Por estos días, en la malograda Cataluña, un ingenuo podría pensar que se fragua un capítulo interesante sobre el antiguo asunto de la desobediencia civil. El barullo retomó algo parecido al auge con las fotos de unos ciudadanos -sin rostro- quemando fotos del monarca borbón en la plaza mayor.
Las fotos en que se muestra la foto de un rey quemándose tienen algo de broma antigua, jocosa y sin duda decimonónica. El rey está invertido (quiero decir que la imagen del monarca aparece cabeza abajo). Es una imagen que me lleva a recordar a los viejos dadaístas, los pioneros del humor moderno y del surrealismo en versión anarquista. Se cumplieron ya los 100 años del dadaísmo, pero parece que el dadaísmo no solo acaba de llegar a la vieja Cataluña, si no que lo hace de la mano de señores y señoras con cargo político, lo cual, lamentablemente, es más bien poco dadaísta.
Se trata de la desobediencia convertida en espectáculo. Uno, que leyó a los antiguos (que no viejos) teóricos de la desobediencia civil se sonroja un poco ante este tipo de gestos. Me pregunto qué pensaría Henry David Thoreau de los desobedientes catalanes, puesto que que son diputados o alcaldes o concejales y que, en virtud de esa condición, perciben y se ingresan -sin desobedecer- sus buenos emolumentos, procedentes del estado al cual dicen desobedecer. Cosas catalanas. En Cataluña, la pela siempre será la pela, aunque se llame "euro" (palabra que, en griego, significa pipí).
Hace unos días se celebró la festividad del 6 de diciembre en conmemoración de la fecha en que la Constitución española actual entró en vigor. No debería ser necesario apostillar que se trata de la primera Constitución [digamos que] democrática. Guste más o menos, es la primera constitución española después de 40 años de dictadura militar. Creo, modestamente, que ahí hay algo bueno a celebrar.
Pues bien, hubo unos cuantos cargos electos catalanes que ese día decidieron no celebrar nada, y se fueron al trabajo. Como es preceptivo, se hicieron una foto en el puesto de trabajo, la cual mandaron enseguida a dar tumbos por las redes sociales. Uno se saca fotos y las difunde cuando hace algo insólito. En ese caso, estaba justificado: alcaldes y concejales trabajando es algo realmente insólito. O por lo menos, desconocido por el gran público y por el "poble de Catalunya". A lo mejor, el único trabajo que abordaron ese día fué posar para la foto, pero algo es algo: hay que ser optimista y positivo en plan Claudio Coelho (y "coelho" significa "conejo" en portubrasileño)..
Ir a trabajar en el día de la Constitución es un poco dadaísta, pero hay algo más dadaísta todavía: el día 8 del mismo mes, dos días más tarde de la fecha desobedecida, se celebraba otro día festivo: la Inmaculada Concepción de María. En esa fecha tan sagrada, sin embargo, incluso los alcaldes del partido más radical de la izquierda radical, aunque con cargos electos, sí se quedaron en su casa, y respetaron fecha tan señalada por el señor obispo. Nadie desobedeció la festividad de la que es Virgen entre vírgenes. Silencio absoluto, respeto, veneración. Quizás los alcaldes del mundo nacional-radical no acudieron a la misa, pero mostraron su más profundo respeto por la madre virginal de la divinidad y se quedaron en su casa. A lo mejor, en la intimidad de sus casas y de sus ateneos, hicieron rituales satánico-independentistas, pero si fue así no difundieron las imágenes de su liturgia (o de su anti-liturgia, lo cual también sería bastante dadaísta). Hay que molestar al sistema, pero con mesura. Con la mesura que impone la medida catalana del seny i la rauxa.
Unos días más tarde, la policía autonómica catalana (la nómina de la cual procede del Ministerio del Interior español, lo digo por si alguien andaba perdido), detuvo a los concejales que quemaron la foto del monarca. Se trata de concejales de un partido que se autodenomina "antisistema" pero que acude a las sesiones del Parlamento catalán con la legítima intención de cobrar a fin de mes. Quizás no hay nada más "sistémico" que el Parlamento, a excepción de esos policías que les detuvieron. El palabro "antisistema" necesita una actualización urgente, dicho sea de paso.
Digamos que no solo esa desobediencia a la catalana tiene una clara inspiración dadaísta, si no que toda la situación catalana sufre de un dadaísmo fabuloso, decadente. Cuando afirman que "la independencia está a la vuelta de la esquina" tras difundir sus alocadas desobediencias extemporáneas, lo hacen con esa seguridad apabullante del médium a quién el espíritu de un muerto le acaba de susurrar la verdad. Los dadaístas estaban encantados con los médiums y el espiritismo, y eso se nos repite ahora, como el ajo del allioli, quintaesencia de lo catalán -al lado del fenómeno casteller.
Aunque a veces me agobia ser ciudadano catalán, debo reconocer que tiene su gracia vivir en Cataluña. Es la gracia que promueven los payasos tristes. Me pregunto como debieron leerse a los teóricos de la desobediencia civil esos humoristas ajados aunque jóvenes, tipos que parecen haber nacido viejos más que antiguos, porqué jamás fueron modernos. ¿En qué extraña desobediencia gótica pensaban cuando quemaban fotos de un rey invertido en la plaza mayor? Pienso en las gentes que se opusieron a regímenes totalitarios jugándose la vida, y en el valor escalofriante de aquéllos que se expusieron ante dictaduras, terror y cárceles escalofriantes. En Argentina, en Chile, en Albania, en la Alemania nazi, en la URSS (pienso en Shalamov, en Soljenitzin). Y etc. Me acuerdo del pobre Gandhi. ¿Qué pensarían de la desobediencia a la catalana, de los cargos públicos de esa autonomía rica y consentida, que se hacen fotos para subirlas a Facebook o a Instagram, con sus chistes tristes en twiter? ¿Qué clase de desobediente es el que se ingresa la pasta de España y declara sus ingresos a la Hacienda española para no incurrir en un delito fiscal?
Me acuerdo del antiguo Cabaret Dadá. Igual es que me quedé dormido enmedio de la función, por inexplicable que pueda ser eso. Igual estoy soñando, dulcemente, sentado y cabizbajo en una butaca del Cabaret Dadá, y confundo a Francesc Homs o a Carme Forcadell con los actores que se marcharon a sus tristes pensiones del barrio chino berlinés después de actuar encapuchados, disfrazados de pájaro o desnudos. Igual confundo a los concejales de la CUP con un coro de actores del esperpento valleinclaniano. A lo mejor es eso ( y eso sería lo mejor, sin duda): estoy dormido en el gallinero del teatro y sueño. Porqué no solo la vida es sueño, también lo es Cataluña. En el sueño, escucho una canción antigua que suena como asordinada, como en una peli de David Lynch: Qué bonita es Cataluña...
Esa calle y esa plaza, y ese municipal,
Y esa esquina y esa fuente, y esa escuela nacional
Y esa estatua, y ese puente, y esa carretera punto cat
Y ese perro muerto en la cuneta, y esos albañiles en samarreta, casi ná
Que bonito es Cataluña, en invierno y en verano
Con mantilla y barretina, a la sombra, y al solano
Qué desobediente es Cataluña, con sus concejales y sus diputaos
Con sus Mossos y sus señoritos, sus apellidos, sus nombres
Su sexo bien entendido, y su carnet del Pedecat.
Aixo que la independéncia està a la vuelta de la esquina em té confós. Deu ser una esquina molt llarga o molt rara perque porten doblegant-la cinc anys i no hay manera.
ResponEliminaYo iría diseccionando la entrada. Pero me voy a quedar con lo de la quema de retratos.
ResponEliminaSiempre me ha dado miedo (debe de ser que soy o un cagado o un pesimista, o lo que viene a se lo mismo, un realista informado, la quema de cosas. Me viene a la memoria la serie de grandes inquisidores que en suplantación de la victima se le quemaba simbolicamente en una figura de trapo. Y no se porqué, me viene a la cabeza la quema de libros en Berlín, sólo por la firma estampada en él, y al encontrarse en falta el autor.
Quien es fiel en lo poco, lo es en lo mucho. Lucas 16/10. Ahora la pregunta: Si por aquellas, a un grupo de gente (todos sabemos que el alcohol de forma individual y los grupos en manada de forma colectiva hacen del ser humano un irracional), se les diera la postetad de la libre absolución, la no promulgación de un castigo y el veredicto de la inocencia, yo me pregunto, insisto, si lo de la quema simbólica no podría ir más allá.
Por los actos nos conocemos todos. Y tienen el derecho a la protesta, lo tienen e incluso al abucheo, pero quemar una imágen (la que sea y de quien sea), no lo encuentro de recibo. Uno a mi edad piensa que no están preparados para gobernar; hace falta más sentido común.
Salut