(Lo hice: leí el manifiesto y actué en consecuencia).
Voy a contar una historia muy sencilla: soy catalanohablante porqué mi padre y mi madre lo eran. La lengua materna es insustituible porqué madre solo hay una. Sin embargo, mis dos abuelas no lo eran: la una, murciana y la otra, de Castellón. A mi alrededor siempre hubo castellanohablantes: en la familia política, en amigos, y había dos lenguas en los estantes de casa. Mi padre no era un gran lector, pero era un gran comprador de libros. Mi padre, obrero, de clase baja y escasos estudios, compraba libros. En catalán y en castellano. Incluso, por motivos que desconozco, en francés. Bueno, creo que estudió francés durante un tiempo breve, poco antes de casarse, cuando planeaba emigrar a Suiza para encontrar un trabajo digno. Crecí leyendo literatura en catalán y en castellano. Jamás se me ocurrió comparar ambas lenguas ni sospeché que hubiese conflicto entre algo tan sublime. Yo soy uno de los niños de los sesenta que se salvó gracias a la lectura.
Así que, según crecía, desarrollé una identidad bilingüe, consciente y feliz. Y elegida libremente. Ojalá hubiese podido ser trilingüe, me decía cuando leía novelitas de ciencia ficción y terror de autores anglosajones. Me alegré de haber nacido en un parte de España que me permitía acceder a dos culturas, a dos literaturas. No tuvo que pasar mucho tiempo para que me diese cuenta de algo obvio: una de las dos literatura era enorme, casi infinita, riquísima, vasta. La otra era pequeñita y a veces ñoña, pero era la lengua de mi madre y por eso la amaba. En el barrio, casi en la periferia de Barcelona, los chavales hablábamos las dos lenguas sin conflictos. Algunos chavales me pedían que les hablase en catalán, para aprender, me decían. Los castelllanohablantes, hijos de inmigrantes y pobres como yo, querían aprender.
Recuerdo que, en el instituto, nos hicieron leer un librito de sociolingüística en el que aparecían conceptos como la "diglosia" y el conflicto de lenguas, que era como una versión muy rara de la lucha de clases. Sin embargo, los alumnos pasamos por aquella lectura y nos quedamos tan anchos. Seguimos con nuestro bilingüismo feliz, sin problemas. La vida era bilingüe, tan simple como eso. Como que hay hombres y mujeres. Por suerte. Hacia los quince, obcecado con la literatura gótica, mis lecturas se inclinaron por el lado del español, pero solo porqué apenas había traducciones al catalán de mis autores preferidos. Conocer la lengua española me dio felicidad, y eso es algo que a uno se le queda gravado. Luego me pasó lo mismo con otros géneros. Y hasta hoy.
Bueno, no, hoy ya no, porqué hoy es distinto. Algo cambió. Cambió algo que no era yo. Se rompió algo hace poco y se formaron bandos, y entonces tuve que tomar partido. Por una predisposición mía que debe ser biológica, tomé partido por el débil. Tomé partido por la lengua castellana. Si, ya se lo que muchos dirán: que soy miope y confundo lo grande con lo pequeño, o que soy un malintencionado, un demagogo. Quizás incluso ¿por qué no? un facha. Pero yo se lo que me digo.
Para entender eso solo hace falta leer el manifiesto Koiné o las continuas algaradas de uno de sus más furiosos redactores, el traductor Pau Vidal, un traductor que anda siempre enfurruñado, cabreado con el bilingüismo y contra los que hablan castellano en Cataluña. A mi me duele esa actitud, que me parece poco realista pero sobretodo injusta. Por no hablar de que es una actitud que parte de la superioridad de una comunidad lingüística, superioridad y legitimidad y no se cuantas prerrogativas más. Vidal y los suyos quieren eliminar el idioma castellano de Cataluña en nombre de unos argumentos que prescinden de la historia, de la verdad, de la ciencia. Que se remiten al esencialismo, al supremacismo, a la exclusión.
Vidal y los de Koiné viven obsesionados con la desaparición de la lengua catalana, en un estado de cabreo permanente. No se acuerdan de que la lengua catalana es la lengua de las escuelas catalanas, que jamás esa lengua dispuso de tanta protección legal e institucional, de tantas prerrogativas. De que es la lengua de la administración del estado en Cataluña (es decir, la autonomía), que dispone del canal de televisión público más caro de España, de que las editoriales reciben subvenciones por publicar en catalán (pregúntenle al señor Torra, que algo de eso sabe). En toda la historia de la región catalana, jamás la lengua catalana había sido tan cuidada, tan sufragada, tan promovida por el aparato estatal y sus leyes.
Nadie se quejaba. Había consenso. Los alcaldes socialistas del Baix Llobregat hicieron más por la lengua catalana que Pompeu Fabra y Josep Ruaix juntos: la defendieron, la usaron, la prestigiaron en aquellas poblaciones. Firmaron a favor de la Ley de Normalización Lingüística y destinaron millones de pesetas -luego millones de euros- a ello. Porqué había consenso, respeto, pacto. Nadie pretendía que una lengua fuese mejor que la otra. Siempre hubo victimistas defensivo-agresivos, pero eran muy pocos y el consenso les mantenía a raya. ¿En nombre de qué? De la convivencia, de la democracia.
Creo que no terminan de comprender, los independentistas agresivos como los del grupo Koiné, que se van a cargar el consenso y todo lo conseguido hasta hoy. Creo que no comprenden que su actitud es el peor daño que le podían infligir a la lengua catalana. Que su análisis sesgado y tétrico y aguerrido terminará con lo que pretenden defender. Creo que no comprenden: que romper el consenso y la convivencia es un error mayúsculo. Si una lengua tan subvencionada, tan mimada y tan amparada por las instituciones del estado está en declive, deberían pensar un poco más antes de sacar sus conclusiones que consisten en acusar al otro. Toda la culpa es solo del otro. Todos sabemos identificar qué tipo de ideologías son las que señalan al otro como el culpable de sus males. Es el paso previo a proponer la expulsión del otro. No hace falta decir más.
Mi pequeña historia tiene una apostilla: aquí estoy, ahora, escribiendo solo en castellano. Sigo hablando en lengua materna con mis seres queridos, y sigo en la docencia de la lengua catalana, porqué amo las lenguas y me apasiona acompañar a los pequeños en ese aprendizaje que es, creo yo, el más fascinante de todos. Enseñar a comunicarse con los demás, a interaccionar para ser más inteligentes y más cultos. Y más abiertos al mundo y al conocimiento, y más despiertos. Por lo que hace a mi elección íntima, ya solo escribo en castellano.
Gràcies Lluís.
ResponEliminaCom sempre, una reflexió a compartir
"... los independentistas agresivos como los del grupo Koiné..."
ResponEliminaAquí una apostilla hegeliana. Diferencia entre agresividad y violencia. La primera es transitoria, un dolor de muelas pude dar agresividad. La agresividad es transitoria. La segunda, la violencia, emana una manera de actuar sobre cualquier ser a partir de un concepto. Hemos de tener una visión, un dibujo del enemigo. La violencia pide una representación abstracta de la realidad; la violencia incita al odio porque la tenemos representada interiormente en nuestro interior. Ej: Tuve desde niño un problema con un taxista porque me atropelló. Hoy, siendo abuelo, cuando veo un taxista pienso que todos son iguales y les pondría mil multas cada día.
Esa es la diferencia , amigo LLUIS, que no es poca. Los del grupo Koiné, no nos olvidemos, viven de las subvenciones, y son los representantes patrios en cualquier periódico pagado con el impuesto de todos que se precie.
Aquí tienes el apartado 3 del Manifiesto del Grupo Koiné, verás como se percibe que deja de ser agresivo para convertirse en violento :
3. Constatem també que, com sol ser típic dels processos de dominació política lingüística, el mecanisme per a aconseguir la implantació del castellà a Catalunya va ser i continua essent la bilingüització forçosa de la població. Un procés que va costar segles i que fins el 1939 encara era força precari pel que fa a la major part de les classes populars. El règim dictatorial del general Franco va completar tanmateix en dues generacions aquest procés de bilingüització forçosa mitjançant la repressió politicojurídica de l’ús del català, l’ensenyament obligatori i l’extensió dels nous mitjans de comunicació, tots dos absolutament en castellà, i la utilització d’una immigració arribada de territoris castellanoparlants com a instrument involuntari de colonització lingüística.
Salut
Lluís, que aixó de de vell:https://blocfpr.blogspot.com/2016/04/koine-no-gracies.html
ResponEliminaHay verdaderas zarandajas en esto del grupo Koiné.
ResponEliminaUna que no tiene desperdicio en estos repartidores de carnet del buen catalán, es el listado que hicieron de "enemigos de Catalunya" los de este grupo.
Allí aparece Jaume Vicens Vives ¡¡¡¡¡ Para dar el flato
(Vanguardia 10 abril del 2016 Enric Juliana pg 30)
Esto del grupo "Koine" me sigue sonando a mas de lo mismo : trincar subvenciones y mamandurrias oficiales.
ResponEliminaEl problema no son ellos, el problema es el estado de irrealidad en el que viven sus seguidores.