El hombre que vivía en el chalé de Waterloo, en las afueras para ricos de Bruselas, enloqueció al poco de instalarse en la mansión belga. Eso parece un hecho contrastado. Sin embargo, sus siervos no se dieron cuenta de la locura en la que había caído el señor. O eso parece. Quizás los siervos si se dieron cuenta, pero simularon no percibir la locura del amo. Para evitar que un loco se torne violento se le debe seguir la corriente. Un loco violento es algo muy peligroso, eso lo sabe todo el mundo, incluso los más devotos del loco lo saben.
Un día de primavera, el loco desarrolló una pasión por la filatelia y se puso a diseñar sellos para el servicio postal belga. Sus siervos le aplaudieron, y aunque quedaron estupefactos ante la nueva afición del señor, le aplaudieron. ¿Qué otra cosa les era permitida, salvo aplaudirle? Sabían de sus obsesiones sobrevenidas, de sus neurosis flamígeras. Le temían. El señor disponía de unos escalofriantes ataques de ira y por eso los siervos aplaudían lo que fuese, cualquiera que fuese su nueva ocurrencia. Alguien advirtió que el señor cambiaba de obsesión en cada luna llena, y alguien dijo que las lunas nuevas pueden convertir a los hombres en lobos, o en lobombres. Un escalofrío recorrió el espinazo de los siervos. Aplaudámosle la neurosis filatélica, dijo uno, no vaya a ser que, si le cuestionamos el amor por los sellos en la era del correo electrónico, nos deje sin el asiento a la derecha del señor. Y así lo hicieron los demás.
Sin embargo, uno de los siervos, el señor de Mataplana, decidió largarse del castillo de Waterloo y se volvió con su familia. Eso dicen.
Dicen que el señor de Mataplana cogió un avión y se volvió con los suyos (los suyos de sangre) pocos días más tarde del suceso (filatélico y extraño) de Waterloo. Ignoramos qué excusas le esgrimió a la familia Mataplana en cuanto regresó a su lado. Quizás les dijo. "Salí a por una lata de berberechos y me abdujeron los habitantes de Ummo, pero no sus preocupeis, que estoy de nuevo aquí y sus traigo unos mejillones con papas fritas". Podría ser eso, si. Dudo que les dijera: "en cuanto el señor se puso a diseñar sellos, comprendí que había llegado el momento de regresar al hogar. Ya nada tenía sentido". Cuando yo era niño me contaron la historia de dos hombres adultos (adultos y maduros) que se fugaron el mismo día, y desaparecieron de la faz de la Tierra. Años más tarde reaparecieron, y cada uno volvió a su casa. Todo el mundo comprendió, con más o menos espíritu crítico, sarcástico o inquisitorial, que era lo que había sucedido. Eso no sucedió en Cataluña, si no en un país normal y tolerante.
En un cuento americano del XIX se cuenta la historia de un hombre que se largó de su casa y se instaló tres calles más allá. En la ciudad de Nueva York. Veinte años más tarde regresó. La familia le acogió sin preguntar. Solo necesitaba pasar un tiempo solo, les dijo. El cuento no cuenta la verdadera reacción de sus familiares. Se sobreentiende que le comprendieron. Hay mucha literatura buena al respecto de esos casos. El caso de Martin Guerre, llevado al cine por Daniel Vigne en 1982 (con Gerard Depardieu en el rol protagonista), y versionado luego en la cinta americana "Sommersby", con Richard Gere, trata de casos como el del señor Mataplana: ¿alquien le preguntó al señor de Mataplana regresado de la oscuridad si era él en verdad o era un impostor que pretendía suplantarle para obtener una familia, una hacienda y unos privilegios que no le correspondían por naturaleza?.
El hombre que regresó de Waterloo incurrió en algunas incongruencias cuando fué preguntado. Dijo que era senador de una república, dijo que luchó en una guerra santa, dijo que él representaba el mayor amor por la democracia jamás visto en el mundo. Algunas afirmaciones eran verdaderas o lo eran a medias, pero otras no tenían evidencia científica alguna en donde agarrarse. Dijo que era un enviado del señor del chalé y por eso nadie osó discutirle nada. Le aplaudieron y le ofrecieron sus lomos sumisos para que se subiera encima de ellos, para entrar así en la Ciudad de las Moscas, a lomos de crédulos con alma de esclavos, de peones de una patria soñada en malas noches.
El señorito que regresó de Waterloo (que dijo regresar de Waterloo) tiene algo de aquel hombre que apareció en un aeropuerto de Tokio en 1954, asegurando que era ciudadano del país de Taured. ¿Es víctima de un episodio delirante? ¿Proviene de una dimensión paralela? Jamás averiguaremos la verdad. La hija del señor de Mataplana está convencida de que el regresado es su padre, y está dispuesta a matar por defender su hipótesis. Eso nos conmueve, eso es una historia humana de veras y no esas chorradas de series de netflix.
Los sellos, el chalé de Waterloo, la república imaginaria y todo lo demás son fruslerías. La literatura está ahí, en lo humano, en lo irremediable y humano, el dolor y la locura y el abandono, en el horror, en la frustración de lo que pudo haber sido épico y fué ridículo. Ridículo y catalán, como siempre, otra vez..
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ResponEliminaCuando mi padre regresó a su hogar, al legalmente fundado y junto a su legal, (por certificada) esposa, situado en el Aspromonte calabrés, en un pueblo de mala muerte llamado Bruzzano Zeffirio, de no más de 200 habitantes, lo hizo después de casi 25 años de haberlo abandonado. El abandono no fue broma, dejó cinco vástagos pequeños y una mujer sola a cargo de ellos, bajo el cariñoso apelativo de irse a España en busca de fortuna y volver con dinero.
ResponEliminaNo puedo culpar a la persona que se juntó con él en Barcelona, y de la cual tuvo un hijo, el que comenta estos datos. Sin ese hecho yo no existiría. Pero en honor a la verdad, ni mi madre sabía nada, ni la que le esperaba con los hijos en el abandonado pueblo calabrés tampoco.
Cuando a los ocho años y medio, día más día menos, me dió un beso y me dijo adiós, lo hizo con la idea de volverse a reunir con la familia legal que abandonó. No puedo alegar nada, porque ya ves que hay historias que superan cualquier ficción.
El resultado es el que es, al final, ni los unos ni los otros están contentos. Esto le pasa al Matamala, si se va a Waterló es para estar hasta el final, sino no vale la pena moverse, porque las cosas siempre hay que acabarlas, para bien o para mal, pero hay que acabarlas.
Ya te digo, me recuerda a mi padre y a aquel refrán de cosecha propia que un día dije por aquí: "Cuando las cosas se hacen con el culo, lo único que sale son pedos".
Lluís, a Albert Soler por contar este mismo episodio en Diari de Girona con su retranca habitual ya le quieren montar el escrache.
ResponEliminaVete preparando, porque "la llibertat d'expressió será sempre nostra", jajaja.
Si, JAVI, pero el escrache se lo hace la hija del Matamala, llamándole traidor y mil cosas más que no vienen al caso decir por aquí. Con otra particularidad, que trabajan en la misma empresa, el diari de Girona.
ResponEliminaHola, estoy buscando alguna web o alguien que me pueda enseñar Valenciano. Mi idioma natal es es el catalán y domino perfectamente el Español. Me gustaría entender el Valenciano y leerlo y escribirlo. Si alguien me pudiese recomendar alguna web o profesor particular estaría muy agradecido. Eso sí, si puede ser que sea un profesor lo más económico posible, ya que soy catalán y por tanto muy agarrado.
ResponEliminaGracias.
Salud.