Teresa acudió al médico porqué no se quedaba embarazada tras mucho tiempo de intentarlo. El médico hizo pruebas y al final decidió practicar una pequeña intervención. Teresa ingresó en el hospital para una operación ambulatoria, casi nada, apenas unas horas y te vas a casa. Pero algo salió mal. El bisturí arañó la arteria femoral. Entró en coma.
Hoy, siete meses más tarde, Teresa sigue haciendo reposo en casa. No se puede reír, no puede llorar: cualquier emoción mueve vísceras y músculos, y la herida se podría reabrir.
Mientrastanto, los superiores decidieron rescindirle el contrato. Teresa trabajaba en una institución pública. Gobernada por gobernantes patrióticos, de los que dicen conocer la voluntad del pueblo. Estos mismos gobernantes se oponen rotundamente a la liberalización del aborto, porqué creen que la vida humana es el valor más sagrado de todos. Su líder acude a misa cada domingo, en una iglesia de Vilassar de Mar.
Los antiguos compañeros de trabajo ya no llaman a Teresa porqué, sinceramente, ya no saben qué palabras podrían... Ella mira la televisión en silencio, y la televisión habla de dividendos, diputados vociferantes, fútbol. Y aparecen tertulianos cobijados bajo la sombra de una estupidez bien remunerada.
Hoy -ahora- Teresa está sentada en la butaca y con sus ojos grises mira como cae la lluvia. Imagina una lluvia de sangre. Arterias y venas y úteros sangrantes. Una enorme belleza roja y espesa desprende vapor en los tejados y el asfalto, cubre los coches relucientes, salpica los zapatos. Por los desagües burbujea la sangre cálida, forma ríos en las aceras. Palomas escarlatas surcan el cielo.
Teresa no comprende la vida que le tenía reservada la vida en una cajita sellada, regalo de sus treinta y tres años. Yo tampoco llamo a Teresa.
Pues yo creo que sí sería conveniente llamar a Teresa, pero es solo una opinión personal, besos.
ResponEliminaBueno, pues cuando te encuentres con una Teresa la llamas. Ojalá este relato haya servido para cambiar algo.
Elimina"Yo tampoco llamo a Teresa". Demolidora veritat.
ResponEliminaAqust relat hauria d'anar precedit per aquella nefasta frase: "basat en fets reals".
EliminaCuando la persona no es productiva, el capitalismo la rechaza. Ya solo queda la beneficiencia. Producid, malditos, producid!
ResponEliminaEl capitalismo funciona porqué es así de pueril y sencillo: des de bien niños ya lo comprendemos.
EliminaY cuando uno mas necesita una atención, una mano amiga, es cuando todo el mundo se olvida y le da la espalda.
ResponEliminaYo llamo a Teresa y tenemos siempre que decír.
Un abrazo Lluis.
Flor
Recuerdo una expresión terrible que solían decir en Extremadura: al perro enfermo le van todas las pulgas.
Eliminajajajaja no conocia. Pero es verdad.
EliminaPer sort , si hi ha qui truca a la Teresa.Inclus la visitan a casa .( avui mati , sense anar més enfora ).
ResponEliminaCanvio el nom per altre de molt proper.
És clar, Joan. Sempre hi ha excepcions, i gràcies a elles existeix la vida. La norma seria que en aquest planeta només hi hagués pedres.
Eliminasiempre hi ha algú que truca i acomboia. És l'excepció, gairebé l'anomalia.
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