Creo que Albert Soler Bufí comprenderá la broma que es dedicarle este artículo
Escribió el crítico de cine Carlos Boyero (nuestro crítico decano) que el director de "Apocalypse Now" y el de "Ad Astra", la peli de Brad Pitt, deberían de haber citado a la novela de Joseph Conrad en los créditos de sus respectivas cintas, y eso me empujó a comprar la entrada para "Ad Astra" (con una excelente banda sonora debida a Max Richter). Sin embargo, este film no versiona en modo alguno "El corazón de las tinieblas" aunque contenga algo de ella, de la misma forma que no versiona el 2001 de Kubrik a pesar de hacerle varias referencias obvias. Yo diría que cuestiona los axiomas de ambas. Y diría que también hay referencias más que evidentes al "Solaris" de Tarkovsky, ya que, como en la cinta del ruso, la relación padre-hijo es el núcleo principal del drama, aunque que en Tarkovsky se cuenta al final y en "Ad Astra" al principio. En ambos casos, la moraleja creo que es: menos tecnología y más cuidarse de las relaciones humanas de calidad. Pero vamos a dejar las cuestiones del cine para otra ocasión y para los que saben más que yo, que son muchos.
"El corazón de las tinieblas" debe ser una de las novelas más influyentes en la literatura y el cine del XX y del XXI. Entre otras razones por la presencia/ausencia apabullante del personaje de Kurtz, ese tipo al que mandaron a una expedición hacia el interior y una vez allí enloqueció, se endiosó y empezó a actuar de por libre, enloqueciendo también a los que estaban a su lado. El Kurtz de Conrad es un delegado comercial que Coppola convirtió en un coronel norteamericno de la guerra en Vietnam, personaje que interpretó un Marlon Brando ya decadente, en donde apareció con la cabeza afeitada. Poco después de ver la cinta de Pitt empecé a darle vueltas a la idea de una versión catalana y nostrada de Conrad y me di cuenta de que la novela (¡oh, Dios!) ya está escrita.
Con una mata de pelo notable en vez de con la cabezota rasurada de Brando, nosotros tenemos a nuestro Kurtz.
Nuestro Kurtz, el Kurtz catalán, es un tipo que salió zumbando, temeroso de la ley, y se refugió en un país del norte, en donde o bien enloqueció o bien terminó de enloquecer por completo, un proceso que empezó mucho antes, posiblemente en la bella y florida (1) ciudad de Gerona. Una vez en los confines del mundo, el hombre se creyó un poderoso presidente de una república ilusoria y empezó a comportarse como tal. Hasta aquí, más o menos como Kurtz. (Fíjense que usa una cuenta de Tuiter llamada Krls: ¿acaso eso no prueba la influenza de Kurtz?). Se hizo con una mansión espléndida e hizo en ella lo que los aristócratas hacen con los lugares en que residen: el lugar pasa a ser considerado un palacio por el simple hecho de estar habitado por un noble. Aunque el noble viva en una chabola, la chabola se convierte en palacio por un fenómeno de contagio: las paredes que albergan al rey son, por definición y por obligación (y por la anuencia de los que son o desean ser sus súbditos) paredes reales.
Dijo Rousseau, mucho antes que Conrad y que Coppola, que el problema se origina en un tiempo muy remoto, cuando alguien proclamó: "yo soy el propietario de este pedazo de tierra". Dice Rousseau, más o menos: el problema empezó cuando los demás le creyeron y lo aceptaron en vez de darle un sopapo que le rebajase los humos. Este y no otro es el orígen de la nobleza o de la realeza: alguien dijo "yo soy el rey" y los demás acataron. El primero que dijo "yo soy el rey" era un jetas, un vivales. Y los que estaban a su alrededor, pusilánimes y con voluntad de súbditos cuando no de esclavos. Algo muy parecido sucede con el Kurtz a la catalana que nos ocupa. Nadie le soltó (cuando se estaba a tiempo) un sonoro y soberano: "¿Por qué no te callas?".
Conrad cuenta (y eso lo aprovecha Coppola) que un tiempo atrás mandaron a un emisario para ver qué sucedía en los confines en donde andaba Kurtz, pero que no se supo más de él y se temen que el emisario haya caído en su red delirante, por lo que ahora mandan a un desprevenido, ingenuo y joven Marlow (Willard en Apocalypse Now). Tengo claro quien es el primer enviado en la versión catalana: un empresario madurito de las fotocopias que fué senador por unos meses. Pero el papel de Marlow me resulta más difícil de ubicar. Hasta que, de pronto, lo descubro en la prensa. Una familia catalana, de indudable clase media (esa clase en peligro de extinción inminente y por la que los ambientalistas no sufren), se fue a la mansión del enloquecido para saludarle. Pero Kurtz no quiso salir a recibirles y se llevaron un chasco de padre y muy señor mío. Se volvieron para casa cabizbajos y un poco indignados. Parece ser que alguien les dijo que Kurtz estaba muy ocupado. ¿Ocupado en qué labor?
El misterio me lo resuelve la prensa, de nuevo: Kurtz estaba ocupado diseñando sellos. Ya está, lo tengo todo y todo encaja. La versión de Conrad a la catalana debe contener los elementos narrativos del original pero debe adaptarse a la idiosincrasia catalana: debe ser más pequeñito, más ridículo, más menestral. Menos tragedia, menos. Y más de estar por casa en pantuflas y bata de boatiné. Costumbrista, una maldad doméstica, sin metafísicas nihilistas, sin Schopenhauer, drama de tono rural con familia de pasteleros de la calle mayor de un pueblecito, terruño, virolai y misa dominical, quizás una tieta monja. Y un pobre diablo dibujando sellos de un país imaginario, ensimismado. ¿Por qué ya nadie habla de los sellos de Kurtz?. ¿Qué pasó con los sellos?.
El final de la novela de Conrad (que algunos críticos ingleses consideran el mejor final de la historia de las letras) nos presenta a un Kurtz agonizante y tumbado en la cubierta de un balandro, en donde murmura, entre delirios y fiebres terminales las palabras "El horror, el horror...". El nuestro, el Kurtz nostrat, pronunciará, sin duda: "Los sellos, los sellos...".
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(1). "Florida", en catalán, significa a la vez "floreada" y "podrida". Cada lector puede escoger la acepción preferida de esa palabra polisémica.
Vols dir que Boyero es critic de cinema?, si nomès li han agradat al llarg de la seva vida profesional, tres o quatre pel·lícules, i se n'ha carregat unes quantes que eren molt bones.
ResponEliminaNo serà que és crític amb el cinema?
Ell deu ser el principal culpable de que no hi hagi ni un sol monument enlloc del món dedicat als crítics.
La resta no m'interessa.
El Boyero és un tipus molt especial, que no té smartphone ni usa xarxes socials. Però em sembla un bon analista, encara que com veus no hi estic sempre d'acord ni molt menys. Però estimula el pensament crític entre els crítics, i això és bo. Tampoc no crec que els crítics de res necessitin monuments, perquè si tenen monuments vol dir que han criticat malament. Quan dius "la resta no m'interessa" no sé si et refereixes al Boyero o a la resta de l'article que he escrit, però en qualsevol cas em sembla molt legítim el teu desinterès.
EliminaEs que ja n.estic fins als ous del de Waterloo i tot el que l.envolta
EliminaEn això t'entenc. Lo de Waterloo no hi ha qui ho aguanti, ni qui s'ho cregui. Lo de Waterloo provoca una emoció que va entre la pena i la vergonya aliena.
Elimina¿Por qué ya nadie habla de los sellos de Kurtz?
ResponEliminaAquí si que no me pilla, me se la respuesta...porque todos los valores tienen el mismo diseño y color, un lazo grande, muy grande casi orondo, ocupando absolutamente todo el rectángulo del sello. Obvio decir el color.
Miquel-Tot-barcelona
Nadie habla de los sellos de Kurtz porqué ya no existen. Todo lo que toca este hombre desaparece, como un Rey Midas invertido: habla de asuntos inanes. La pobreza, la necesidad, la dependencia, los déficits de la educación, etc. Todo lo que es necesario y urgente le importa un comino. En consecuencia, a todos los que nos interesa lo que es necesario y urgente nos importa un comino el hombre de Waterloo.
EliminaMe salgo un poco del tema para preguntar: ¿qué ha sido del artículo sobre el inspector? Mi aplicación RSS me lo muestra pero blogspot dice que ese artículo no existe.
ResponEliminaDigamos que el artículo no reflejaba mi intención de un modo fiel y está en el taller. Cosas que pasan.
EliminaAh, vale, yo pensaba en un fallo informático.
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