El dolor, la belleza y la mierda
Llevo varios días escribiendo sobe Andrei Rubliev, la cinta que me convirtió: durante ese metraje comprendí que no estaba viendo cine. Estaba sentado en un templo. Asistía a algo que iba más allá. Me estaba pasando algo. Algo que había intuído en mis estados de duermevela adolescente.
Durante esos días he intentado escribir, pero cada dos palabras chocaba contra mi estupidez, mis limitaciones, mi perplejidad, mi incultura. Ver Andrei Rubliev es algo así como lo que les pasó a quienes escucharon La pasión según san Mateo en algún lejano siglo alemán. Lo que les pudo pasar a los devotos burgueses que escuchaban a Wagner en el diecinueve. A los romanos que contemplaron la Capilla sixtina en el quinientos. Es lo mismo pero no es lo mismo.
Porqué a Andrei Tarkovski el mundo le maltrató, y algo de ese maltrato hay aquí. Escondido y a la vez flotando en la pantalla. Hay tanto dolor como belleza. Y esa ecuación permite que yo ya no sea el mismo después de contemplarlo. Nunca más volví a ver el mundo como antes. Pero eso no se puede contar con palabras: nunca más volví a ver el mundo como antes es una frase de mierda que no cuenta nada.
Llevo varios días enfrentado a mis limitaciones pero la puñetera radio repite el nombre de un antiguo deportista de élite (lo llaman así, como queriendo darle un sentido aún más elitista a la élite), un cerdo estúpido y codicioso que llevó la camiseta del Barça.
Ese hijodeputa me distrae de Tarkovski, y eso me molesta mucho. He oído que la directiva del Barça estudiará si elimina su camiseta del museo de las celebridades. Bueno, en ese limbo del estudio debe de esconderse algún asqueroso vínculo, vete a saber cuál es. No será el melifluo Sandro quién nos revele las intimidades pecuniarias que le unen al cerdo.
Hoy, camino del trabajo, en la radio del régimen catalán escucho la abyecta tertulia mortecina de los tertulianos oficiales. El Palau de la Generalitat mantiene su vieja tradición de premiar a los conversos, a los que abrazaron la causa del poder a su debido tiempo. Voces antaño de la izquierda (incluso de la izquierda alternativa) hoy protegen al suegro del cerdo. Tienen miedo. En un país de pequeñoburgueses, vendedores de vetes i fils y empleados de La Caixa, cualquier disturbio es un contratiempo y una amenaza para su chiringuito. Una alteración en el orden superior es una pesadilla, por si mañana las ventas disminuyen. Si la recaudación disminuye, igual el señorito no se podrá ir de putas, o la señora no podrá ser tan generosa en su piadoso donativo a Santa Llúcia. Estoy viviendo en un pseudopaís decepcionantemente mierdoso. Cada día un poco más mierdoso.
Me siento impulsado a cubrirme con la manta hasta la cabeza. Darme la vuelta, pegar mi nariz contra la almohada. Pero si hago eso... ¿cómo narices podría seguir mirando el dvd de Andrei Tarkovski que me regalaste por mi cumpleaños? Prefiero seguir viendo a Rubliev, porqué verlo me lleva a sentir tu mano cuando me diste el pequeño envoltorio envuelto en papel azul cielo, y ese beso lento que vino después.
Quiero olvidarme del cerdo, y del suegro del cerdo. Vuelvo a mi lápiz y leo ese decepcionante, pomposo y vulgar párrafo. Vaya mierda escribí. Por culpa de las cosas, del mundo maltratador.
La catedral del cine se llama Andrei Rubliev. Sólo unas pezuñas de caballo cruzando el río ya contienen más verdad, más arte y más arte de verdad que millares de quilómetros de otros celuloides. Lo siento por Einseinstein, por Pasolini, Fellini, Visconti y demás. Las cosas fueron así. No era una cuestión de presupuesto, porqué Andrei filmó Rubliev bajo los rigores del Insituto de Cinematografía soviético.
El suegro del cerdo es otro cerdo. Y respecto a tu nueva religión confesaré lisa y llanamente que no sé nada. Me pondré al día. Porque me gustan las religiones cuando tienen ese punto adictivo y gamberro.
ResponEliminaSalutacions, de retallat a retallat... putu Mas!
Eastriver: bueno, eso resulta casi obvio: que el suegro del cerdo no sólo es otro cerdo, sinó que es el cerdo mayor. Y lo de la guillotina (sin metáforas) digo yo que era la única solución posible, la úniva vía. Sin embargo, optaron por la transición sin cuchillas, bien. Y ahora ¿qué hacemos?
ResponEliminano sóc molt cinèfil, però les imatges que he vist són fascinants, Hi ha molt de cinema aqui, de bon cinema.
ResponEliminaMolt bo aquest tros de pel·lícula que has penjat, es fort. Tindre que buscar-la
ResponEliminaEn quan a l'altre tema, ara es l'hora d'esmola les nostres eines, segadors!
Que le den al cerdo, al suegro del cerdo, y a la familia del cerdo. Los mismos que forman tan ilustre pocilga son los que le hicieron la vida imposible a Andrei, pero vestidos con otro uniforme.
ResponEliminaCada uno tiene una epifanía con Tarkovski con títulos distintos, yo siempre se lo digo a mis alumnos: es el único director de cine que sólo ha rodado obras maestras. Hasta "Nostalghia" es tremendísima, y eso que no se la suele valorar tanto.
¿Has leído el libro de Rafael Llano? Es casi imposible de encontrar, pero es una auténtica maravilla.
Lluís,
ResponEliminaConfesso que no he vist res de Tarkovski, però tinc moltes ganes de veure Solaris (se'm va escapar de la filmoteca l'any passat). La novel·la em va resultar fascinant. Sí que vivim en una bírria de país; cada cop més neoliberal i conservador. El cinema (i l'art en general) és un dels pocs refugis que ens queden.
Lluís,
ResponEliminaParlar'ns d'en Tarkowski perquè no en sabem res i deixa altres animalades que no aporten res. Concentrem-nos en el que ens importa i a crear malgrat que ens hagi retallat fins i tot les ganes de fer coses.
També lluitem, però no oblidem de fer el que ens ve de gust, que no ens ho prenguin que seria la seva victòria!
No te tapes, Lluís, maldita sea. Cerrar los ojos nunca fue un método efectivo para espantar los monstruos. Te tomo la referencia de Rubliev. Otra más, entre tantas y tan buenas, en esta en absoluto santa casa.
ResponEliminaFrancesc: ja t'ho vaig dir però h puc repetir convençut: si veus qualsevol de les pel·lis del Tarkovski gaudiràs com una criatura. Ja veuràs que un professor de cinema com l'Aaron (un comentari més avall del teu) ho diu ben clar. Totes les seves obres són obres mestres,
ResponEliminaAris: el fragment no m'agrada en especial, perquè és un trailer que no em convenç però permet captar una mica el to de la pel·li. Per a mi és l'obra mestra d'un mestre.
ResponEliminaAaron: mi epifanía fué precisamente con Rubliev, aunque sin desmerecer de las demás (en especial Stalker).
ResponEliminaTengo que buscar el libro de Rafael Llano. Probaré en Amazon...
Maite: si et va agradar la novel·la, comprendràs quina és la màgia i l'art de l'Andrei, perquè jo crec que n'agafa el millor per fer-ho encara més gran.
ResponEliminaSense comentaris sobre el país on vivim, i molt menys encara sobre els tristos governants que ens han tocat.
Galderich: tens tota la raó. El problema és que el soroll de fons (o el soroll i la fúria, que deia aquell) no ens deixen concentrar-nos i gaudir prou.
ResponEliminaJuan: pues no te pierdas alguna de las pelis, y verás que la referencia iba en serio. Naturalmente mi opción no es esconderme, pero a veces...
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