El domingo 19 por la tarde se terminó el festival de novela negra exclusivamente en catalán "Tiana negra". ¡Vaya! Otra edición a la que no he ido. He perdido la cuenta de las ausencias. Y de las antiguas presencias. Acudí a sus primeras ediciones, y guardo algunos recuerdos divertidos de aquello. Y también guardo recuerdos de un gran tedio: la última vez que estuve, un tipo llamado Vernella o algo así pilló el micrófono y, cual adorador del pene de aluminio, largó un rollo inacabable sobre la novela que había escrito y que no le interesaba a nadie. Dejé de ir a Tiana. Las razones para no ir son muchas y variadas.
En ésta ocasión, uno de los motivos para no acudir a Tiana es que andaba enfrascado en la obra de Andrés Trapiello "Las armas y las letras. Literatura y guerra civil" (Editorial Austral, reedición de 2019). El ensayo de Trapiello se lee casi del tirón a pesar de las más de 600 páginas de papel biblia, y les aseguro que se lee con más ganas que las novelitas negras catalanas de Tiana.
Dice Trapiello que se debe leer con pasión -como don Quijote-, pero escribir con escepticismo -como Cervantes. Trapiello cumple con su máxima: él escribe con escepticismo y yo le leo con pasión. No leo así a esos escritores que se citan una vez al año, en Tiana, más que nada para poder decir: "Menganita está envejeciendo muy mal. No como yo, que sigo como un chavalillo. ¿Te das cuenta, Anamari?". A los poquísimos de esos autores que he leído, les he leído con escepticismo. Mientras que ellos escribieron con pasión. Con una pasión pueril e inane. Es imprescindible que los autores y los editores de la cosa catalana se apunten a yoga y a meditación durante un par de siglos por lo menos. Y que, en el tiempo libre que les conceda el yoga y la meditación, se pongan a leer. A leer literatura, quiero decir. Menos Netflix y más Dostoievsky. Por ejemplo.
La tesis de Trapiello no me atrevo a formularla en una sola frase. Pero de la lectura del libro se desprende que es falso que los intelectuales españoles de 1936 estuviesen del lado de la República. Hubo escritores y pensadores en ambos bandos. Hubo muchos que transitaron de un bando hacia el otro, especialmente del lado republicano hacia el otro. Quizás porqué la intelectualidad española siempre ha sido así, de ponerse bien con el poder. Y lo mismo sucedió en Cataluña: la intelectualidad catalana es española, como todo lo demás.
Tanto ayer como hoy, el escritor, el escritorzuelo, el escritor diletante, el de trabajo en la Caixa de lunes a viernes y fin de semana novelista negro o verano de poeta lírico, siempre ha sido persona tibia, informe, acomodaticia, deseosa de agradar, de agradar en especial al poder de turno. Eso explica la flojera argumental, narrativa, ideológica y conceptual de la novela negra catalana, que no es negra y, lo que es peor, no es novela.
Eso explica que en la "novela negra catalana", que ni es negra ni es novela, se lean adulaciones a los Mossos de Esquadra, que se lean idealizaciones románticas de Cataluña, que se encuentren vergonzosos textos pusilánimes sobre la idiosincrasia catalana y un montón de asuntos que hacen risible un género, una cultura y un festival que pudo ser y no fue. Como Cataluña, en definitiva. Los escritores catalanes siguen siendo así: escriben como si pretendieran obtener un carguito en el departamento de cultura regional. Escriben novelas como quien escribe un curriculum vitae que suplica un carguito. Pero jamás con ambición literaria.
Este año "Tiana negra" tenía una presentadora nueva. Quizás es casualidad, pero es una amiga de la aspirante Laura Borràs. ¿Casualidad? Este pudo ser otro de mis motivos para no asistir al encuentro.
(Solo lamento mi decisión de no ir porque sé de buena tinta negra que mi amigo Héctor Malverde Jr. asistió al festival, y ese era el único motivo para haber asistido. Le pido disculpas).
Esta edición del festival "Tiana negra" empezó con una mala noticia: el premio de novela negra que se otorga en este festival ha sido declarado desierto, como el Sáhara. Se reconoce así, por fin, que el "buen estado de la novela negra catalana" no era tal, que era un fiasco, otra burbuja que se pincha a sí misma. Y esta se pincha en plena decadencia del delirio patriótico: no lo reconocen pero el delirio periclita a ojos vista. Estamos a punto de entrar en la gran depresión: no hubo república, no hubo revolución supremacista. Por no haber, no hubo auge de la novela negra catalana. La novela negra catalana penetra en la caída sin haber experimentado la gloria. ¡Ya es mala suerte!
Mientras escribía la crónica ausente de un festival al que no asistí, me llegó la noticia del deceso de Isabel-Clara Simó, escritora y activista independentista que fue homenajeada en la sesión inaugural del festival (según reza el programa).
Sobre la obra literaria de Isabel-Clara Simó me abstengo de opinar, por prudencia y por ignorancia, sobretodo: de su pluma solo leí la novelita "Júlia" cuando cursaba secundaria y mucho más tarde un cuento breve, "La malaputa", insertado en el sonrojante librito "Noves dames del crim", antología de cuentos del que no se salva ni uno. Cuando a uno le obligan a leer una novela catalana a los 15 suele generar un vínculo nefasto con el autor impuesto. (Este fenómeno explica la catástrofe que está sucediendo a propósito de "La plaça del Diamant").
Debo decir algo: debe distinguirse entre la Isabel-Clara Simó escritora y la Isabel-Clara Simó agitadora nacionalista, sería bueno para su memoria que todos lo hicieran así. Su obra literaria debe ser considerada por sí misma y desvincularla de su currículum de activista patriota.
No asistí al festival "Tiana negra" y ni tan solo me molestaré en leer crónica alguna del suceso. Estuve algunas veces allí, incluso participé y subí al estrado y cosas parecidas, y una vez recogí un premio, cosa que ya me vale. Por eso mismo no me interesa en absoluto. Por eso mismo no he escrito lo que no he escrito.
Me gustaría que me argumentaras lo de "La plaza del diamante". No se si da para una entrada eso de "catástrofe", porque tampoco se lo que le sucede a la novela.
ResponEliminaSupongo, intuyo, pero no se más, que está manoseada por las circunstancias, pero son sólo eso, suposiciones sin ningún argumento válido porque no lo se con certeza.
Haber si em fas cinc céntims ¡
Gracias.
Salut
Te lo cuento muy brevemente: lo que pronto se conocerá como el "síndrome de La Plaça del Diamant" es lo que sucede cuando a los alumnos de la secundaria de hoy se les obliga a leer dicha novela (novela que no juzgo y que no está mal) u otra que les cae muy lejos de su mundo: la lectura obligatoria consigue apartar de la lectura y por mucho tiempo a los estudiantes. Eso me ha llegado por varias partes, no vinculadas a opciones políticas sobre la cosa catalana, lo cuento para evitar sospechas. El último lugar en el que lo leído es en una defensa de la lectura de los clásicos. Por sorprendente que pueda parecer, El Lazarillo, La Ilíada, El Quijote o Romeo y Julieta (adaptados por maestros de la RAL) conectan muy bien con los lectores jóvenes y acercan a la lectura. El debate es amplio y complejo, claro, pero la situación de la lectura entre los jóvenes en España es muy preocupante. El problema tiene un origen multifactorial, pero las malas elecciones de los libros obligatorios tienen mucho que ver.
EliminaSalut!
Buena observación. No sabía bien de que iba la cosa, pero con la explicación me ha quedado claro.
EliminaUn abrazote y gracias ¡¡
salut
Pero fíjate, y esto es lo que he temido siempre, y que se ha dado en cierta facultad que he pisado:
Eliminahttps://cronicaglobal.elespanol.com/politica/lider-anc-controlar-universitat-barcelona_311894_102.html
Es muy sano, como dices, desvincular la obra concreta de la persona que la hace. Yo siempre digo que me gustan las pinturas de Dalí, las novelas de Vargas Llosa y las letras de Sabina. Ellos, como personas, algo menos.
ResponEliminaSaludos.
Exacto. Lo que me sorprende es que se usa a la persona solo cuando conviene y como conviene: si se me ocurre decir que la obra de Clara Simó no vale un pito por sus filiaciones políticas, me dirán sus defensores que eso está mal hecho. Sin embargo, esos mismos usan la filiación de la misma autora para darle más lustro, solo porqué esa filiación les gusta.
EliminaSuscribo lo que dices. A mí me apasiona Vargas Llosa como novelista pero me repugna bastante como ser humano. Hay mucho personaje público (escritores, músicos, actores...) que son muy buenos en su profesión pero dejan que desear como personas, lo que no impide que su obra sea magnífica.
EliminaLlevas razón, por ello fuera, J.VICENTE, no podríamos observar ninguna obra de Caravaggio ¡¡¡
EliminaSalut