Jean-Baptiste Regnault compuso "El origen de la pintura" en 1786, un cuadro que no es muy popular. En este lienzo, al óleo, Jean-Baptiste nos presenta a una joven pareja en un lugar bello pero siniestro: están tumbados y medio desnudos ante un panteón y ella, aprovechando los últimos rayos del sol, perfila la sombra de él proyectada en el muro de un sepulcro. Trata así de recordar al amante y al momento, que ambos saben que no se repetirá. Cuando se hayan marchado para siempre permanecerá allí la reseña del instante.
Ayer recibí la encuesta de una alumna de Bachillerato que está haciendo un trabajo para la asignatura de Filosofía. Pregunta sobre la idea de la muerte y yo intento responderle con sinceridad pero con brevedad: sinceridad y brevedad, cuando se trata del asunto, son dos elementos de difícil cuajo. A lo largo del curso respondo a varias encuestas del alumnado, y esta me ha entretenido un rato. Aunque la alumna mezcla conceptos tan dispares y lejanos como el suicidio, las enseñanzas que nos ofrece la muerte de un ser querido, el concepto de "vida" o la opinión sobre las enfermedades incurables y terminales, la verdad es que he pasado un buen rato: pensar y escribir sobre la muerte me ha dispensado un grato entretenimiento mientras andaba atareado con mi vida y sus servidumbres.
Creo que muchas veces simulamos la vida. Una de las preguntas de la chica es, imprevistamente: "¿Vives la vida que te gustaría vivir?". Esa pregunta, formulada a la edad de una alumna de Bachillerato, me ha enternecido: la chica, muy joven, intuye algo de su futuro y se lo pregunta a los demás. Sin tener ni idea de lo que le podrán responder los demás respondientes, he sido honesto y he advertido: sin duda que no vivo la vida que me hubiese gustado. Me conformo, por supuesto, pero no era mi ideal de vida la vida que tengo. Quizás hubiese preferido vivir en la Francia del XVII y ser el hijo de un rico. O en mi tiempo pero en Brooklyn, Nueva York. Quizás hubiese preferido ser mujer negra en el Bronx, becario en Harvard, trompetista de Jazz en el New Orleans de 1920. Cuando era joven como la bachiller que me pregunta, yo quería ser guionista y dibujante de cómics para la revista "El Víbora" en la Barcelona de 1980.
En la inmensa mayoría de los casos, los adultos nos sentimos así: algunos creen que les engañaron, otros creen que se engañaron a sí mismos. En cualquier caso, la vida es lo que sucede mientras pensamos en las vidas ideales, alternativas, soñadas. Crecer, llegar a adulto y procurar llevarlo bien es algo así: reconciliarse consigo mismo, con el mundo. Conseguir eso no es fácil: es una heroicidad.
Hay quien necesita simular, o simularse. El otro día, un tal Puigdemont orquestó una detención para simular que todavía existe, que todavía es algo. Muchos son los que, a diario, exponen sus carencias, sus necesidades, sus temores, sus fobias, sus filias más problemáticas en las redes: simular que se existe no es nada fácil, pero para eso están las redes sociales. Creo que esa es la principal función de las redes y el argumento principal de su éxito. Me ven luego existo. Me comentan luego existo. Me insultan: existo. En este sentido la vida sería una exhibición de la vida, una constatación mediante el reflejo en el ojo ajeno.
Yo mismo, quizás y sin ir más lejos, les escribo aquí para obtener "likes", comentarios, aumento de números en el contador de visitas del blog. Para demostrarme que soy real mediante mi exposición virtual, aunque suene a rechifla. Sin embargo, yo se que la vida es lo que sucede de veras y generalmente en soledad. Mi dolorcillo en la pierna, los quebraderos de cabeza en el trabajo, las dificultades para comprender y ser comprendido (y no digamos, ya, para amar y ser amado), mis deseos de aburrirme soberanamente o de leer libros inútiles, prescindibles (pero muy divertidos, como el Diccionario razonado de vicios, pecados y enfermedades morales). Por no mencionar los problemas del sistema digestivo, al cual tengo olvidado en mis textos.
La vida, querida alumna de bachillerato, es muy poquita cosa aunque la magnifiquemos con ideas trascendentes, patrias, ideologías y demás. Algunos la decoran con cenefas esotéricas y otros con ribetes solidarios, pedagógicos, religiosos. La vida, estimada alumna, solo es estar vivo durante un tiempo y aceptar que esa vida es un soplo, un segundo en el reloj, el instante que media entre una eternidad de nada y otra eternidad de nada.
Si me apuras, la vida es intentar estar vivo con algo de dignidad: infligir el mínimo mal posible a uno mismo, a los demás y al planeta que nos ha permitido la vida. Y eso, estimada bachiller, es mucho, muchísimo. Y deseo de veras que lo consigas.
Te aporto un dato adicional: algunos filósofos dijeron que sería preferible no haber vivido.
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ResponEliminaLas preguntas metafísicas son las de más difícil respuesta.
ResponEliminaElla lo averiguará cuando sea la hora, y lo que le respondas tu, poco valor añadido tendrá.
En lo que estaremos de acuerdo es en la brevedad de la existencia y de lo egoísta del posicionamiento diferencial.
Me gustaría saber que respuesta tiene cualquier seguidor de ETA sabiéndose brazo ejecutor de La Parca a la pregunta de: ¿Qué es la muerte?, para acabar contestandose aquello de : La Muerte soy yo.
Si el del flequillo orquestó su detención para dar vida a una inexistencia fantasmal, escogió un mal momento: hay un volcán... Informaciones sobre él, las justas.
ResponEliminapodi-.