De entre los muchos eslóganes que promovió el independentismo, ese "Ni olvido ni perdón" es el más desafortunado, por su potencial dañino y enemigo visceral de la convivencia. Aunque no hubo ideas buenas en este campo (la ramplona "Espanya ens roba" es poco más que una falacia destinada a mantener un viejo engaño que fue convenientemente desmontada) debemos aceptar que algunas de las frases son tan facilonas, tan destinadas a mover emociones primarias y pueriles, que han caído en el olvido con gran facilidad: Hola, nou país, Vam votar, vam guanyar, Independència per canviar-ho tot...
Todas esas frases, destinadas a quedarse grabadas en la mente para ser repetidas en los pasacalles coreografiados de la ANC, se han ido por el desagüe: no hay contenido, no hay propuesta racional. Tan solo ilusión, ensueño y propaganda vacía, sin propuesta política ni social que las ampare.
Pero luego está ese belicista "Ni olvido ni perdón" que impide la marcha atrás, la reflexión y el diálogo. Por desgracia, la frase la sigo viendo en artículos, twits y pintadas en la calle. Eso es un proyecto político: la violencia como método. Ahí están esos jóvenes "antifascistas" de la UAB, que aplican al supuesto fascismo de los demás una táctica estrictamente fascista. La violencia contra el diferente.
Imagínese usted que nos aplicásemos ese principio para todos los desencuentros de la vida: entre parejas, entre vecinos, entre colectivos distintos. No está la sociedad como para jugar a la guerra, mientras nos damos cuenta del riesgo de aumento de la agresividad en muchas partes.
Si no ando mal, el eslógan parte de una frase de las Madres de Mayo argentinas, y ellas le aplicaban la frase a los torturadores de una dictadura feroz y asesina. Trasladar esa idea al independentismo no solo implica un salto conceptual mal intencionado y recurrente (identificar a la España democrática con una dictadura cruel), si no que banaliza el sufrimiento de las mujeres argentinas cuyos hijos desaparecieron en las garras de los criminales. Solo por eso, el eslógan es lamentable.
¿Qué espacios nos deja, pensar así, para luego terminar aceptando que solo del diálogo saldrán las soluciones? ¿Acaso actuaron así en Irlanda o en la República Surafricana?
Aunque la desdichada frase se propuso en respuesta a los hechos del 1 de octubre del 2017, luego se ha extendido, como era de preveer, y se aplica a situaciones de cualquier clase, insistiendo en la idea de que Cataluña es una colonia oprimida y reprimida, contra lo que solo cabe esa actitud primitiva y violenta. ¿Como reconciliaremos una sociedad dividida por el capricho de unos pocos, si no estamos dispuestos al olvido o al perdón?
Y otra cosa, que no se me olvide: ese proyecto político (pues no es otra cosa) nos lo podemos incorporar todos: también los catalanes no independentistas que fuimos violentados des del gobierno autonómico, tratados de fachas, de ñordos, de botiflers, de colonos y de genocidas culturales. También nosotros podemos acogernos a tan lamentable eslógan. Y entonces... ¿qué sucedería? Me dirán que nosotros no tenemos derecho a ello, ya que somos los opresores, como debe ser una opresora mi vecina Mari, 73 años, de Jaén, pensión de viudedad, pisito de renta protegida, que mira durante 10 minutos las ofertas del súper y calcula si puede o no puede comprarse el pack de dos patas de pollo a 3 euros tras toda la vida en Cataluña, trabajando de sol a sol, criando a los hijos sola. Mari es, supongo, el paradigma indiscutible de una colonizadora y una genocida cultural... porque no es independentista.
El único proyecto político que alberga esa frase es una guerra civil de una intensidad todavía no calibrada, posiblemente sorda y oculta para los medios, un problema irresoluble. Para comprobar su capacidad maligna hagan una prueba muy simple: aplíquesela a cualquiera que les haya ofendido, contrariado o desagradado en algún momento.
Y luego piensen: ¿quiero vivir en un mundo sin olvido ni perdón? Y si es así, ¿la propuesta civil es la venganza? ¿El odio eterno?
Quizás uno entiende mejor que los griegos antiguos considerasen al olvido un regalo de los dioses, o que Jesucristo predicase el perdón como forma de convivencia, o lo que cuentan los budistas.
¿Se puede construir una sociedad en donde apetezca vivir bajo el eslógan "ni oblit ni perdó"? Creo (y espero que lo crean igual), que la respuesta es muy sencilla. Nadie quiere vivir en una sociedad así, en una Cataluña incapaz de aceptar la diferencia.
Creo que es la frase más asquerosa que he leído nunca.
ResponEliminaQuien la inventó y la puso en boca de todos y quien la repite o cuelga de su balcón, demuestra lo que es. Un verdadero déspota. Una persona sin escrúpulos y un reaccionario de tres pares.
Indiscutiblemente olvidar es muy difícil, sino imposible, pero si se puede domar. Todo lo que no sea eso es rencor y el rencor es el reducto del salvaje que está a la espera de asestarte la daga en cuanto te descuides.
Esa es la máxima de muchos idiotas del prosses y otros tantos de la gallina, no olvidar para no perdonar.
Menos mal que tenemos La Parca que hace su trabajo y nos va quitando de en medio , sino esto sería un Armagedón.
Un abrazo
he estado leyendo la Conjuración de Catalina y de allí he sacado algunos extractos que bien pueden aplicarse actualmente a no pocas situaciones, aquí se me ocurre que esta cita viene que "ni al pelo":
ResponElimina"Padres conscriptos: Los que han de dar dictamen en negocios graves y dudosos deben estar desnudos de odio, de amistad, de ira y de compasión. No es fácil que el animo descubra entre estos estorbos la verdad, ni nadie acertó jamás siguiendo su capricho. Prevalece el animo, cuando se aplica libremente; si nos preocupa la pasión, ella domina, el animo nada puede." Pagina 73
Y ahora nos gobiernan activistas y eso suele dar resultados muy negativos para todos.
Un saludo.
P. D. No se crean que me he vuelto persona culta, me he leído ese libro para "aparentar" que soy culto.