23 d’abr. 2018

Nostalgia (día del libro de 2018)

Resultat d'imatges de verdaguer

El texto más bello y más conmovedor en lengua catalana de los últimos años es, a mi parecer, "En defensa pròpia", escrito por Jacint verdaguer en 1895. Ahí está el verbo poderoso del poeta loco hablando del dolor (*) con una ingenuidad que da escalofríos. Es el hombre acosado, atolondrado, perdido. Quizás sea la ingenuidad de un hombre ya mayor que destila el texto lo que más me emociona.

Esta tierra ha sido una tierra de pocas aportaciones al pensamiento y a las artes, pero sin duda ha generado personajes extravagantes que te llegan al corazón. O te lo hielan. Verdaguer es uno de ellos. Un tipo contradictorio, iluminado a veces, otras pesimista hasta el tuétano, otras místico y, a ratos, exorcista de medio pelo, o invocador de espíritus en un piso cochambroso.

Pilar Rahola escribió una biografía sobre Verdaguer. Pero la pobre señora, inmensamente rica, trabucaire de honor y tertuliana de pico de oro, no acertó en nada al querer pintar a Verdaguer como un héroe catalán, víctima de zarzuela. Demasiada complejidad humana para la señora de casa bien que todo lo sabe. Aunque esta señora escribe -o le escriben- sobre casi todo (su último libro se titula "S.O.S. cristians. La persecució els cristians en el món d'avui, una realitat silenciada", ¡manda huevos!) hizo una chapuza lamentable. El libro más prescindible de entre todos los libros que tratan la figura de Verdaguer.

Sin embargo, a día de hoy, 23 de abril, día del libro, es posible que Rahola se lleve un buen pico en royaltis por la venta de ese librito que, digo yo, debe ser leído como metáfora de la persecución de los buenos catalanes.

La historia de Cataluña es tan pequeña como las dimensiones del país, y si algo la saca del ensimismamiento son los personajes que, como el poeta loco de Folgueroles, nos presentan a unos tipos complejos que se enfrentaron a todo sabiendo que iban a perder y que, sin embargo, cuando lo perdían todo, pillaban una rabieta monumental. A mi eso me llega al alma y me la estruja. Jamás siento tanta empatía con mis congéneres como en estos casos. Solo me conmueve la miseria y sus sinónimos. Pocas cosas me dan una medida más real de la condición humana. No es fácil sentirse bien con los humanos.

Se dice que Joan Maragall, el gran poeta, no vendía más de 200 ejemplares de sus libros de poesía. Sin embargo, es el gran poeta, como diría Charles Bukowsky. Desconozco los datos de ventas por lo que hace a las obras de Verdaguer. Aunque creo que, de ventas, más bien pocas. Pero se dice que la gente, la gente normal, la del pueblo, recitaba de memoria sus poesías.

En lo que respecta a ventas de libros, hay una anécdota muy suculenta sobre Verdaguer. Cuando el cura poeta trabajaba como confesor para el Marqués de Comillas, que le acogió y le alimentó durante años en su palacio de las Ramblas (el Marqués de Comillas era Antonio López, cuya estátua la señora Colau ha suprimido por ser demasiado de derechas, aunque se ha olvidado de la infame escultura de Cambó, que sigue en pie), Verdaguer supo que un periodista barcelonés había escrito un libro en el que ponía a parir a su dueño, don Antonio López y López, Marqués de Comillas. Pues bien: Verdaguer, atacado por un alto sentido de la lealtad hacia su amo, se dirigió a la imprenta en donde se acababa de imprimir el libelo, compró la edición entera y la quemó con sus propias manos -y sus propias cerillas. La anécdota ofrece un dato escalofriante en el capítulo de las ventas de un libro, en Cataluña: la edición se vendió en un solo día. Ni Dan Brown lo ha logrado.

Nostalgia. La realidad catalana de aquellos años parece tan interesante como tediosa la de hoy, en que no pasa nada especial ni digno de mención. La literatura catalana es banal e insípida, desprovista de ambición, refractaria a la innovación. La decadencia cultural catalana tiene el aspecto del descenso del Dragon Kahn: a toda leche y sin frenos. No solo por banal e insípida, si no porqué casi todo lo que se publica sigue los estrictos cánones del pensamiento nacionalista en boga, que es la cosa más letal que le puede suceder a una cultura. El régimen soberanista impone el desastre para poder regodearse en él y así perseverar en la imagen de víctima muy penosa, mártir de la cultura colonialista de Cervantes, del desprecio de las autoridades europeas, de la indiferencia cósmica, etc.

Poco más tarde de Verdaguer llegó la nada y se aposentó. Aunque fantoches iluminados nunca faltaron, y no solo no faltaron, si no que obtuvieron gran fervor popular. Pero esos ya no eran ni poetas ni pensadores ni nada. Ahí está el coronel Macià, con su invasión de Cataluña por el paso pirenaico de Prats de Molló, la escena más dadaísta de la historia contemporánea catalana. O las contínuas meteduras de pata del siguiente presidente, Lluís Companys, también con episodios de iluminado y con aficiones espiritistas poco conocidas pero ciertas (en su caso, invocaba al espíritu de Francesc Layret). Y así llegamos al capítulo más reciente, el del señorito Puigdemont, dando tumbos por Europa presentándose como el presidente legítimo de una república imaginaria y con todo a su favor para protagonizar futuras óperas bufas, zarzuelillas y canciones infantiles que los niños bien cantarán en el patio del colegio privado.

Este país es raro y más bien triste, y parece que la figura del payaso triste es quien mejor le representa. Creo que es injusto no haber hablado de Charlie Rivel, al que ya nadie recuerda. Olvidado como Verdaguer, que ya es solo una parada de metro en Barcelona. Hoy, día del libro de 2018, se venderán libros que casi nadie se va a leer y miles de rosas amarillas que nadie sabe explicar bien qué cosa reivindican. Una celebración del desastre.

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(*) Otro texto muy bello sobre el dolor es el de Rafael Argullol, "Davalu o el dolor", en castellano en RBA y en catalán en Quaderns Crema.

3 comentaris:

  1. Gracias por la reseña de Rafael Agullol.
    Comulgo por entero con esta entrada.
    salut
    Por cierto, es curioso el caso de Rahola, judía confesa y anti-árabe consagrada y anti-palestina de pro; me extraña, digo, su aventura con el excomulgado Verdaguer,( el obispado de Vic, que lo había coronado en Ripoll, le abrió un expediente disciplinario por desobediencia al ejercer de exorcista, y se le prohibió el ministerio sacerdotal, le fue restituido al pedir perdón y retractarse, pero tardó casi tres años en volver a ejercer, ya sin aquel cargo importante anterior), y continuo con la Rahola, , y digo que me extraña que escriba algo a favor del cristianismo porque es destacada militante del "Pueblo de Israel".
    En fin, si es como todo lo suyo no me tomaré la molestia de hojearlo.
    Salut

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    1. No me quiero extender sobre Rahola. No merece ninguna atención. Oportunista, niña de casa bien hija de caciques, sionista, derechona, maleducada (a pesar de sus buenos orígenes), aprendiz de rebelde, medradora, farsante. También se inventó títulos que no tenía. Cuando le convino agasajó a Mas. Ahora a Puigdemont. Y siempre a la cúspide de tv3. Alguien a quien olvidar sin problemas.
      Ni la hojees, por supuesto.

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  2. Ya me he referido en un reciente "post" a la degradación de la cultura catalana. No tan solo por las mediocridades que desde le poder se trata de promocionar, sino también por ningunear a los escritores catalanes que escriben en castellano.

    Porque la condición de escribir exclusivamente en catalán parece ser el baremo de mínimos para ser considerado parte de la cultura catalana.

    Supongo que para algunos, Josep Plá será alguien despreciable por su condición de derechista y "cómplice" de los opresores.

    La talla intelectual de la señora Rahola es de un simplismo que sonroja. Para ella, solo existen los buenos catalanes, los buenos israelíes, los malvados españoles, y los perversos palestinos azuzados por otros árabes malignos que solo aspiran a la destrucción del estado de Israel.

    Soy subscriptor de "La Vanguardia", pero hace tiempo que he dejado de leer la columna de esta señora. Creo que en nuestro tiempo no necesitamos de mas maniqueísmo, y hay firmas mucho mas interesantes en el mismo diario.

    Un abrazo

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