Crucé el Mississipí con un retraso de dos días sobe el calendario previsto. El barquero sólo trabaja los miércoles y los viernes, ya se sabe, los ajustes del señor More. Al pobre diablo le han dejado con una minijornada de quince horitas semanales y trescientos dolarcitos al mes. Ya nos lo dijeron: los currantes y los parias debemos de hacernos cargo de la gravedad de la situación.
-Lo más cachondo del tema -me cuenta el barquero mientras rema contra corriente- Es que ahora el señorito More cuando tiene que cruzar el río en lunes o en martes se cobra una dieta de ciento cincuenta pavos, y además se hace traer una canoa de río abajo. (El barquero escupe al río y le da a un barbo en todo el ojo). Una canoa privada, por supuesto. Quiero decir: privatizada.
Yo estoy callado, ni tan sólo me río del pobre pez fangoso. Mi trabajo me obliga a ser taciturno, silencioso y precavido.
-Y por cierto -sigue el gondolero- ¿Qué le lleva a usted a Malpaso?
Ahora soy yo quien escupe con fuerza contra el oleaje leve y amarillento del río. Mi gargajo levanta una pequeña burbuja inútil, parecida a las ampollas que te salen en los pies cuando los zapatos te aprietan demasiado. El hombre comprende y se calla por fin hasta que llegamos a la orilla. No le puedo contar que he venido a Malpaso para matar a un hombre. A un anciano, para más vergüenza. Cada oficio tienen sus gajes.
En cuánto pongo los pies en la polvorienta aldea me doy cuenta de que algo pasa. Algo malo, por supuesto. Esos dos días de retraso por el puñetero ajuste presupuestario me han jodido bien. El hombre que venía a cargarme ya está muerto. La espichó ayer por culpa de una bacteria.
Lo más parecido a matarle que puedo hacer es contemplar su puñetero funeral recorriendo la calle principal. Me siento en el portal del Saloon y maldigo mi suerte y la madre que le parió al viejo. Veo viejas lloronas, tipos fornidos con camisas azules y asnos sarnosos. Ese es el séquito del muerto. Lo llevan a hombros y con el ataúd descubierto. La cabezota del cadáver va dando bandazos, como renegando de la muerte o negando algo a los vivos. Parece que quiera mascullar no, no.
Vete a la mierda, pienso yo mientras aprieto los puños dentro de la gabardina y palpo el revólver estúpido, pesado y frío. Dicen que el malnacido se bañó en una piscina llena de plutonio radioactivo, a ver si resultará que el plutonio concede longevidad en vez de fuego. Porqué ese fiambre debe de haber alcanzado los cien tacos. Su vida ha durado como una venganza divina.
Me vienen ganas de meterle igualmente un plomo por el culo, para que se vaya al infierno con dos orificios anales, el muy cerdo. Estoy casi seguro de que eso me cuesta una sanción por lo menos, sinó un despido procedente. La cosa está muy jodida, y mi productividad por los suelos. Mientras empiezo una rotación sobre mis talones y apunto a la Taberna La Mala vida ensayo mi defensa: cuando vuelva a la oficina les diré que ha sido culpa de ellos.
Y no será ninguna estrategia sinó la pura verdad: se pasaron años discutiendo si se lo cargaban, si lo llevaban al tribunal de la Haya o al de Estrasburro, que si patatín, que si patatán. Y al final el cabrón va y se muere de un resfriado. Como el otro. Luego del tercer chupito de whisky empiezo a barruntar que igual no vuelvo: ¿para qué? Tendré que aguantar la bronca, solidarizarme con Europa y su crisis, soportar los discursos nacionalistas del señorito More (la unidad de destino de su patria de mierda, los esfuerzos, los valores eternos y etcétera).
Casi que mejor me piro y me enrolo en un ballenero. Por aquí anda un tipo llamado Gordon Pym buscando voluntarios para el Pequod, que sale mañana mismo a cazar no sé que diablo de monstruo blanco y abisal. Eso sería mucho mejor. Jodido, pero bastante más romántico, qué narices. A la vida hay que pedirle algo más. Algo bonito.
Hòstia, però que bo, que boníssim! Un gran plas plas!
ResponEliminaZel, no res, una reacció a cop calent. És que vivim en un país que dóna molt de sí, i quan no trobo idees només em cal escoltar la ràdio.
ResponEliminaVivim en un trist país. Els defensors de la democràcia van morir a la guerra i encara estan tirats a les vores dels camins. Vam viure una transició sense que les víctimes veiessin els seus botxins castigats: els botxins vivint en la impunitat, i Don Manuel com a símbol.
ResponEliminaAl final resulta que som el país més patètic del planeta: els botxins moren de mort natural i rodejats d'elogis mentre les víctimes s'esperen a les fosses a què els retornin la dignitat robada. Ens han passat la mà per la cara aquells països que anomenàvem "repúbliques bananeres" pensant que nosaltres érem millors, més demòcrates i més civilitzats. Ens hem de consolar amb veure'l morir i amb dedicar-li uns quants insults. Un trist consol.
EliminaLa llàstima és que un encostipat no té sentit del bé i del mal i no distingeix entre malparits i bones persones. Un cadàver radioactiu per il·luminar el cel, com si no hi hagués ja prou merda nuclear rondant a dues potes.
ResponEliminaQuè bonic.
Joan, ja ho veus. Un país fantàstic. Sort que fa sol i bona temperatura. Per la resta, sense comentaris.
Eliminajo me n'hauria assegurat que estava mort. N'hi ha que ressuciten. i sinó rematarlo amb la pipa per estar-ne segur del tot.
ResponEliminaFrancesc, ja ho veus, aquest home s'ha mort tan tranquil i les nostres idees no passen d'innocents relats en uns blogs perduts pel ciberespai.
EliminaNunca debiste cruzar el Mississipi, Louis
ResponEliminaAris, em temo que hi ha uns quants Mississipís que he creuat sense que degués fer-ho...
EliminaLluis, te podría decir muchas cosas. Hablarte, por ejemplo, de Comala. Pero no lo haré.
ResponEliminaEn los blogs (en la vida) se suele decir que escribes muy bien, que me ha encantado, qué sé yo. Por eso la hipérbole, por sobada, carece de sentido. No, no seré hiperbólico. Sense escarafalls (sorry, no encontré sinónimo), sin exageraciones, te diré sencilla y llanamente que escribes muy bien. Incluso que escribes jodidamente bien. Y ya está.
Eastriver, esa referencia a Comala me ha tocado la fibra sensible, claro.
Elimina