16 de des. 2019

Contra Albert Soler


Los artículos de Albert Soler en el Diari de Girona, durante estos últimos años, no han sido solo un refugio inesperado en la prensa catalana para los que nos sentíamos excluídos. Han sido, sobretodo, un reencuentro con la carcajada, que buena falta nos hace. Soler me ha permitido darme cuenta de que el independentismo, con todas sus variantes (el lacismo lacrimógeno, la épica patriótica, el referendumismo, los Cdr, la Cup y sus cervezas artesanales, y todo lo demás) son, ante todo, ridículos. Ridículas son sus formas, sus eslóganes, sus posturas, su propaganda, sus axiomas. Ridícula es su pretensión de presentarse ante el mundo como oprimidos cuando viven en chalés con césped, piscina y tres coches en el garaje. Ridículos y patéticos son los que, sin tener ni chalé ni césped ni piscina salen a la calle a aplaudirles, a jugarse la cara por los que les han engañado de la forma más vil y despreciable.

Me ha ayudado a verle la vis cómica (de payaso triste, ajado y decadente) a la paellera Rahola, al abuelete que chochea Cotarelo, al adulador de poderosos Sanchis, al vendedor de baratijas Partal, al pésimo escritor Cuixart, a los lamentables Rull y Turull, al beato Junqueras, al pijo Romeva y a todos los demás próceres de la independencia fake, a Forcadell, a la gesticulación del President, a la opción pretenciosa y vacua del Vivales en Waterloo, a la nulidad intelectual de todos ellos. Y ellas, claro.

Soler les ha puesto nombre, el nombre que necesitaban, el nombre que nos permite comprenderles como lo que son: unos jetas que engañaron a los suyos y empeoraron la vida de todos. Soler pone, en artículos demoledores por su lucidez, a cada uno de esos farsantes en su lugar. Soler escribe ahora lo que la historia escribirá mañana. O pasado mañana, Dios dirá. En cierto sentido, Soler nos ha salvado de la depresión a muchos, entre los que me cuento.

El título que lleva el libro de Soler, la selección de sus artículos de esos años lamentables en Cataluña, es extraordinariamente oportuno: se cansaron de vivir bien y decidieron joderlo todo. Joderlo todo en un ejercicio irresponsable, pueril y a la vez calculadamente maligno, joderlo todo para a ver qué pasa si lo jodemos todo, a ver si nos sale bien y seguimos 200 años más como los dueños inapelables de la finca. Lo dijo otro que no era Soler: el proceso catalán es solo el proyecto de escriturar la finca, su finca, escriturar la propiedad de Cataluña.

A Albert Soler le conocí en primer lugar por sus artículos del Diari de Girona (esos artículos salvíficos), luego por la vía virtual y, por fin en directo, una tarde de verano en Salt, en la terracita de un bar, entre chocos y cervezas y bravas, tarde que terminó de madrugada en un local gerundense regentado por latinos, reguetón y cumbias, la Cataluña real. Mientrastanto, en mi mente (yo por aquel entonces había empezado a leer el primero de los cuatro libros de Emmanuel Carrère que llevo leídos del verano a esta parte), se empezó a gestar la idea -alentada por las cervezas- de entrevistar a Soler tal como lo hace Carrère, con la intención de escribir una novela sin ficción sobre su vida, sus ideas, su profesión, sus anécdotas. Albert Soler no es Eduard Limónov, pero estoy convencido de que ahí hay un libro por escribir, que no trata solo de Soler: también de Gerona, de Cataluña, de España, de los populismos europeos, de los nacionalismos, de las perversiones del lenguaje. Etc. Pensé que este ejercicio podía ser una buena forma de devolver el bien que me habían hecho sus artículos durante estos últimos y tristes años, los años del procesismo catalán. Y, a la vez, escribir sobre eso podría ser una forma de reencontrame a mi mismo en la redacción literaria.

"Contra Albert Soler" es la paráfrasis del título de uno de mis poemas favoritos de Jaime Gil. Si, el que se titula "Contra Jaime Gil de Biedma" (página 145 en la edición de "Las personas del verbo", Seix Barral, sexta edición, mayo del 92). Por eso me atrevo a escribir estas líneas. A Soler, luego de agradecerle el bien que nos ha hecho, le preguntaría por qué afirma que en Cataluña vivíamos bien cuando solos algunos vivían bien. Me tienta decir que se la respuesta, pero en realidad no la se. Le preguntaría por qué no ha escrito ningún artículo sobre la gente que lo pasa mal, aquí. Sobre el daño que nos ha provocado el desafío procesista. Soler es consciente de la fractura social, familiar, de la dificultad enorme de revertir todo ese mal, pero jamás ha escrito sobre eso.

Sobre esas preguntas me gustaría escribir un libro.

Hace algún tiempo, tuve una charla, veraniega también, en la que alguien me dijo que Soler es demasiado ligero y bromista, un gran cachondo, pero que incurre en una misoginia muy incorrecta para nuestros tiempos, y que su discurrir por más allá de la corrección política en estos asuntos le sitúa en una zona gris, acaso resbaladiza. Yo podría estar de acuerdo, del mismo modo que también le aplaudo a Soler su valentía en ese sentido, su capacidad por escabullirse del dictado totalitario de la corrección.

Bueno, podría escribir mucho más sobre el asunto pero lo dejo aquí.

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Sobre el lacito de la foto. Lo encontré atado a la rama de una encina pequeña, al lado del camino, en un bosquecillo del prelitoral. Tardé un poco en quitarlo, ya que estaba atado con dos nudos muy prietos. El lacista que lo puso quería permanecer, como los romanos cuando escribían en la piedra, para una larga posteridad. Un examen superficial permite descubrir que está construído con un pedazo de bayeta Vileda, de modo que el lacista que ensuciaba la naturaleza por el bien de la Patria no pretendía invertir mucho dinero en su acción heroica, en ese acto de rebeldía, en esa revolución. Todo por la Patria, pero que me salga apañado, por poco dinerito. Postdata: el lazo está en la basura tras ser documentado.

2 comentaris:

  1. Es que es una algarada impropia de tildarla de revolución. esta siempre se hace con sangre, y es trasversal. No empezaría por Sant Gervasi, para implantarse en San Cugat pasando por Les Tres Torres y la Bonanova.
    Es simplemente la querencia de no dejar el poder y su influencia. Lo que empezó Pujol que no se deshaga con Mas, Puigdemont, ni Torra. Ligar los medios es imprescindible (Roures dixit) y poner a los afines al régimen por dinero , claro, también; Terribas lloraba con los sociolistos cuando entraron los convergentes, y hoy suca melindros. Contentar a Raholas, prometer el voto revolucionario cupero a los diez y seis años; soflamar a los nostálgicos. Y todo para el fracaso.
    Fracaso de la industria, fracaso del comercio, fracaso del turismo, fracaso de la competitividad, y fracaso social. Ahora ya no nos hablamos ni entre la familia.
    Como dice la señora Forcadell....hemos calculado mal.
    salut

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  2. Me encanta Albert Soler, pero sólo puedo leerlo “correctamente” cuando alguien tiene a bien traducirlo del catalán, porque cuando tengo que recurrir a la ayuda de mi buen amigo Google Translate, lo que leo de Albert sé que no es exactamente lo que Albert quiso decir.
    En fin, es lo que toca… Pero aun así, aun con los errores que comete mi amigo Google Translate, vale la pena leer a Albert.
    Lo mismo puedo decir de ti, Lluís, cuando el Chrome me hace la traducción directa de tus escritos en catalán, también tengo el mismo inconveniente: que aparecen palabras u oraciones que sé que no salieron de tu pluma (digital).
    Aun así, como con Albert, sigue valiendo la pena seguirte.
    Alfredo

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