El estado de la literatura catalana en Cataluña (2).
La crítica y el bloguero reseñador de libros
La crítica literaria, junto al ensayo, son los dos grandes desaparecidos del panorama cultural catalán. Quedan algunas muestras de cada género, pero son escasas e inadvertidas. Destaco a Salvador Oliva, Jordi Llovet, Ponç Puigdevall y Valentí Puig. Y, en otro orden de cosas, al filósofo Josep Maria Esquirol. Casi todos los nombrados tienen algo en común: no son personas afines al independentismo y, por ese motivo, son ninguneados por la prensa.
Jordi Llovet escribió un libro muy interesante algunos años atrás, cuando todavía no se olisqueaba el auge del independentismo. "Adéu a la universitat" fue un texto leído y comentado, y diría que causó un impacto notable en la sociedad. El ensayo trata la decadencia de las humanidades en la universidad catalana, y era un aviso de la decadencia que, a día de hoy, afecta a todas las facultades pero sigue mostrando una cara más trágica en filología, historia, humanidades en general. Luego, Llovet expresó su posición frente al independentismo y los independentistas decidieron que Llovet, en tanto que "botifler", ya no debía ser leído ni mencionado: así fue como la cultura catalanista descendió un peldaño (uno más).
Lo de la crítica literaria es algo que lleva décadas en declive. Poca crítica en los suplementos literarios y, lo que es peor, una crítica invisible. Casi nadie podrá citarme una crítica de las novedades en catalán de los últimos años. Advierto de algo importante: una reseña no es una crítica. Reseñas haylas, por supuesto, aunque me temo que son más leídas (quizás solo vistas) las escritas por el prolijo gremio de blogueros que se extienden por el universo virtual.
Está muy bien que un lector decida abrir un blog para reseñar sus lecturas. Yo lo hago y no me avergüenzo de ello. Me lo tomo como un diario personal: voy registrando las lecturas que me han impresionado por algún motivo. A menudo, cuando reseño una lectura, busco qué se ha publicado en la prensa, para no meter la pata en exceso y para ilustrarme un poco. Si se trata de novela catalana de hoy, es casi imposible encontrar nada que supere las 10 líneas, pura nota de prensa.
Hace pocos meses hice dos aproximaciones a la reseña de "Solenoide", una novela cósmica del autor rumano Mircea Cartarescu. Una de ellas fue vista por un conocido, asiduo lector de una página colectiva de reseñadores cuyo nombre es más que sospechoso: "Ressenyaires en català". Hay que contar algo: el sufijo "-aire" expresa, en catalán, una actividad amateur o aficionada, o quizás relacionada con el folklore. Se habla de "puntaires" (las personas que hacen encaje de bolillos), de "cantaires" (los cantantes aficionados que cantan en corales populares), "patumaire" (el que acude a las fiestas tradicionales de Berga), o de "trabucaire" (el que sale a disparar el trabuco con salvas de pega en la fiesta mayor).
Mi conocido me invitó a participar en "Ressenyaires en català", cosa que hice sin meditarla previamente. Al cabo de tres reseñas publicadas, descubrí que el administrador del grupo había sustituído la imagen de la página por una fotografía manipulada en la que aparece el señor Puigdemont haciendo una peineta. Le escribí (públicamente) para lamentar esa imagen y para expresarle mi desolación por su cambio, ya que no me sentía capaz de publicar mis textos bajo tan insólito icono. El administrador me respondió de muy malas maneras: "hago lo que me da la gana con mi página", vino a decirme. Aquí se terminó nuestra relación. Al conocido que me había invitado a participar le conté lo sucedido por deferencia, y me respondió que, aunque quizás pudiese tener razón, no debía haberlo hecho público. Es decir: si no eres de los nuestros, no lo digas en voz alta. Un dato pequeño, pero otro dato que cuenta la "espiral de silencio". Huelga decir que ningún "ressenyaire" se solidarizó con mi opción.
Aunque me parece bien lo de reseñar libros con talante amateur, es necesario decir que el amateurismo reseñador no es capaz de sustituir a la crítica. El número de reseñadores amateurs es importante, pero ese número solo le convierte en un trasunto del Gólem. El Gólem es aquel gigantón de barro animado por una palabra mágica que debía salvar al pueblo judío de sus enemigos (aprovecho para recomendar la magnífica novela "El Gólem" de Isaac Bashevis Singer). El reseñador amateur de blog voluntarioso suele pretender un objetivo casi único: caerle en gracia al autor reseñado y aumentar su grupo de "amigos" virtuales, motivo por el cual la reseña se parece más a una adulación a menudo bochornosa por acrítica y por facilona, desprovista de todo intento de análisis y cuya redacción delata la escasa formación literaria del reseñador, incapaz de establecer relaciones o de citar a nadie, a nada.
Mientras escribía este texto he tenido la tentación de copiar y pegar ejemplos de esos reseñadores pero no me parece bien la burla, por poco elegante.
En el próximo capítulo voy a comentar los "clubes de lectura", que son otro capítulo interesante en este memorial de desastres que es la producción literaria catalana actual. Luego vendrán los autores.
Un mundo que desconozco casi completamente, así que agradezco tu entrada anterior y esta. He de decir que no me he extrañado demasiado en que el "pesebrismo" también esté instalado hasta en la crítica literaria amateur. Si es que se contagia todo con el mismo virus. Y es una lástima, al menos se agradece una crítica equitativa cuando uno decide comprar tal o cuál obra impresa.
ResponEliminaEl veneno está incluso en el aire que respiramos.
Un abrazo.
¿ qué puedo decir que tu no sepas ?
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