Unos días atrás, justo a principios, estaba yo cabizbajo y concentrado en mi libreta cuando, de repente, intuí como se esbozaba una amplia sonrisa en el aire, a escasos palmos de mi cabeza. Levanté la mirada tan raudo como pude, pero solo me bastó para sospechar la disolución, el desvanecimiento. Quienes conozcan el gato de Cheshire, el de Carroll (por su obra o por la versión de Disney o por la versión de Disney que hizo Burton) pensarán en el gato inglés. Quienes no deseen (o no puedan) ir tan allá, pensarán en las decenas de miles de anuncios de personas sonrientes que nos asaltan por todas partes.
Pero yo me quedé preocupado. Aquella sonrisa que se me había soslayado a medio metro del rostro no era la del gato ni la de ninguna clínica dental que se precia. Empecé a recordar otra sonrisa, una que, antaño, me llenó de imaginación desbordada, de ilusión, de imágenes fabulosas. La sonrisa de la bandera pirata. Esa cabezota blanca y sonriente que asoma por encima de las dos tibias cruzadas. ¿Cuántas veces soñé en los mares del Sur, la Isla de las Tortugas, las tabernas, las huídas de los calabozos, los botines, las escaramuzas, grumetes, cañonazos, palos de mesana y trinquetes, tesoros ocultos guardados por esqueletos celosos...? ¡Qué poco valoramos a Emilio Salgari, que hizo más por la lectura de los jóvenes que mil directores generales de educación juntos!
Unos días más tarde, la doctora de guardia en urgencias atizó el aire delante de mi con la radiografía en la mano: -Esto es una insuficiencia respiratoria aguda en toda regla. No llega, el oxígeno no llega. Puede ser la consecuencia de una insuficiencia crónica o de alguna otra cosa, todas feas. Vamos a investigar. Por lo pronto, vaya pensando usted en eso del fumar.
La radiografía es todo un tema. Esa fotografía del futuro en que tu cuerpo se ensaya de cadáver, con un solo clic, una vez regresado de una Hiroshima en miniatura o de chiste pero con un diagnóstico atroz bajo el brazo. ¿Qué diablos es el progreso de la medicina?
Mi padre dejó de fumar en cuanto le dieron un susto parecido a este, no si con radiografía o sin ella, pero algo me dice que si. Le vio las orejas al lobo y enseguida tiró el paquete por la ventana. A mi me metieron una dosis de antibiótico para caballos, broncodilatadores, cortisona cada seis horas.
Lo más difícil de todo es cuando me pongo a escribir. Escribir sin el cigarrillo es como haber perdido el libro de los adjetivos. Ya me dirás como los encontraré, sin el farolillo del humo. Ayer me lié uno sin intención ni tan siquiera de chuparlo, solo por dejarlo ahí en el cenicero mientras tecleo. Miré el anillo incandescente que abraza al cigarrillo como una culebrilla ígnea, enroscándose y trepando. Pero sobrevino la tos igualmente y otra vez creí morir. Lo aplasté con furia mientras pensaba en la capacidad que tiene el mundo para crear escenas sin sentido aparente.
Como mi padre no escribía, lo tuvo más fácil. Yo ahora me siento como que tengo que aprender de nuevo. Comprarme un mapa nuevo, incluso a veces me detengo a pensar si de verdad deseo seguir viviendo en un mundo sin mis cigarrillos. Si voy a escribir igual que antes o me afectará al estilo. Des de que mi padre tiró el tabaco por la ventana hasta que falleció (en gran parte por los agravios que le había producido el humo) pasaron unos veinte años. Supongo que aprendió a vivir sin él. Hablaba de la superación de su adicción con tanto énfasis y tanta épica que nadie en sus cabales podía creerle, todo el mundo se daba cuenta del tremendo dolor que fué aquella pérdida, de lo terrible e irreparable que fue, de lo devastadora.
Durante la crisis de la insuficiencia respiratoria hubo algún instante en que lo vi bastante jodido. No me vi muerto sin remedio pero si me imaginé muy pálido y enjuto de rostro, intubado, con mascarilla, envuelto en tela de algodón hospitalario y los ojos disminuidos, amarillentos y acuosos. En ningún instante le eché las culpas al tabaco, aunque sabía perfectamente qué sustancia era la que me había llevado hasta allí: no le delaté.
En su fabulosa "La consciencia de Zeno" (1923), el genial Italo Svevo usa el asunto del tabaco y de dejar su adicción de una forma magistral. Es un texto sublime que deberé releer enseguida porqué ahora voy a comprenderlo de veras. El tono psicoanalítico creo que era demasiado elevado para un lector de 25 que empezaba a fumar. Es posible que deba sustituir el tabaco por el recuerdo del tabaco, la literatura del tabaco o el cine del tabaco. Con todas las cosas de la vida va pasando un poco lo mismo a partir de los 50 y no es malo que sea así. Y además hay que andarse con cuidado: nostalgia solo la justa. Hay que mantener energías y mala leche, porqué la cosa no está nada fácil y además no, no estoy contento de haber dejado de fumar ni siento repercusión alguna en mi autoestima (caso de que exista algo así).
Era un buen amigo. Quizás el mejor que he tenido nunca jamás. Cuando empecé a fumar eso me hacía sentir mayor, aunque a la primera bronquitis le pedí a mi madre que me llevara al médico, me comprase la medicación y viniese a dármela, puntualmente, a la cama.
Acabo de ver una película que me ha dejado pensativo. Se llama El exótico hotel Marigold.
ResponEliminaUna de las frases que dice una de las protagonistas creo que encaja perfectamente con tu nueva situación: El Éxito se mide de como afrontamos la decepción, ya que siempre llega.
Superarás lo del tabaco, seguro. Será todo un éxito.
Salut
Sóc incapaç d'imaginar-me l'escriptura sense tabac. No ho faig mentre escric perquè dins de casa no fumo; però surro al balcó a reflexionar mentre miro passar la gent pel carrer o espio els veïns de davant. Si pots, fes tu el mateix però sense fumar. La contemplació subversiva és com una calada i la immediata reacció química.
ResponEliminaMe extrañaba tu silencio después del magnífico "Cuento de Navidad con poco" y ahora lo entiendo, porque lo has explicado muy bien. Reitero lo que dice Tot Barcelona.
ResponEliminaVeus, quan menys vaig trobar a faltar el tabac va ser a l'hora d'escriure, potser per que la cigarreta es consumía sovint al cendrer. Després de menjar és quan mes el trobava a faltar, pero d'això ja en fa 10 anys.
ResponEliminaTRANQUIL XIQUET,QUE SENSA TABAC HO FAS PROU BE...
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