29 de jul. 2018
Diario de un unionista enfermo
Me lo sugirió un amigo editor (e independentista, para más señas): deberías publicar tus artículos "unionistas" del blog en forma de diario, por ejemplo. Se refería a publicar en sentido tradicional, eso es, en papel. Me lo estuve pensando un buen rato. Y lo seguiré pensando. Mientras lo pienso voy andando por la calle, hacia la estación. Ando pensando en mis cosas, pero me doy cuenta de que, a la vez, estoy detectando, como sin querer, los lacitos amarillos que se cruzan conmigo. Me gustaría expresarles el fastidio que me producen, pero me callo.
Miro los rostros, las vestimentas y los gestos de quienes lo llevan. Una parte de mi mente intenta detectar un patrón. Se que lo hay, que tiene que haber un patrón. La naturaleza funciona por patrones. No solo lo dice la ciencia: también la experiencia, algo nada desdeñable cuando uno ha cumplido los 50 y sabe ya que la originalidad, lo especial y lo único son ensoñaciones ególatras.
Y a la vez, de repente, se me ocurre la pregunta terrible, como un azote: ¿será eso mío un trastorno?
Me refiero a mi mirada, a mi esfuerzo por encontrar un patrón (una razón, en el fondo) tras lo lazos amarillos in pectore. ¿Será una obsesión, lo mío? La pregunta me atenaza por la garganta y me sacude. Siento sequedad en la boca y una presión en las sienes. Entonces, también, pienso que esa facilidad casi pasmosa para ver lazos amarillos en la distancia podría ser algo malo. Ya no me parece una señal de ingenio ni de agudeza visual sino un problema.
Una vez sentado en el tren sigo con mis cavilaciones. Para aliviarlas me pongo a leer el fantástico ensayo de Marina Garcés "Nueva ilustración radical". Empiezo por el preámbulo y cada dos frases siento que está hablando, entre líneas, del proceso independentista catalán. No lo nombra ninguna vez, pero yo siento que en realidad Garcés habla "también" o quizás "sobretodo" del proceso. Cuando habla de los nuevos autoritarismos (llamados populismos) de los nuevos identitarismos defensivos y ofensivos no puedo dejar de pensar en Puigdemont, en Torra, etc... Me sucedió lo mismo revisitando "El pueblo de los malditos" y "La invasión de los ladrones de cuerpos".
Alzo la mirada y contemplo, a través del cristal, el verde suave del atardecer la vegetación de Collserola, el cielo malva y las nubes que amarillean, premonición del ocaso, aviso del abismo. Los bosques y el cielo no me responden. Indiferentes y bellos, no hay en ellos respuesta. Solo la indolencia cósmica.
Intento recapacitar. Quizás llevo demasiado tiempo enfermo de eso. Quizás evaluo demasiadas personas y fenómenos en clave procesista y eso me limita, me empequeñece. Hay libros que ni leo ni leeré porqué son obra de autores indepes. Hay lugares que antaño me gustaban y a los que no voy porqué me temo la avalancha de lazos amarillos, el alud de banderitas que me estarán acechando, como cuervos gualdos, decididos a hacerme sentir el más desgraciado de los catalanes, cuando no de los hombres.
Hace un par de días, mostré la colección de versiones de mis pintores preferidos a una persona conocida a quien, después de verlas, le confesé que no sabía cual sería mi siguiente obra a versionar. Ella, tras comprobar mi propensión por los autores coloristas y salvajes (los fauvistas Derain y Vlaminck, sobretodo) me propuso, con buen tino:
-Y una versión de Joaquim Mir, ¿qué te parece?
-¿Mir? -respondí yo, dando un brinco- Pero si ese... ¡es catalán!
La escena terminó entre risas, por supuesto. Pero poco después, otra vez solo, aquella risa se mudó en mueca agria: mi trastorno volvía a las andadas y me amargaba la mañana. ¿El independentismo de mis congéneres me ha dañado la salud y ha arruinado cualquier (ingenuo) proyecto de felicidad? Y luego: ¿habrá psicólogo o psiquiatra capaz de curarme? Algo me lleva a temer que hay en mi algo quijotesco. En el mal sentido, claro.
Quizás debería marcharme de aquí. ¿Alaska? No, aborrezco el frío. Y además: marcharme no solucionaría el problema, solo enmascararía los síntomas. Estoy seguro de que, una vez en Alaska, detectaría indicios de puigdemonismo en cualquier cacique local -o en un pastor evangélico- que me topase. Es así: la sola idea de creer (creer razonadamente) que Puigdemont dará nombre a un trastorno disociativo es, en si, un mal síntoma. Aunque acierte en mi pronóstico, ello no me hace feliz. Si no todo lo contrario. El fastidio con el procesismo está ocupando demasiadas áreas de mi cerebro a costa de las demás.
Podría conjurar todos mis males convirtiéndome al independentismo, lo se, pero en esa cuestión mi corazón y mi mente están de acuerdo en impedirlo y esa es una opción imposible. Mis dos apellidos catalanes no lo pueden evitar: cuando la fe y la razón se encuentran y se armonizan ¿quién es capaz de traicionar a ambas?
Podría negar mis convicciones y mis razones, ponerme un simple lacito amarillo en la solapa y abrazar la fe independentista: ganaría amigos, apegos, quizás amoríos y calma, incluso subvenciones y palmaditas en la espalda. Pero sería un zombi.
Cataluña no es ni bonita ni culta ni feliz, solo es el lugar del planeta que me ha tocado. Tanto como es ridículo enorgullecerse de haber nacido en ese lugar, lo es aborrecerlo por culpa de los patriotas que me fastidian y me trastornan.
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ResponEliminaLe estoy dando vueltas al tema. Creo que deberías, sólo creo, digo, clasificar tu obra y ponerle límite.
ResponEliminaMe explico.
Tienes unas entradas magníficas, magníficas sobre la escuela en donde impartes tus clases, la anterior y esta que estás, los niños magrebíes y sus madres.
Tienes otras que son brutales sobre Pujol, Mas, el Puigdemont y el Torra.
Tienes alguna hablando sobre la soledad interior; otras sobre los lazos propiamente dichos ... y todas versan sobre el mismo común denominador, el diario de un unionista.
Hay entradas, como en todo, unas mejores que otras, y las hay insuperables. Y esa es una faena particular, de tria. Y ahora, pensando, ya se porqué no lo hace tu editor, independentista por más señas, porque no quiere verse involucrado al éxito de tu obra, porque eso sería una paradoja filosófica.
Así que, y por lo que me parece, tendrás que ser tu quien elija el número de textos, los textos a publicar (que los hay muchos y buenos) y la norma con ellos.
PD: por cierto, ayer te llamé para hablarte sobre el tema. No puede localizarte.
He suprimido el anterior porque he puesto un par de cosas más en este texto.
"La invasión de los ladrones de cuerpos", un buen paralelismo.
ResponEliminaNo soy alguien especialmente combativo en la defensa de mis ideales, pero esta semana he tenido un ligero rifirrafe a cuenta del "procés" con un buen amigo mio. El tiene la sensibilidad a flor de piel con todo este asunto, y "embiste" a todo aquél que no está de acuerdo con el separatismo.
¿ Sus motivos reales para abrazar el separatismo ?, los desconozco. Antiguo mando intermedio de ADIF, pre-jubilado con una mas que jugosa jubilación, y sin ningún problema aparente salvo vivir lo mejor posible. Y defiende el separatismo con una vehemencia sorprendente en alguien así.
Mi conclusión : una vez jubilado con una buena posición económica, con los hijos emancipados y fuera de casa, ¡¡ se aburre como una ostra en un garaje !!. Y ha decidido consagrarse a una "causa sagrada" para invertir su tiempo y sus inquietudes. Se ha apuntado al "procés" como quien se apunta a un curso de cocina macrobiótica, o un curso de origami.
Y es solo un ejemplo de quienes me rodean, que por razones diversas, pero ninguna trascendente o de peso, se han incorporado a la corriente separatista con mucho entusiasmo.
Y yo soy el garbanzo negro,el patito feo, la oveja negra que rompe la uniformidad del conjunto.
Si yo fuese alguien con menos carácter, peor informado y con menos formación política, seguramente me dejaría llevar por la corriente y me pondría un lazo amarillo en la solapa. Cantaría la maldad y la perfidia de los gobiernos de Madrid, y loaria las virtudes de la futura República Catalana.
Pero entonces, no seria yo.
No veo una salida cara a esta situación, y mi información y mi pesimismo me dicen que esta situación se va a prolongar en el tiempo una buena temporada, y que habrá que tener las ideas muy claras para aguantar a estos pelmazos sin caer en sus provocaciones.
Desde hace unas semanas, tengo problemas de movilidad y necesito una muleta para desplazarme. Pues bién, el otro dia uno de estos "solidarios" con lazo amarillo me "birló" un asiento en el metro, a pesar de mi evidente dificultad para permanecer de pié.
Muy solidario aquél tipo con sus patriotas encarcelados, pero con una pésimo civismo. ¿ Es esa la superioridad moral catalana ?.
Esto es una carrera de fondo, de resistencia.
Un abrazo.
Aquí un voto entusiasta a favor de que hagas esa recopilación! Creo que efectivamente sería un éxito si se distribuye bien. Eso sí, no lo llames Diario de un unionista, porque me parece que eres mucho más que eso.
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