Para celebrar el final del curso, las alumnas escogen una lista de canciones para cantar y bailar. No hay ni tan solo una en catalán. Todas las alumnas han nacido en Cataluña y, por consiguiente, todas se han escolarizado aquí.
Luego, ya en casa, leo el tuit de un patriota, aparentemente del Front Nacional de Catalunya, en el que advierte: haber nacido en Cataluña no te hace catalán. Me sonrío con cierta ternura ante la amenaza del nacionalista. ¿Qué nos hace o nos deshace catalanes? A la mayoría eso les importa muy poco, como a mi. Es más: me produce un cierto alivio saber que puedo dejar de ser catalán sin más, fácilmente, como quien respira.
Las primeras veces que viajé más allá de las fronteras, siendo muy joven, respondía soy de Barcelona cuando (en Francia, Portugal o Italia) me preguntaban por mi origen, una pregunta que siempre me fastidia bastante. Una vez, en el Sur de Francia, un hombre mayor me preguntó, tras escucharme: ¿eres catalán? Yo le respondí: no, soy de Barcelona. La catalanidad me ha resultado siempre un poco áspera y la respuesta soy español, durante muchos años se me antojó difícil por motivos que luego he debido repensar.
En otra ocasión, en Belém, un hombre reconoció mi acento y me preguntó si era catalán. Y otra vez yo respondí no, soy de Barcelona. La respuesta soy de Barcelona era un subterfugio para equidistantes. Barcelona tenía, por entonces, un marchamo cosmopolita indiscutible que, a día de hoy, quizás haya perdido. Hoy, ser de Barcelona ya no me apetece como identidad alternativa. Bueno, en realidad no me apetece ninguna identidad regional, nacional o municipal. Por cierto: el señor de Belém me contó: gracias a los catalanes somos independientes los portugueses. Tiene algo de razón, aunque el argumento histórico sea un poco rocambolesco.
Hace unos pocos años, un amigo me habló de una identidad alternativa, la del charnego internacional. Quizás se puede debatir o matizar, pero de momento me parece las más atractiva y evita caer en el topicazo del ciudadano universal, de contenido borroso y raíz ambigua. Algunos creímos, al principio del "procés", que tras la andanada nacionalista vendría una ola internacionalista imparable. Como todos ustedes pueden ver, el internacionalismo no llega y nada en Europa nos indica que esté en camino. El fantasma que recorre Europa es otro, y todos sabemos cual es. Quizás por eso mismo haya que insistir en ello.
Es bueno saber que los más intolerantes patriotas nos otorgan la libertad identitaria, aunque en su boca esa negación de la identidad sea una amenaza. También Jordi Pujol nos lo dijo: catalán es quien vive y trabaja en Cataluña... y tiene voluntad de serlo. Normalmente se olvidan de la última parte de la frase quienes le citan, aunque esta última parte sea la esencial. Pero sea como sea no andaba desencaminado: la identidad nacional es una elección personal. Yo vivo y trabajo en Cataluña pero no tengo voluntad de ser. Me conformo con vivir, con vivir en paz, con vivir en paz y obtener ciertos momentos de bienestar o de placer, con sentir que vale la pena haber vivido pensando.
De modo que vuelvo a la imagen del principio, a las alumnas pensando en sus canciones favoritas sin atender a ninguna identidad. Esa es la Cataluña que me gusta, la plural y abierta, la que algún día nos permitirá poder decir soy catalán. Y luego: y eso ¿qué importa?
Del mismo modo en que quizás nadie se enamoraría si no le hubiesen dicho que debe enamorarse, quizás nadie se sentiría nacional si no le dijeran, una y otra vez, que debe sentirse nacional.
Yo también soy de los de donde hay un ¿de dónde eres? siempre digo y he dicho "de Barcelona".
ResponEliminaDe todas formas, "ser catalán" también es no declinarse por ciertas connotaciones culturales o hacerlo. Si a uno nacido en Cádiz, por ejemplo, le gusta escuchar más la música anglosajona que la española, no por ello diremos que no es Español.
podi-.
Tras haber emigrado de Barcelona hacia el interior, por motivos económicos (uno vive de alquiler y los alquileres de Bcn no son aceptables), ya no puedo decir "soy de Barcelona". Aunque nací en ella se cortó el vínculo. La ciudad de provincias en donde resido me resulta suavemente indiferente. El ser apátrida se aprende así, con el tiempo.
EliminaYa sabes mi opinión desde hace años: charnego internacional. ¿Qué es sino un payo de costumbres, gitano de fe, politeista de interés, adicto al jazz, de piel blanca y pensamiento negro (por marginados) y progenitor calabrés?. Pos eso, un charnego internacional.
ResponEliminaUn abrazote de indio comanche (que esos también lo pasaron mal cuando vinieron los del séptimo con sus señas de identidad y su trompetín y sus banderas)
Me gusta mucho esa autodefinición. La identidad tiene poco que ver con el lugar de nacimiento, ya que es algo que vamos construyendo. Subiendo (o bajando) peldaño a peldaño. Siempre me he identificado con los perdedores, los parias y los desheredados. Ellos se parecen más a una patria que un territorio dibujado en un mapa de papel. Y luego están los libros, que son mi país. Hoy, por ejemplo, aprovechando unas horas libres lejos de casa, he estado leyendo la "Historia de la muerte en occidente" de Philippe Ariès (te lo recomiendo), con un café con hielo enfrente, y me he sentido en casa.
EliminaOk. Apunto y busco en librerías de segunda mano
EliminaSalutte
PDF y en la nube. Ya está descargado.
EliminaLo leeré esta semana, cuando acabe la Historia de Quijote y Sancho, de Unamuno.
Un abrazo
Gracias
stoy casi casi casi seguro de que la lectura de Philippe Ariès te encantará.
EliminaL'autor ha eliminat aquest comentari.
ResponEliminaYo siempre digo: no tiene ningún mérito especial ser catalán por haber nacido en Cataluña, el dónde se nace es una cuestión aleatoria en la que no tenemos arte ni parte, en todo caso fue nuestra madre la que tal vez eligió dónde nos paría. Si hubiera que valorar eso, tendría más mérito el que habiendo nacido en otro lugar hubiera elegido después vivir en Cataluña. Yo vine a Barcelona (uqe no a Cataluña) con 16 años y aunqué toda la vida he trabajado en una empresa de ámbito nacional y hubiera podido pedir traslado a cualquier otro punto de España, preferí quedarme. Soy un enamorado de Barcelona y me considero más barcelonés que muchos de los nacidos aquí.
ResponEliminaHabía un refrán muy bueno a ese respecto: "No eres de donde naces, sino de donde paces"
A propósito, hace un par de días me llegó un meme, de alguna forma relacionado con este tema, y su texto era "Yo no elegí nacer en La Mancha. Lo que pasó fue que tuve suerte". Perfectamente aplicable a los catalanes por nacimiento, y que cada cual decida si tuvo suerte o tuvo mala suerte.
Lo dijo no hace mucho Muñoz Molina, a propósito del nacionalismo catalán: sentirse orgulloso de donde se ha nacido es lo mismo que sentirse orgulloso de haber nacido con dos orejas. Si te fijas, la identidad de Van Gogh tiene más relación con haber perdido una de las dos orejas (quizás sea un mito, por lo visto) que con haber nacido holandés.
EliminaPara los talibanes todos son peligrosos enemigos extranjeros menos los suyos. Tú debes ser marciano en Cataluña como otros de por aquí no somos españoles porque no coreamos himnos patrioteros ni hacemos ostentación de símbología alguna en la pulsera. Un sabio, el amigo Muñoz Molina.
ResponEliminaSaludos.
Lo de Muñoz Molina es aplicable a los catalnes pero, en efecto, a los identitarios de cualquier lugar o rincón del mundo.
EliminaPues yo si alguien pregunta eso que condiciona para el, suelo contestar que soy del coño de mi madre ....y creas o no con esta frase se acabó la conversación.
ResponEliminaNunca he osado preguntar de donde eres, o donde naciste.... es una idiotez que no define al preguntado, solo al chismoso que pregunta.
En efecto: la pregunta solo define a quien la plantea. Y quien pregunta por eso se define a si mismo como un analfabeto universal.
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