por el estético Bloom). Homenajea a Rafael Dieste con su Testamento Geométrico; habla de García-Sabell, el de la frase : "somos fanáticos de nosotros mismos y tratamos de imponer nuestro dogma"...
Quizás sea esta la parte que más me gusta de los cinco libros que contiene, la parte de Amalfitano. Lo considero un libro de estudio. Lo tengo totalmente subrayado y acotado, y lo poseo desde el 18 de diciembre del 2006. Cuando empieces a leerlo no podrás pasar sin él. te lo aseguro.
Salut
La costa Brava es la patria espiritual de nuestros "indepes", y como casi todo el litoral catalán, un buen catalogo de como cometer desastres urbanísticos y medioambientales con toda impunidad, y hasta con la colaboración de las autoridades.
ResponEliminaY hay otro detalle que me ha dado que pensar desde hace tiempo : la cantidad de clubes náuticos que jalonan nuestra costa. En las últimas décadas, el ideal del catalán que dictó Macià, "la caseta i l´hortet" se ha ampliado a la "caseta amb jardí i piscina i la barqueta al port".
Un símbolo de "status", ser socio del "naútico" y una barquita en el muelle, aunque solo la uses dos o tres veces al año. Socializarse con la flor y nata del lugar, agitar el pañuelo en la "cantada de habaneras" anual, y hablar de motores y barcos sin tener ni pu... idea de navegar.
Marinos de salón.
Toda esta pléyade de puertos de hormigón cada pocos kilómetros han deformado y desnaturalizado el litoral. Han hecho desparecer playas que existían y creado otras nuevas, y la contaminación que provocan estos domingueros del mar está rematando la poca vida marina que aún subsiste.
Hay despilfarros que van mas allá del coste económico.
Y estos mismos son lo que dijeron a sus trabajadores cuando comenzó la crisis que habían "vivido por encima de sus posibilidades", para acto seguido despedirles, o recortarles el sueldo.
El crecer en la pobreza, nos ha dado la capacidad para discriminar entre lo innecesario y lo imprescindible, y en saber vivir plenamente con una cierta austeridad, pero sabiendo disfrutar de la vida como el que mas, sin la frustración que provoca que el barco del vecino sea tres metros mas largo que el nuestro.
Ya me gustaria ver a estos lechuguinos navegar al norte de Finisterre con vientos de fuerza seis en la escala de Beaufort ( que tanto les encanta citar ) y con olas de cuatro metros, como yo hice como tripulante hace ya unos años.
Un abrazo.
Hi he anat uns quants estius a Blanes, als Pins, a mi no em desagrada, no es pot conservar res com abans, és la modernitat que ho ha espatllat tot. Jo he estat a la cala sant Francesc, quasi sol, però d'aixó en fa molt de temps.
ResponEliminaLa part d'Amalfitano èr a mi és la millor Lola i el poeta boig inclosos. Tinc traduïdes les dues primeres parts al català, que és una altra manera de llegir una novel·la.
https://fpr-2666.blogspot.com/
Ahhh, el dibujo primero es un triángulo rectángulo, pero sigo sin comprender porqué Comoenza por Aristóteles, sigue por Platón y acaba con Heráclito, obviando a Sócrates (quizá porque son metafísicos, no lo se).
ResponEliminaEl segundo: Aristóteles, Tomás Moro (organizador de la sociedad ideal), Jenócrates (enemigo del fausto y de la pompa), Heráclito (todo cambia), Diderot (niega todo sentido a la libertad humana), Pedro de Fonseca (metafísico), Platón.
Y el tercer dibujo: San Anselmo (aquí me descoloca), descartes (argumento ontológico a favor del Creador), Leibniz (me descoloca), Mendelson (metafísico), Wolf (me descoloca), y Kant (contra el argumentario de San Anselmo).
El cuarto es un octágono: Heidegger (ya sabemos de que va), Von Hartmann (pesimismo), Trendelenburg (Contra Hégel), Bergson (Conciencia), Sertillanges (otra vez...), Spengler (órden natural, Lange (materialismo , y Nietzche (ya sabes de que va con el superhombre y demás).
He intentado, LLUIS, durante años, descifrar el porqué de estos nombres puestos sin ninguna casualidad, sino por causalidad. En todos los dibujos encuentro algún metafísico (ya sabes que es lo mío), pero me descoloca el motivo de su colocación en los dibujos.
Bueno te he dejado con las ganas de abrir el libro, supongo.
Un abrazo
Yo no le calificaría como unionista. Mas bien como alguien perplejo entre la irritación y el hastío. Por ahí se solía llegar a la vergüenza ajena, con los laciteros, por hartazgo, ni eso....
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