Para subir hasta Àrreu desde Borén no hay carreteras. Apenas un caminito desdibujado, vertical, pedregoso. Una vez arriba sólo hay silencio y casas vacías. En algunas de ellas los vestigios y las antiguallas conviven con los desechos de vagabundos contemporáneos y fugaces. Soledad, silencio y puertas desvencijadas. Rastros de huídas, de caídas, de pérdidas tremendas. La historia de la calle única que conforma el pueblo habla de muchas cosas y de mucha miseria.
Porqué una vez abandonado a la naturaleza, Àrreu sigue escribiendo capítulos sobre nuestra miseria. La humana, que es la mía. Aquél día, en mitad del año, me senté en un viejo abrevadero para el ganado. Uno diría que el abrevadero fue originalmente una tumba. Vete a saber de qué tiempos. Donde habitó la muerte bebió la vida y luego volvió el olvido.
En un portal encuentro los trastos para afeitarse de alguien que se marchó hace poco. Pero ya están resecos y corrompidos. Hay residuos cochambrosos y signos incomprensibles pero espantosos, como avisos para el que llega. Con cuatro tristes trastos, te susurran la frase del Dante: pierda toda esperanza quien cruce este umbral.
A principios del verano subí hasta Àrreu buscando algo maravilloso. Tuve la impresión de haberlo agarrado un instante, y de que luego se me escurría de entre los dedos como un pececillo, como el agua del río donde vive el pez. Eso pasó en mitad del año que ahora termina. No sé porqué hoy estaba pensando en el puente, el caminito y el pueblo abandonado de Àrreu. Si le quitas el acento, arreu significa (en catalán) en todas partes.
Pero no quiero estar triste. Àrreu es un templo de la tristeza, pero también del sueño. Lo que ahora está vacío se podría llenar de gritos y de jolgorio, de voces de chiquillos, fuegos, estallidos de botellas que se descorchan, alegría de piernas que se abren y de penes que quieren penetrar. La vida puede aparecer donde sea, sólo hay que cerrar los ojos, abandonarse.
Lo puedo contar más claro: en mitad del año, cuando subí a Àrreu, pensaba en ti y te quería, pero en realidad estábamos muy lejos. Me inventé que subía para buscar el santo Grial, cuando sólo te buscaba a ti. Ahora lo comprendo mejor: me marché de Àrreu pensando que no había encontrado el Grial, cuando resulta que sí lo encontré. Lo llevaba metido dentro y eras tu. Por eso ahora cuando termina el año cruzaré otro puente sobre otro río (pero el agua será la misma), y lo haré contigo. Àrreu ya está habitado.
En un portal encuentro los trastos para afeitarse de alguien que se marchó hace poco. Pero ya están resecos y corrompidos. Hay residuos cochambrosos y signos incomprensibles pero espantosos, como avisos para el que llega. Con cuatro tristes trastos, te susurran la frase del Dante: pierda toda esperanza quien cruce este umbral.
A principios del verano subí hasta Àrreu buscando algo maravilloso. Tuve la impresión de haberlo agarrado un instante, y de que luego se me escurría de entre los dedos como un pececillo, como el agua del río donde vive el pez. Eso pasó en mitad del año que ahora termina. No sé porqué hoy estaba pensando en el puente, el caminito y el pueblo abandonado de Àrreu. Si le quitas el acento, arreu significa (en catalán) en todas partes.
Pero no quiero estar triste. Àrreu es un templo de la tristeza, pero también del sueño. Lo que ahora está vacío se podría llenar de gritos y de jolgorio, de voces de chiquillos, fuegos, estallidos de botellas que se descorchan, alegría de piernas que se abren y de penes que quieren penetrar. La vida puede aparecer donde sea, sólo hay que cerrar los ojos, abandonarse.
Lo puedo contar más claro: en mitad del año, cuando subí a Àrreu, pensaba en ti y te quería, pero en realidad estábamos muy lejos. Me inventé que subía para buscar el santo Grial, cuando sólo te buscaba a ti. Ahora lo comprendo mejor: me marché de Àrreu pensando que no había encontrado el Grial, cuando resulta que sí lo encontré. Lo llevaba metido dentro y eras tu. Por eso ahora cuando termina el año cruzaré otro puente sobre otro río (pero el agua será la misma), y lo haré contigo. Àrreu ya está habitado.
SORT!
ResponEliminaCreuar ponts, cercar el grial, travessar rius o seguir-ne els curs. Vet aquí el que fem a la nostra vida.
ResponEliminaMirar d'acabar l'any creuant un pont de la mà de la persona estimada em sembla la millor manera d'acabar-lo.
Quina història més maca... ens reconcilia amb moltes coses. Sembla, que de sobte, gràcies a la literatura, tot té un sentit.
ResponEliminaDe fet, un altre significat de grial es Sang Reial, es dir, la sang de l'unió d'un fill de deu amb una mortal, l'unió d'aquells dos èssers es el sant grial
ResponEliminahi haurà video?
Francesc, igualment sort per a tu i els teus. La necesitarem. Tot i qu això de la sort de vegades no és tan democràtic com sembla: a l'alcalde de Manises, del PP i culpable de corrupció li ha caigut una milionada a la loteria.
ResponEliminaEulàlia, segurament ens passem la vida fent exactament aquestes accions, que són diferents formes de buscar. I de vegades trobem.
ResponEliminaEastriver: què faríem sense literatura? La literatura (i els seus èmuls, com això dels blogs) serveix per a explicar el món de forma comprensible i si ho aconsegueixes et quedes una mica més tranquil.
ResponEliminaAris: això de la Sang Rial sembla que va dur el Brown a escriure aquella cosa del Codi, no?
ResponEliminaSobre videos et reconec que quan un s'aficiona a gravar acaba per gravar moltes coses (però no les penja totes en un blog).
Des del facebook: Perdona però com que el blog no m'ho deixa dixar t'ho deixo aquí:
ResponEliminaEls ponts fan possible les relacions humanes i fan possible entendre els que són tant diferents o no de nosaltres.
Em sembla molt encertat l'escrit.Genial! Una història bonica.
I si l'any l'acabes amb qui vols de debò doncs és el millor que et pot passar en un cap d'any i en un principi d'un altre.
SORT!
Repetir els vídeos com repetim la recerca buscant en lloc llunyans el que potser tenim al costat.
ResponEliminaPerò és curiós que el Paradís el concebim com un lloc aïllat...
Bon Any!
El no res no existeix, com no deu existir cap terme absolut. Àrreu ha estat permanentment habitat perquè el buit és només aparent. Passa que no sempre som capaços de reconèixer què omple un espai (físic o mental). I tant si Àrreu té a veure o no amb el teu estat actual, sí que forma part de la sintaxi que teixeix la narrativitat de la teva existència i és, per tant, inseparable de la teva experiència.
ResponEliminaEl simbolisme dels ponts, sempre m´han fascinat, el pont sobre el riu de paper de plata era la meva peça preferida del pesebre.
ResponEliminaJa se sap: les noies bones van al cel i les dolentes... arreu.
Que tinguis molt bona entrada d´any. Borgo.
Aúpa Lluís. Vas cruzando ríos sin parar... Eres un "espaldamojada" de los buenos! Buena entrada de año
ResponEliminaGalderich: per saber perquè percebem el paradís com un lloc físic i aïllat caldria anar fins al fons de les nostres herències culturals, una mica tèrboles.
ResponEliminaEnric: tens raó, d'alguna forma Àrreu sempre ha estat habitat, i ho estarà decididament des del dia en què hi vaig posar els peus. Així com forma part de la meva narració, jo també formo part de la seva.
ResponEliminaMiquel: malgrat que les noies dolentes van a arreu... allà no n'hi vaig veure cap. Deu ser que no m'hi vaig fixar prou bé.
ResponEliminaJuan: en realidad, todos somos unos espaldas mojadas. Lo único que pasa es que hay quién no se detiene nunca jamás a mirar el estado de su propia espalda.
ResponEliminaPuedes utilizarlo para lo que quieras, Lluís. Lo he pasado muy bien con las clases particulares de este tipo.
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